29 Dic 2020

2020: En Retrospectiva

body of water during golden hour
Por Dr. J. Alberto Paredes

Sin duda alguna, este año quedará en los libros de historia como un año extraño. Caótico. Los incendios en Australia a principio de enero y los eternos rumores de una tercera guerra mundial no serían sino el preludio del año más duro que muchos hemos vivido. En febrero escuchamos sobre un virus al otro lado del mundo, y en marzo, muertes. Cientos de miles de muertes. La pandemia había comenzado, y vivíamos los últimos días de la normalidad como la conocíamos.

Y, sin embargo, viendo en retrospectiva, el Señor siempre ha estado en absoluto control. Nuestro Dios es soberano, sobre todo. Y me gustaría presentar algunas formas en las que este 2020 nos ha ayudado a crecer en santidad.

Antes de esto, quiero expresar mi empatía con todos aquellos quienes sufrieron pérdidas este año. Yo mismo, habiendo tenido conocidos y familiares, algunos más cercanos que otros, que han fallecido a causa de la enfermedad, los animo a buscar en su dolor al Dios que es poderoso para restaurar y brindar consuelo a nuestras almas. Y es precisamente de lo que este Dios ha hecho este año de lo que deseo hablar. 

Hace exactamente un año, presenté siete resoluciones para el 2020 sin saber lo que Dios tenía preparado para nosotros. Hoy, deseo regresar a esas resoluciones y ver cómo Dios, en su providencia, nos ayudó a cumplirlas, o nos mostró lo mucho que dependemos de Él para hacerlo.

7. Ser Disciplinado en Arrepentimiento

Es cierto que la pandemia y el encierro sacaron a la luz todo lo que estaba en nuestros corazones. Como se escucha en algunos lugares, “…esto sacó lo peor de nosotros”. Y con el pecado que esta circunstancia descubrió, vinieron también múltiples oportunidades de arrepentimiento. Vinieron momentos, y quizá, temporadas, idóneas para ponernos a cuentas con Dios, reconocer nuestras ofensas y pedir perdón a Él y a quienes dañamos. 

Cada oportunidad de pedir perdón este año, fue también una oportunidad de recordar que el Señor ha lidiado con nuestra culpa de pecado en la cruz, y dar gracias a Dios por ello (Col. 2:13-14).

6. Cuidar Mi Salud

Lo mencioné hace un año: “como nación, tenemos un problema para cuidar nuestros cuerpos”. Lamentablemente, más que en otros años, en el 2020 eso tuvo consecuencias. De pronto tener enfermedades como diabetes, hipertensión y obesidad dejaron de ser temas de broma, y su seriedad pasó a ser un factor más de miedo. Aún la persona más sana aprendió algo acerca de cuidar su salud. Los parámetros impuestos del uso de cubre bocas y el distanciamiento social, el constante lavado de manos, los diversos momentos de cuarentena, todo funcionó en dos direcciones. Si bien es cierto que aprendimos a cuidarnos más, también aprendimos a cuidar al prójimo. Entendimos mejor el significado del sexto mandamiento (Ex. 20:13) que es no simplemente no asesinar, sino buscar el bienestar de mi prójimo y preservar su vida. El Señor nos mostró con mano dura, la importancia de cuidar nuestros cuerpos, y los de los demás. Y esto es algo a considerar con mayor seriedad de ahora en adelante.

5. Leer Más

Después de casi un año de pandemia, me parece que es crucial recordar no solo las oportunidades que hubieron de leer más durante este año, sino el contenido. Si bien la resolución original fue solo leer más, algo que esta pandemia nos mostró es que leer sin discernimiento trae consecuencias. 

Fue triste observar como las personas al inicio no tomaban en serio las recomendaciones de salud. Fue triste leer sobre un concierto en la Ciudad de México en pleno inicio de pandemia. Fue triste escuchar a un dignatario recomendando a la población salir y convivir, y abrazarse sin consecuencias. Fue y ha sido triste ver como la desinformación y las páginas sensacionalistas que no tienen ningún compromiso con la verdad, y, por lo tanto, no son de Dios (3 Jn. 4), asustan a las masas, en especial en Latinoamérica. Pero más triste es ver cómo hermanos en la fe son arrastrados por todo viento de doctrina (Ef. 4:14-15), de teorías conspirativas, nuevos órdenes mundiales, microchips y marcas de la bestia, sin poder discernir lo que es de lo que no es.

Esta temporada nos recordó que no solo es importante leer, sino es importante saber qué leer. Es importante, en primer lugar, estar bien aferrados a la Palabra de Verdad tal como nos ha sido entregada (2 Tim. 1:13-14). Y es importante filtrar todo lo demás a través de esta Palabra de Verdad. 

4. Orar Más

Uno de los efectos positivos más prominentes de este año tan terrible fue el incremento de la oración. Son muchos los grupos de oración, y también los motivos, que surgieron durante esta temporada. Y cuando parecía que la iglesia (en general) había casi olvidado este medio de gracia, las circunstancias nos obligaron a regresar ante el trono de la gracia en oración, clamando continuamente por los nuestros y por la iglesia. De nuevo, fue lamentable que esta circunstancia y no la obediencia bíblica nos haya llevado de vuelta a la oración. Pero sucedió, y espero que una vez el 2020 y la pandemia y demás sean historia, las prácticas de oración, así como las medidas de seguridad de salud, hayan venido para quedarse.

Si tu eres una persona que desde antes de esto eras fuerte en la oración, permíteme encomendarte algo: que seas uno de los que ayuden a sus iglesias a mantener el ritmo de oración adquirido en este año. Anima a los demás miembros a esta buena obra (Heb. 10:24), y recuérdales siempre orar dando gracias a Dios en todo (Fil. 4:6-7).

3. Tener las Prioridades Correctas

De nuevo, el encierro reveló nuestras prioridades de una forma drástica. De la noche a la mañana algunas salidas, relaciones, hábitos, y otros similares quedaron fuera de nuestro alcance. Teniendo mucho tiempo para hacer devocional, algunos disfrutaron de él, otros se dieron cuenta que el tiempo no era el problema. Teniendo todo el día para estar con nuestra familia, algunos se gozaron en ello, otros consideraron abandonarla. Y quizá otras cosas que no considerábamos prioridad comenzaron a surgir. Si algo hizo este año fue revelar nuestra verdadera lista de prioridades. La parte buena es que esto nos da la oportunidad de comprar nuestras prioridades reales con las prioridades bíblicas. Esto nos da la oportunidad de alinear nuestras vidas a lo que la Palabra de Dios dice que debemos buscar, todo aquello que viene de Dios, todo aquello que Él ha declarado bueno, todo lo que Él ha dictaminado justo, es en lo que debemos comenzar a invertir nuestro tiempo (Fil. 4:8-9).

2. Administrar Mejor Mi Tiempo

Similar a las prioridades, al haber sido suspendidas o canceladas muchas actividades, la realidad es que, para la mayoría de nosotros, nuestro tiempo libre incrementó. Lo que es interesante es que, al mismo tiempo, muchos usamos ese tiempo para cosas que no eran útiles o necesarias. Es decir, muchos, en lugar de terminar nuestras tareas o trabajo y tener tiempo libre para disfrutar con nuestra familia, desperdiciamos tiempo valioso en redes. Un twit, una publicación, una imagen más…quizá en debates interminables que nada aprovechan (1 Tim. 6:3-5). Yo admito haber sido culpable de esto. Y lo que esto nos ha mostrado es que la administración de nuestro tiempo no es sólo cuestión de tener una agenda organizada, sino cuestión de tener el corazón en el lugar correcto. Mi tiempo estará donde esté mi corazón. ¡Esto es tan importante que el Señor ha dispuesto uno de los diez mandamientos en torno al uso de nuestro tiempo (Ex. 20:8-11)! Por tanto, podemos rogar al Señor del tiempo (Mr. 2:28) que nos haga deleitarnos más en su presencia, para poder organizar nuestras horas alrededor de lo que Él nos ha mandado a hacer, y así hacer todo para su gloria (1 Co. 10:31). 

1. Vivir Amando a Cristo

Para el apóstol Pablo, el vivir era todo sobre Cristo (Fil. 1:21). Su amor por Él, por lo que había hecho en su vida, era tal, que toda su vida después de su conversión se trataba acerca de vivir para Cristo. Y aunque esto es lo que tenía en mente en el 2019 cuando escribí acerca de la resolución de vivir amando a Cristo, la realidad es que el año 2020 nos da otra perspectiva que es importante discutir. Debemos vivir amando más y más a Cristo, porque Cristo Jesús es lo único seguro en la vida del creyente. Gobiernos pasarán, la salud puede ir y venir, la economía puede flaquear y desmoronarse. El entretenimiento puede ser detenido por la orden del Creador (Mat. 6:19). Todo, absolutamente todo puede fallar, pero Cristo vive y reina para siempre (Heb. 7:24; Ap. 11:15). Él es Rey de reyes y Señor de señores (Ap. 19:16). Él es el Principio y el Fin (Ap. 1:8). Él se encuentra hoy intercediendo por su iglesia (Rom. 8:34), y su iglesia con ansias dice: ¡Ven, Señor Jesús (Ap. 22:17)! La verdad de que Cristo Jesús se encuentra sentado en su trono de gloria es verdad aún durante el año más duro que muchos hemos vivido (Sal. 93:1-2). Y el hecho de amar a este Rey soberano nos da una seguridad que nadie nos puede quitar, y que podemos compartir al proclamar las buenas nuevas del perdón que hay en este Rey. 

Sí, el 2020 fue duro. Sí, es posible que el 2021 sea mejor. También es posible que apenas comencemos a vivir los verdaderos estragos de lo que el 2020 dejó. Pero para el creyente, sin importar la fecha en el calendario, cada día es un día de gozo en medio de la aflicción, es un día de expectación ante la inminente venida del rey, y es un día que vivimos para su gloria. Las mismas siete resoluciones del 2020, serán mis resoluciones para el 2021. Puedes tomarlas si deseas, para la gloria de Dios.

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Estudiante de Maestrías en Divinidades y en Estudios Teológicos del Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por su país. Promoviendo la Reforma en México, Por Su Gracia…Para su Gloria.

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