Dr. J. Alberto Paredes
Exposición de Rut 3:14-18
14 Y después de que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros; porque él dijo: No se sepa que vino mujer a la era.
15Después le dijo: Quítate el manto que traes sobre ti, y tenlo.
Y teniéndolo ella, él midió seis medidas de cebada, y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad.
16 Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué hay, hija mía?
Y le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido.
17 Y dijo: Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome: A fin de que no vayas a tu suegra con las manos vacías.
18 Entonces Noemí dijo: Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve este asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.
Transcrito:
Les suplico que abran sus biblias y vayan conmigo al libro de Rut en el tercer capítulo de esta narrativa. El día de hoy estaremos estudiando los versículos 14-18. Y mientras llegamos hasta allá, déjenme comentarles que con cada domingo que pasa, nos acercamos al clímax, al punto más alto y emocionante de esta historia. Y si es primera vez que nos visitas, no pudiste asistir a algún servicio de esta serie o bien, simplemente quieres recordar dónde vamos en esta preciosa narrativa, déjame hacer un brevísimo resumen de los acontecimientos hasta ahora.
El libro comienza mostrándonos la terrible desgracia que sufre una israelita llamada Noemí tras haber seguido a su esposo Elimelec con sus hijos lejos de Belén a causa de una hambruna, y hacia Moab, una ciudad prohibida. La consecuencia de la desobediencia es por supuesto la muerte tanto de Elimelec, como de sus dos hijos, después de haber tomado para sí mujeres moabitas quedando Noemí y sus dos nueras, Orfa y Rut, viudas, solas, desamparadas.
Noemí decide regresar a Belén al escuchar que el hambre había pasado y recomienda a sus nueras quedarse en su tierra y con sus dioses. Aunque Orfa hace caso a esta recomendación, Rut anhela ser parte del pueblo que está sujeto a este Soberano Dios de Maravillas del que ha escuchado. De tal modo, que Rut hace la sorprendente declaración: Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Rut ha confesado de esta manera su fe en Jehová, el único Dios Vivo y Verdadero. La fe de Rut es fuerte y real; pero la de Noemí se revela nula ante las circunstancias adversas.
Llegando a Belén Noemí llora y se lamenta amargamente tratando incluso de cambiarse el nombre a Mara demostrando su completa desesperanza. Rut por otro lado, diligentemente decide ir a espigar a un campo que resulta ser de un hombre llamado Booz, que la recibe, la cuida, le permite trabajar allí aún sin saber su parentesco y sabiendo que es extranjera. Y al regresar a casa y contarle todo esto a Noemí, ella logra identificar a Booz como uno de estos parientes que podría redimirlas. Es decir, alguien que, según la ley de Israel, podía comprar las tierras que les quedaban y tomar a Rut por esposa para preservar su descendencia. Así pues, pasado cierto tiempo, al final de la temporada de siega de la cebada, Noemí prepara a Rut para un encuentro con Booz, aquél que podría redimirlas, el Goel.
Y la semana pasada el pastor Alex nos expuso el contexto de fiesta y celebración en que este encuentro se lleva a cabo pues el trabajo de siega había terminado. Después de haber comido y estado satisfecho, Booz se acuesta a dormir y posteriormente Rut se le presenta acostándose a sus pies en señal de sumisión, y al despertar Booz en medio de la noche y ver a esta mujer a sus pies tienen este diálogo tremendo donde Rut se identifica y le pide que la tome por esposa y así ella pueda ser redimida, y por extensión, su suegra.
Booz, un varón de verdad ha hallado a Rut, una mujer virtuosa. El desea cumplir con esto, pero surge un nuevo problema en la historia, existe otro personaje que tiene el derecho de redención antes que Él. Booz manifiesta a Rut su deseo de redimirla, pero también su temor a Jehová respetando el orden de Su ley. De manera que lo único que puede hacer hasta ese momento es jurarle que, al día siguiente, él se encargará que ella sea redimida, bien por el otro pariente, o si no, por él mismo.
Con esto en mente les suplico nos pongamos en pie para dar lectura a la porción bíblica que estaremos estudiando esta tarde.
[Oración:]
Padre Santo gracias por tu Palabra, gracias por esta oportunidad de escucharla. Te suplico me llenes de tu Santo Espíritu para poder ser fiel al texto en esta predicación; y así mismo te suplico estés con tu iglesia, Señor, para que ellos escuchen, para que ellos identifiquen el mensaje del evangelio que se encuentra en este texto de Rut. Y que no solamente lo puedan escuchar e identificar, sino que puedan vivir conforme a tu Palabra para tu gloria. Para que Tú seas exaltado sobre todo. Te ruego esto, Señor, en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Hemos leído esta interesante porción bíblica y si tomas notas te comento que el título de este sermón es Soberano en Nuestra Espera. Y si algo me gustaría que te lleves esta mañana es justamente eso:
Dios es soberano, obedeciéndole, podemos esperar en paz.
De manera que, si alguna vez te ha tocado esperar por algo, o en este momento te es necesario ejercitar la paciencia mientras esperas un resultado médico, una fecha importante, una respuesta de trabajo, o cualquier cosa, este sermón es para ti. Y si crees que no te es necesario esperar nada pues estás viviendo lo mejor de tu vida en este instante, presta mucha atención a lo que aquí se dirá a continuación, porque es posible que debas esperar más de lo que te imaginas.
En el versículo 13, justo antes del lugar donde nuestro texto inicia, Booz termina haciendo una promesa. Y es esencial entender esto en nuestro estudio del texto, puesto que toda nuestra porción se desarrolla entre el momento en el que Booz hace esta promesa a Rut, y el momento en que ella le comenta la promesa a su suegra, pero no vemos la promesa cumplida en el pasaje todavía. El texto que estudiamos nos narra lo que ocurre con Rut y con Noemí mientras ellas esperan el cumplimiento de la promesa.
Y a todo esto, tenemos que preguntar ¿cuál es esta promesa de la que hablamos?
Leamos el versículo 13:
Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana.
La promesa es la siguiente:
—Rut, cuando sea de día, resolveremos este asunto. Sea que el otro pariente desee redimirte, o bien, me ceda su derecho, te puedo prometer una cosa: Mañana serás redimida.
Booz está comprometido con buscar la redención de Rut. Tanto, que lo jura poniendo a Dios como testigo.
—Vive Jehová.
Muy Temprano, Al Día Siguiente…
Continuando donde nos quedamos en aquella historia, muy temprano a la mañana siguiente. La Palabra de Dios nos dice:
Y después de que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros; porque él dijo:
No se sepa que vino mujer a la era.
Con esto, podemos ver el cuidado amoroso de Booz hacia Rut. Como bien se mencionó el domingo anterior, Booz pudo haberla tomado en ese momento, sola, necesitada, vulnerable; pero en vez de eso la Biblia afirma que el lugar donde se acostó, a los pies de Booz verso 7, es el mismo lugar en el que ella amaneció segura. Esta es la primera manera en que Booz cuida de Rut mientras espera. Él le pide que pase ahí la noche ahí en el verso 13; y cuando Booz le pide que pase la noche cerca de él, lejos de ser esta una propuesta indecorosa, lo que está haciendo es cuidarla de los peligros que acechan a una mujer que anda sola por la noche en ese lugar. Recordemos que todo esto se da en el tiempo en el que gobernaban los jueces en Israel. Y es justamente en Belén de Judá, donde el libro de los jueces nos narra una de las violaciones más atroces que podemos ver en la Palabra de Dios. Eran tiempos oscuros, tremendamente peligrosos. Por eso también Booz le había pedido que no fuera a espigar a otros campos. ¿Recuerdan?
¿Se imaginan a Rut respondiendo a Booz?
—Ah, no, sabes qué, ya hice el viaje hasta aquí, y yo vine para que te cases conmigo, dime si sí o no ahorita, o si no, me voy regresando…
Booz le dice que se quede cerca, ella obedece, y el resultado es que puede dormir segura. Durmiendo a sus pies, respetándola, no solo cuida la pureza de Rut de sí mismo, sino que la protege de los peligros que están al rededor.
Pero esta no es la única manera en la cual Booz cuida de Rut, sino que va más allá y la despierta muy temprano en la mañana. Antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros, con el propósito de que no se sepa que vino mujer a la era. Y lo que estaba haciendo Booz con esto es cuidar su integridad y su reputación. No quería que los otros varones pudieran pensar mal de ella. El la protege de este modo, despertándola y despidiéndola poco antes que el resto de los varones pudieran reconocerla.
¿Cómo reaccionas ante la espera? ¿Con miedo? ¿Temes que no salga conforme a tus planes? ¿Ansiedad? ¿Estas preocupado de más por cosas que no puedes controlar? ¿Angustia? ¿Sin descanso por estar inseguro de lo que pasará? ¿Cuál es tu refugio mientras esperas? ¿Cristo o las redes sociales? ¿Dios o Netflix? ¿Dónde estás pasando el tiempo mientras debes esperar con paciencia?
Cerca del redentor, hay seguridad. No una seguridad que vaya conforme a tus planes, sino un cuidado santo, amoroso. Es una protección de los peligros de hacer las cosas a nuestro modo.
Dios es soberano en nuestra espera, Él nos cuida, estando cerca de Él, podemos esperar en paz.
Después le dijo:
Quítate el manto que traes sobre ti, y tenlo.
Y teniéndolo ella, él midió seis medidas de cebada, y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad.
Aquí vemos la sumisión de Rut recompensada. Rut durmió a sus pies en un acto de sumisión, pero no sólo pretendía esta sumisión, sino que vemos una sumisión real ante su redentor en aquello que acabamos de leer. Booz le dice “…quítate el manto…y tenlo…”. Y en seguida … Rut pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué no te quitas tu el tuyo? ¿Para qué quieres que me lo quite? —A ver, a mi no me vas a estar dando órdenes, explícate y luego veo si te hago caso…No amados; Rut obedece. Y esta sumisión se ve recompensada.
Y teniéndolo ella, él midió seis medidas de cebada…
Rut espera en obediencia.
Quizá para este momento Rut no entendía para qué Booz le había dado tanto. Y quizá nos parezca irrelevante la cantidad, pero debo hacer dos observaciones:
La primera es que, en la economía de la revelación, el Espíritu Santo no ha inspirado ni una sola palabra en la Escritura que salga sobrando; y la segunda es que la cantidad de 6 medidas de cebada se repite dos veces en el pasaje. Así que si el sólo hecho que aparezca en la Biblia ya nos dice que es importante, que aparezca dos veces nos está diciendo que es importante, ¡importante!
La Palabra de Dios no especifica cuál era la medida en peso que Booz le dio, sin embargo, algunos académicos suponen que la medida a la que se hace referencia puede sumar en total alguna cifra entre los 10 y los 90 kg. En cualquier caso, eso es muchísimo más de lo que necesitaba para el tiempo que tenía que esperar. Pero quizá más sorprendente aún que la cantidad del grano es pensar la forma como Rut se hizo de éste.
Pensemos bien por un momento; ¿cuánta cebada juntó Rut cuando se esforzó arduamente por espigar en los campos de Booz? Bueno, la Palabra de Dios nos dice en el capítulo 2 verso 17 que trabajando hasta la noche y sin descansar desgranó lo que había espigado y fue como una efa; quizá un poco menos. Una efa de cebada no procesada, con fibra inútil, no limpia, ni lista para servir como alimento. Pero ¿qué sucedió cuando fue a Booz rogando por redención? Él le entrega grano puro, limpio, perfecto, listo para comer, que ella no había sembrado, no había espigado, y que ella no había limpiado ni preparado, un grano que ella no había cuidado durante la noche, procedente de un campo que no era suyo; siendo ella extranjera. Así es la gracia de nuestro redentor, hermanos. Así es la gracia de nuestro Goel. Que no responde a nuestros esfuerzos vanos, ni a nuestros atractivos personales, nuestros logros ni nada que haya en nosotros, porque no hay nada que nosotros podamos ofrecer. Sino que es Él, nuestro redentor, Cristo, quien nos da abundantemente lo que desesperadamente necesitamos.
Pero ¿por qué tanto grano? Responderemos esto un poco más adelante en la lectura…
La Palabra nos dice que le puso todo ese grano encima y ella regresó a la ciudad.
La Pregunta de Noemí…
Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo:
¿Qué hay, hija mía?
Y aquí tenemos que hacer una pausa. Porque las palabras que se usan en el hebreo para preguntar ¿Qué hay? (¿‘Mi-at’?) son las mismas palabras que Booz usa en el verso 9 de este capítulo para preguntar ¿Quién eres? Y literal, eso es lo que significa: ¿Quién eres? (¿‘Mi-at’?).
Así que podríamos traducir esta pregunta como: ¿Quién eres, hija mía?
Pero ¿tendría sentido traducirla así? ¿Por qué Noemí, su suegra, que había vivido con ella, que la había mandado apenas un día antes, que la conocía de años, le haría semejante pregunta?
Noemí sabía que el encuentro de Rut con su redentor sería una experiencia potencialmente transformadora. Rut se fue a su encuentro pobre, mendiga, extranjera, pero si Booz aceptaba, ella podría regresar como la esposa del redentor.
¿Les parece familiar? Bueno, sigamos leyendo:
Y le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido.
¿Cómo responde Rut a la pregunta sobre su encuentro con el redentor? Ella le contó todo…lo que le había acontecido.
El tiempo de espera es un tiempo para compartir. Para compartir lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. Para hacerlo de forma veraz y completa. ¿Estás compartiendo las buenas noticias mientras esperas? ¿O te es suficiente con escucharlas cada domingo?
A Rut le preguntan ¿quién eres? Y, literalmente, lo que ella hace es predicar el evangelio. Ella proclama las buenas noticias que le habían sido reveladas hasta el momento a través de lo que había sucedido en su encuentro con Booz; y lo hizo de forma completa. Y al terminar muestra la evidencia o los frutos de aquella experiencia transformadora.
Y dijo:
Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome:
A fin de que no vayas a tu suegra con las manos vacías.
Noemí Conoce a Dios…
Y esta predicación del evangelio tiene un efecto en su suegra. A través de la proclamación de Rut de las excelentes noticias, Dios se revela de forma especial a Noemí.
¿Recuerdan cuál era el síndrome de Noemí?
- No actuar conforme a lo que digo creer.
- Poner mi identidad en las circunstancias que nos rodean.
- Dejar de ver que Dios sigue actuando a pesar de nuestras circunstancias.
¿Recuerdan cuál fue la queja que caracterizó la crisis de Noemí?
Acompáñenme en sus biblias por favor de regreso al primer capítulo de este libro en los versos 20 y 21a:
20 Y ella respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.
21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha devuelto con las manos vacías…
De regreso a nuestro texto, Rut 3:17: Estas seis medidas de cebada me dio ¿A fin de que?
A fin de que no vayas a tu suegra con las manos vacías.
A través de la proclamación de Rut sobre lo que había ocurrido a su encuentro con el redentor, Dios estaba declarando algo a Noemí. Dios le estaba diciendo: Yo Soy Soberano. Noemí, Yo Soy Soberano. Yo estoy en control. Yo soy fiel al pacto.
Pero no sólo eso, ¿recuerdan la cantidad exagerada de cebada que les dieron? Booz le había dicho a Rut, verso 13, que ese mismo día se resolvería el asunto, sin embargo, le da una cantidad desproporcional de provisiones. ¿Por qué tanto grano para un día de espera?
Dios estaba haciendo aún otra declaración. A través de esta acción de Booz, Dios estaba diciendo; Yo Soy Soberano en tu espera. Yo te daré lo suficiente, no solo para que no te haga falta mientras ves cumplir la promesa. Yo doy gracia hasta que sobreabunde. Yo doy más de lo que necesitarás mientras esperas porque Yo Soy Jehová.
¿Cuántas veces no nos desesperamos hermanos? ¿Cuántas veces no vemos demasiado lejos las promesas de Dios? ¿Cuántas veces, por desesperarnos, hemos terminado haciendo las cosas a nuestro modo, desobedeciendo o rebelándonos? Cuando tienes ganas de sentir placer sexual, pero sabes que no es momento, ¿a quién acudes? ¿A Cristo o a la pornografía? ¿Acudes a Dios o a una aventura? Cuando tienes ganas de sentir alivio de los problemas o simplemente deseas diversión inmediata, ¿qué buscas? ¿Tu Biblia, la oración, y esperar en Dios, tu comunidad y tus hermanos en Cristo o alguna sustancia prohibida y dañina? Cuándo tienes un problema con un hermano, ¿qué haces? ¿Te ocupas en la oración y en la solución bíblica del conflicto? ¿O en contarle a otros mientras el tiempo lo soluciona todo? ¿Has permitido alguna vez que las circunstancias que te rodean sean para ti más grandes que tu concepto de la fidelidad de Dios? ¿Has perdido de vista la soberanía de Dios en aquella circunstancia difícil en la que te encuentras? ¿Padeces el síndrome de Noemí?
Si es así déjame decirte que hay esperanza. Noemí, al estar expuesta a la sobreabundante gracia de Dios, al ver la cantidad de grano, finalmente entendió el gesto como una garantía de que la promesa se habría de cumplir en su totalidad. Al estar expuesta a la proclamación de la obra del redentor en la vida de Rut y ver los frutos de ese encuentro, no pudo más que ser curada de su terrible síndrome. Noemí experimentó, quizá por primera vez, lo que algunos conocemos como el “ya…pero todavía no”. Pero lo hizo en paz, segura, confiada y tranquila. Ella sabía que de uno u otro modo habrían de ser redimidas. Y entonces le responde a Rut, y quiero que noten el cambio de actitud en Noemí en esta respuesta comparado a la Noemí que conocíamos:
Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve este asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.
Noemí finalmente comprendió los alcances, la magnitud y la perfección de la soberanía del Dios a quien ella llamaba Todopoderoso. Y le da la instrucción a Rut de esperar tranquila, con la seguridad de que aquel varón habría de terminar ese mismo día la obra que había prometido.
¿No podemos nosotros esperar confiados hermanos? Dios es soberano en nuestra espera. Ellas esperaban el desenlace de su historia de redención; seguras de la promesa, con la garantía extraordinaria que les habían otorgado. Pero quienes estamos en Cristo ya no esperamos redención pues ya hemos sido redimidos.
Porque cuando Cristo colgaba del madero, cargando con nuestra culpa, tomando el castigo por nuestro pecado, imputándonos su perfecta justicia, lo que estaba haciendo era pagar el precio de nuestra redención. Lo que estaba haciendo nuestro Goel era pagar el precio de la que sería su esposa. Una que en ese momento era pobre, triste, perdida, necesitada y extranjera del reino de los cielos. Y desde esa cruz Él dijo: “Consumado es” Todo está pagado. Y entregó el espíritu. Y al tercer día Él resucitó. Y nos dios las arras (la garantía) del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre… (2 Co. 5:5-6a). Porque Jesucristo mismo, antes de ser entregado, prometió que no nos dejaría solos, sino que nos daría de su Espíritu Santo…
El evangelio de Juan capítulo 14 nos dice:
1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
23 … El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. 27 La paz os dejo, mi paz os doy… No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Quienes estamos en Cristo, ¿Acaso no podemos esperar confiados? No esperamos nuestra redención, sino la plena manifestación de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. ¿No nos ha dado el Padre al Espíritu y Su Palabra completa como garantía? ¿No es esto más que suficiente para esperar sin miedo hasta que Él vuelva? Y si Dios ha hecho ya lo que era imposible para nosotros, pero terriblemente necesario, si Dios ya nos ha redimido en Cristo manifestando de esta manera su soberanía y su poder, ¿no habremos de esperar más tranquilos en cosas menores? ¿En nuestras circunstancias? ¿En nuestros deseos? ¿En nuestras luchas? ¿No habremos de esperar tranquilos ese resultado médico? ¿Ese trabajo? ¿Esa respuesta de la universidad? ¿Esa fecha? ¿Ese tiempo apropiado y circunstancia bíblica para lo que deseamos hacer?
Podemos esperar porque Él nos cuida en cuanto nos mantenemos cerca de Él. Podemos esperar en sumisión y en obediencia. Podemos esperar porque nos ha dado gracia hasta que sobreabunde. Podemos esperar predicando a otros sobre nuestro encuentro con el redentor. Podemos esperar, porque Él ha prometido que no descansará hasta terminar la obra.
Dios es soberano, obedeciéndole, podemos y debemos esperar en paz.
Amén.