¿Por Qué No Desechamos el Antiguo Testamento?
Hace algún tiempo, se desató una controversia teológica en los Estados Unidos sobre cuál debe ser el uso que tiene el Antiguo Testamento en la iglesia de hoy. No sólo eso, sino que si estudiarlo realmente es necesario para nosotros, o responde meramente a la ‘curiosidad’ del creyente, pastor, o académico.
Esta controversia no es nueva, y debemos prepararnos antes de que cruce la frontera hacia nuestro país, si no es que ya lo ha hecho.
Lo primero que puede (y debe) venir a nuestras mentes cuando escuchamos a alguien dudando acerca de un libro, pasaje o en casos como este, una sección completa de la Escritura compuesta por 39 libros; es que, precisamente, toda la escritura es inspirada por Dios y útil (1 Tim. 3:16a).
Saber que Dios la ha inspirado y que es útil para nuestras vidas debería ser más que suficiente para no desechar esta porción de la Escritura; más aún al tener en cuenta que Pablo estaba aludiendo principalmente al Antiguo Testamento cuando menciona estas palabras.
Pero, consideremos por un momento; ¿por qué es útil? ¿qué nos enseña? ¿por qué tiene tanto valor? Podemos aferrarnos a la idea de que el Antiguo Testamento es útil porque otra persona o autoridad lo ha dicho; sin embargo, estoy convencido de que si conocemos realmente aquello que se encuentra en el Antiguo Testamento, nos estaremos aferrando a una verdad sólida y tangible, y no sólo a una idea abstracta. Esto siempre será necesario para aquellos que desean abrazar no solo la noción de Sola Scriptura (Solo la Escritura), sino Tota Scriptura (toda la Escritura).
Conociendo el Antiguo Testamento
El antiguo testamento es una colección de libros que comienzan con el Génesis, escrito por Moisés escrito cerca del 1400 a.C, y culmina con el libro del profeta Malaquías aproximadamente 400 años a.C. Consta de 39 libros divididos en 4 secciones, que a su vez tienen, en algunos casos, otras divisiones. A continuación, explicaremos de manera sencilla y corta las generalidades de cada una de estas porciones con el deseo de que nos anime a leerlas por nuestra propia cuenta y a saborear las delicias que el Espíritu Santo ha dejado para nosotros cada porción. ¡Comencemos!
La Ley o el Pentateuco
Génesis a Deuteronomio. Establecen las bases de ¿Quién es Dios? ¿Cómo eligió a su pueblo? Y, ¿cómo es la adoración y el comportamiento que espera de ellos? Cristo se presenta pre-encarnado y en sombra en el sistema sacrificial y nos muestra la santidad inalcanzable, pero necesaria para estar delante de la presencia de Dios. Quizá una porción fundamental de esta sección sea Génesis 3:15, conocida como el Protoevangelio. Se considera la primera mención de la promesa del evangelio. Cristo es representado por la simiente de la mujer, y se anuncia que aplastará la cabeza de la serpiente. ¡Qué buenas noticias! ¿No es así?
Libros Históricos
Josué-Ester. Continúa la historia del pueblo de Israel con el propósito de mostrar el poder y la soberanía de Dios guiando la historia de su Pueblo. Cristo se presenta en sombra con algunos personajes como Josué, cada uno de los libertadores de Israel en el tiempo de los jueces. Y en reyes como David, por poner algunos ejemplos. Aunque ninguno de ellos es un salvador o libertador perfecto, por lo que nos hacen anhelar al mesías perfecto que es Jesús. Recomiendo leer el libro de los Jueces, es un libro lleno de acción y que muestra sin tapaderas la realidad de la condición humana después de la caída. El ciclo de pecado, arrepentimiento, liberación, redención, dura cada vez menos con cada nuevo juez que es levantado. La historia comienza con la muerte de Josué, y con una generación que entró a la tierra prometida, pero que no conoció al Señor. Podemos ver las terribles consecuencias que eso trae; pero, en conclusión, al no haber temor de Dios, no había autoridad, y cada quien hacía lo que mejor le parecía.
Libros Poéticos y de Sabiduría
Job-Cantares. Son libros que nos enseñan, con el uso de un lenguaje poético, a lidiar con distintas situaciones y sentimientos. Desde el placer de la relación matrimonial en el libro de Cantares, hasta las profundidades de la desesperación y el sufrimiento como en el libro de Job y algunos Salmos; desde las preguntas más existenciales en el libro de Eclesiastés, hasta los mejores consejos para la vida en el libro de los Proverbios, estos libros se encuentran llenos de sabiduría para la vida, y nos muestran que hasta los más grandes héroes de la Biblia, como David, Job, o Salomón, dependían de Dios en cada momento, tanto para saltar de felicidad, como para gritar en desesperación. Si te acercas por primera vez a este tipo de literatura, te recomiendo leer los Salmos recordando que el recto, el sabio, y el bueno en cada uno de ellos, es Cristo; mientras que el malvado, lamentablemente, somos nosotros. Pero también recordando en ellos que lo que el salmista anhelaba para su pueblo, la salvación del Señor se ha convertido en una gloriosa realidad en Cristo. Los salmos de una u otra forma, nos cuentan toda la historia de la redención. Noten la progresión que existe entre ellos y cómo se relacionan unos con otros. Pista: Salmo 22: Crucifixión, Salmo 23: Resurrección, Salmo 24: Ascensión.
Libros Proféticos
Isaías a Malaquías. Se dividen, a su vez, en profetas mayores y menores, no haciendo alusión a la importancia de su persona o sus escritos, sino a la longitud de sus obras. Siendo todos inspirados y necesarios para la edificación de la iglesia. Aquí encontramos profecías tan cercanas como el exilio babilónico en el libro de Oseas, por ejemplo, y tan lejanas como los cielos nuevos y la tierra nueva, y el nuevo pacto consumado como en Jeremías 31:31-34, pasando por descripciones exquisitas sobre el Mesías, el Salvador que habría de venir a redimir a su pueblo como en Isaías 53. La ventaja de estos libros es que muchos de ellos son muy cortos, y con un poco de esfuerzo e investigación sobre el contexto en el que fuero escritos y qué es lo que quieren decir, el tesoro espiritual que encontraremos en ellos será reconfortante para nuestras almas. Un gran ejemplo de esto, y una buena recomendación para comenzar con este tipo de lectura, sería el libro del profeta Habacuc. En tan sólo tres capítulos este escrito responde a preguntas como ¿por qué Dios permite el mal en la tierra? ¿Qué tiene planeado hacer con los malvados? ¿Cómo puede ser alguien justo delantew de Dios? (Hab. 2:4). Recuerda también qué es lo que ha hecho Dios con su pueblo hasta ese momento, y nos dice qué tiene planeado hacer con él en el futuro. Finalmente, el mismo profeta que comenzó interrogando a Dios sobre su dudosa decisión de permitir el mal por un momento, termina escribiendo:
Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el fruto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo yo me alegraré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.
Habacuc 3:17-19 (RV60)
Sabiendo todo esto, ¿cómo tirar el oro a la basura? El Antiguo Testamento nos da la base y el fundamento para comprender lo que leemos en el Nuevo; sí. Pero eso no es todo. El Antiguo Testamento tiene una belleza particular. Tanto es así, que el mismo apostol Pablo consideró una bendición y una ventaja para los judíos que a ellos les haya sido confiada la Palabra de Dios (Rom. 3:1-2). Cada uno de los libros que ahí se encuentran tienen una razón de ser, y todos fueron inspirados y son útiles para la iglesia hoy, como lo fueron cuando fueron escritos. ¿Por qué? Porque el Dios que los inspiró es el mismo ayer, hoy, y por los siglos.
Ciertamente el Antiguo Testamento tiene pasajes difíciles, incluso, quizá, raros (este será un buen tema para un siguiente artículo). Pero eso no es justificación para desechar la obra del Espíritu. Hermano, te invito a leer el Antiguo Testamento, hay muchas formas de comenzar, y si tienes dudas contáctanos, deseamos ayudarte a comprender y disfrutar de las riquezas que se encuentran en la Palabra de Dios. Pastores, animen a sus congregaciones a adentrarse en las profundidades de toda la Palabra de Dios, prediqumos toda la Escritura, pues toda es inspirada y útil.