Mi Voto: Su Gloria
Una Situación Que Nos Llama al Arrepentimiento.
Realmente, con cada elección presidencial que he vivido, me he podido percatar del deterioro moral de nuestra sociedad.
Todos y cada uno de los frentes políticos representados por los candidatos a la presidencia hoy, e incluso el “ultraderechista” candidato independiente, se han pronunciado alguna vez a favor del aborto y del “matrimonio” igualitario.
Sin que este sea un artículo que tenga por objeto argumentar a favor o en contra de tales tendencias (a)morales, es suficiente declarar que la Palabra de Dios condena tales prácticas, y si tu voto a futuro depende de una tendencia moral o más bien, la tendencia menos inmoral, debes saber que no hay para donde ir.
La verdad de las cosas es que no veo en la futura boleta electoral un candidato que no sea corrupto, mentiroso, o inmoral. Esta no es una situación que debamos tomar a la ligera. Esta es una realidad que debería llevarnos a pensar: como cristianos, ¿qué hemos hecho al respecto? ¿qué estamos haciendo? Y podríamos dar muchas respuestas, pero una de ellas no sería “Hacer Política”. Así es, ¡los cristianos no estamos haciendo política! Entiendo que estoy generalizando, pero lamentablemente, es verdad. Por lo menos, no estamos haciendo la política suficiente o haciéndola de la manera correcta, puesto que no hay un sólo candidato que nos represente como pueblo de Dios en esta contienda.
Esto nos debe llevar al arrepentimiento como hijos de Dios, pues, en el principio, Él nos dio el mandato de sojuzgar la tierra (Gn. 1:28). Este es un mandato que sigue vigente el día de hoy (Sal. 8:3-7). Y que incluye establecer gobiernos justos, que reflejen la rectitud, la santidad, la bondad y la justicia de un Dios perfecto, santo, bueno y justo. Muy lejos de lo que el panorama actual y futuro presentan. Pero esto es nuestra responsabilidad. Debemos ser muy conscientes y no pretender que “todo está bien”. Hay que reconocer, como iglesia, nuestra evidente apatía, aparente ineficacia, e ineludible falla para cumplir con este mandato.
Debemos suplicar el perdón de Dios, y pedir que Su Santo Espíritu avive los corazones de las personas por medio de la fiel predicación de Su Palabra, para que, cada vez más, mediante la predicación del evangelio, los hijos de Dios, sin importar a qué se dediquen o dónde se desarrollen, se levanten como luminarias en medio de esta generación adúltera, para extender el reino de Dios en este país lleno de decadencia moral y espiritual (Flp. 2:15). Hasta que esto alcance entre otras cosas, a la política y a quienes en ella actúan. Pero todo esto viene única y exclusivamente después de habernos humillado delante de Dios y habernos arrepentido como nación. Todo gran avivamiento histórico comienza con un gran arrepentimiento del pueblo. Y todo arrepentimiento de una nación comienza con la fiel predicación de Su Palabra.
Debemos suplicar el perdón de Dios, y pedir que Su Santo Espíritu avive los corazones de las personas por medio de la fiel predicación de Su Palabra…todo arrepentimiento de una nación comienza con la fiel predicación de Su Palabra.
Tomemos el ejemplo de Nehemías, que, en medio del exilio (a consecuencia de la desobediencia del pueblo de Dios) reconoce la falta cometida delante del Señor, y se arrepiente en nombre del pueblo (Neh. 1:5-11). Pero también, junto con él, Esdras participa predicando Palabra de Dios (Neh. 8:1-9), que recordaba al pueblo lo lejos que estaba de la rectitud establecida por Dios y lo necesitados que estaban de gracia, misericordia, y redención. ¡Tanto que el pueblo entero lloraba! Si el ejemplo de Nehemías no bastara, tomemos a Jonás con Nínive (Jon. 3:1-10), a Ezequías y a Josías con Israel (2 Cr. 29:1-10, 25-30; 2 Cr.34:1-7, 14-19, 29-33), a Pedro predicando en Jerusalén (He. 2:38-42) y Pablo estableciendo iglesias a través del imperio Romano, posteriormente en el Siglo XVI con la Reforma Protestante en Europa Medieval tardía, en el Siglo XVIII en Norteamérica con Jonathan Edwards y George Whitefield etc. Todos predicando arrepentimiento y fe. Predicando la realidad del pecado, y la necesidad de Cristo.
Pastores, ancianos, maestros, es sólo por medio de la fiel predicación de la Palabra de Dios, que los jóvenes a los cuales Dios ha llamado al liderazgo de ciudades, estados y naciones, serán convencidos por el poder del Espíritu Santo, que no sólo es posible, sino necesario glorificar a Dios a través de posiciones de gobierno. Como servidores públicos dispuestos a reflejar a Cristo, sirviendo y amando realmente a los ciudadanos y no vendiéndose para ser servidos por la ciudadanía.
Iglesia, jóvenes, líderes natos, hijos de Dios, si Dios te ha llamado a servirle mediante una posición de gobierno y has decidido ignorar este llamado, no temas, arrepiéntete por haber fallado a responder a Dios, y anímate a regresar al camino hacia donde Él te ha llamado que le sirvas. Será Dios mismo quien te capacite por medio de Su Palabra, te llene de Su Espíritu, y te acompañe hasta allí, para Su gloria. Hablaremos más de esto en el siguiente punto.
Oremos por que Dios levante hijos suyos, temerosos de Su nombre y fieles a Su Palabra, dispuestos a gobernar con rectitud a nuestra nación.