Objeción II: Los libros de la Biblia fueron escogidos arbitrariamente por la Iglesia, por lo tanto, no son la palabra Dios.
¿Cómo podemos estar seguros de que los libros que conforman la Biblia son realmente los libros que Dios inspiró? ¿Qué garantía tenemos de que la Iglesia al seleccionar los libros no se equivocó? Esta pregunta y la falta de respuesta (o las malas respuestas) han llevado a muchos a dudar sobre la autoridad y veracidad de la Biblia en su presente forma. Esto requiere entonces ofrezcamos una respuesta clara sobre este asunto.
Aspectos preliminares
1) Cuando se habla de este tema, el término Canon es muy importante. En Teología, Canon hace referencia a la lista correcta de libros inspirados por el Espíritu Santo que Dios dio a su iglesia.
2) El proceso para llegar a tal lista o Canon fue paulatino tanto para el Antiguo Testamento como para el Nuevo Testamento.
3) El rol de la Iglesia en este proceso fue el de identificar cuáles eran los libros inspirados por el Espíritu Santo. Esto es muy importante resaltar, ya que la Iglesia no fue la que dio a estos libros su carácter divino y autoritativo, como creen los católico-romanos. Lo único que hizo la Iglesia fue decir recipemus, o sea, recibimos estos libros como inspirados por Dios y nos sometemos a su autoridad. Pero ¿cómo lo hizo?
La recepción de la Iglesia: un testimonio importante
1) Con respecto al A.T. no hubo mucho problema, ya que la Iglesia heredó los 39 libros o Canon veterotestamentario del pueblo judío. Como acertadamente comenta Warfield: “la idea de un ‘Canon’, —o una ‘Biblia’, como decimos más comúnmente—, no es algo que surgiera de la iglesia cristiana. Esta la heredó de la iglesia judía, junto con el propio Canon veterotestamentario o Escrituras judías.” Pero, ¿qué criterios utilizaron los judíos para reconocer un libro como de autoría divina?
Dirigidos por la providencia de Dios, los principales criterios fueron el haber sido escritos en hebreo o arameo, con contenido que no contradijera los libros de la Ley (ya que no había duda de que el Pentateuco fuera palabra de Dios) y escritos en algún punto entre Moisés (c. 1400 a.C.) y Malaquías (c.425 a.C.). Esta última fecha quiere decir a partir de ese punto dejaron de añadirse libros al Canon del A.T. Esto es importante porque los libros que comúnmente llamamos apócrifos fueron escritos posterior a esa fecha. Y como veremos más adelante, los judíos jamás los vieron como libros canónicos.
2) Para el N.T. algunos de los criterios fueron los siguientes: 1) tenía que ser escrito por un apóstol o un asociado de él, 2) el contenido debía estar en armonía, es decir, no contradecir al resto de las Escrituras y 3) el libro debía datar dentro del primer siglo d.C. y estar escrito en griego.
❖ Mounce, un importante erudito del N.T., añade lo siguiente: “la formación del canon del NT ocupó más o menos 350 años. Los diversos libros fueron escritos dentro del primer siglo y empezaron a circular entre las iglesias. El surgimiento de la herejía en el segundo siglo— especialmente en la forma del gnosticismo y su portavoz más sobresaliente, Marción—fue un impulso poderoso para la formación de un Canon definido. Empezó, entonces, un proceso de cernido por el cual la Escritura válida fue diferenciada de la literatura cristiana en general sobre la base de criterios como la paternidad literaria apostólica, su aceptación por las iglesias, y la correspondencia de doctrina con lo que la iglesia ya poseía. El Canon fue certificado finalmente en el concilio de Cartago (397 d.C.).”
Hasta ahora hemos visto el importante rol que la Iglesia tuvo en la formación del Canon bíblico, pero ¿qué dice la Biblia sobre los libros que actualmente tenemos? ¿Se habrá equivocado la Iglesia al incluir algún libro?
El testimonio de las Escrituras: el testimonio por excelencia
1) Veamos algunos pasajes donde la Biblia testifica de sí misma como Palabra de Dios empezando con el testimonio que da el Antiguo Testamento de sí mismo.
❖ Cuando las Escrituras del A.T. dicen “vino a mi palabra del Señor” o “así dice el Señor” o incluso “escribe estas palabras que te he dicho” nos están dando testimonio de que lo sigue después de esas frases introductorias es el mensaje o la palabra de Dios mismo. Esto no quiere decir que solo esas partes del A.T. sean palabra de Dios y las que no tenga una frase similar no lo sean. Lo único que enfatizan esas frases es que desde el inicio las Escrituras mismas daban testimonio de sí mismas como palabra de Dios.
2) Ahora veamos el testimonio que da el Nuevo Testamento del A.T.
❖ Cuando pasamos al Nuevo Testamento la luz aclara más el panorama sobre este tema con pasajes como: “Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo (2 Ped.1:20-21) y también “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia” (2 Tim.3:16).
❖ De estos y otros versículos podemos concluir que las Escrituras del A.T. (que equivalen a nuestros 39 libros, ninguno más y ninguno menos) son, sin lugar a duda, la palabra de Dios.
❖ ¿Pero qué hay de los libros apócrifos que aparecieron por primera vez en la Septuaginta? Aunque esa versión era la que muchos judíos usaban, ninguno aceptaba la apócrifa como Palabra de Dios. Sólo fueron libros de valor histórico para los judíos. Incluso Jerónimo al incluirlos en la Vulgata dijo que no eran textos canónicos sino libros de la iglesia que tenían utilidad histórica mas no autoridad.
3) ¿Qué hay de los libros del N.T.? ¿Entran estos libros en la categoría de Escritura inspirada por Dios? (Antes de contestar, recordemos que en la en la Biblia el término Escritura (s) es un término técnico o especial que hace referencia a aquellos escritos inspirados por el Espíritu y, por lo tanto, palabra de Dios).
❖ Pedro en su segunda epístola escribe lo siguiente: “Esto es lo que nuestro amado hermano Pablo también les escribió con la sabiduría que Dios le dio, 16 al tratar estos temas en todas sus cartas. Algunos de sus comentarios son difíciles de entender, y los que son ignorantes e inestables han tergiversado sus cartas, para que signifiquen algo muy diferente, así como lo hacen con otras partes de la Escritura. Esto resultará en su propia destrucción” (2 Ped.3:15-16). En este pasaje Pedro clasifica los escritos de Pablo como parte de las Escrituras.
❖ También, Pablo en su primera carta a Timoteo escribe: “Pues la Escritura dice: No le pongas bozal al buey mientras esté trillando, y el trabajador merece que se le pague su salario” (1 Tim.5:18). En este versículo Pablo cita a Lucas 10:7 y lo incluye dentro de la Escritura. La conclusión es entonces que el evangelio de Lucas es parte de los escritos inspirados por Dios ya que se le llama Escritura.
4) Pero ¿qué hay del resto? ¿Qué hay de Mateo, Santiago y los demás escritores?
❖ En primer lugar, aquellos libros escritos por los apósteles, tales como Mateo, Juan, Santiago, 1 y 2 de Pedro, 1-3 de Juan y Apocalipsis, fueron incluidos y aceptados como parte de las Escrituras, ya que fue primeramente a los apóstoles a quienes el Espíritu Santo capacitó para hablar y escribir la palabra de Dios. Esto lo sabemos por la promesa que Jesús les hizo, en la cual les prometió que enviaría a su Espíritu para que les recordara todas sus palabras y los guiara a toda verdad (Jn.16:12-15). Tomando esto en consideración, podemos concluir que los escritos de los apóstoles fueron inspirados por el Espíritu Santo.
❖ En segundo lugar, también hubo algunos escritos de autoría no apostólica, como Marcos, Hechos, Hebreos y Judas que el Espíritu Santo también inspiró y, por lo tanto, se les considera como parte de las Escrituras. ¿Cómo sabemos que el Espíritu Santo los guio a escribir la palabra de Dios? Lo sabemos porque sus autores tenían una íntima relación o asociación con los apóstoles (Marcos con el apóstol Pedro, Lucas autor de Hechos con el apóstol Pablo y Judas con el apóstol Santiago) quienes también autorizaron o respaldaron sus escritos como palabra de Dios.
En el caso de Hebreos, es probable que no hubiera ese respaldo apostólico, sin embargo, la Iglesia decidió incluirlo dentro las Escrituras por su contenido, ya que éste era completamente congruente con el resto de las Escrituras, hablaba magistralmente de la superioridad y suficiencia de Cristo y porque la mayoría de la Iglesia antigua percibió en las palabras de esta epístola, las palabras mismas de Dios.
Conclusión
Como podemos observar, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento son la Escritura inspirada por Dios y, por lo tanto, la palabra autoritativa del Señor. Y esto lo sabemos por el testimonio que la misma Biblia da de sí misma, el cual la Iglesia, dirigida por Dios, aceptó y reconoció como verdad.
Referencias
- Grudem, Wayne. (2007). Teología sistemática. Miami, Fl: Editorial Vida.
- Mounce, R. H. (2006). BIBLIA. En E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry (Eds.), Diccionario de Teología. Grand Rapids, MI: Libros Desafío.