Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: «Siervos inútiles somos; hemos hecho solo lo que debíamos haber hecho». —Lucas 17:10
En una bella iglesia en la que tuve oportunidad de trabajar hace algunos años, uno de los ancianos que entraba a orar con el equipo de adoración previo a cada culto público despedía a cada uno con una extraña frase. Justo antes de salir a servir, ya sea en la alabanza, audio, o al predicar: “Siervo inútil!” —nos decía. Al principio tomé eso como un recordatorio de nuestro lugar frente al Creador y de la humildad necesaria para servir al Señor, y todo eso es cierto. Por otro lado, al estudiar el pasaje del cual “Siervo inútil” viene, me di cuenta de una realidad aún más profunda; realidad que deseo compartir hoy.
La fe y el servicio
Y los apóstoles dijeron al Señor: ¡Auméntanos la fe! Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: «Desarráigate y plántate en el mar». Y os obedecería.
¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando ovejas, y cuando regresa del campo, le dice: «Ven enseguida y siéntate a comer»? ¿No le dirá más bien: «Prepárame algo para cenar, y vístete adecuadamente, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después comerás y beberás tú»? ¿Acaso le da las gracias al siervo porque hizo lo que se le ordenó?
Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: «Siervos inútiles somos; hemos hecho solo lo que debíamos haber hecho».
Lucas 17:5-10 LBLA
Un Contexto Complejo
Al leer de manera superficial el texto, esta es en realidad una de las parábolas más extrañas sobre el servicio. Jesús parece estar respondiendo a la pregunta de ¿cómo aumentar nuestra fe? Comienza a hablar del servicio. Y termina por decir que cuando un siervo ha hecho todo lo que debía hacer, sigue siendo un siervo inútil.
Para ser honestos, el título añadido (y no inspirado) de “La fe y el servicio” no ayuda en lo absoluto. De hecho, al estudiar el contexto, nos damos cuenta que la parábola tiene más que ver con el perdón que con el servicio. Sin embargo, el servicio es utilizado como un ejemplo. La forma como Jesús espera que sirvamos sirve como el estándar para la forma como Jesús desea que perdonemos. En ese sentido, si bien el punto central del pasaje es ¿cómo debo perdonar?, al mismo tiempo es un excelente pasaje que nos dice cómo debemos servir. ¿Cómo podemos ver esto?
En lo que precede al texto, Jesús ha ordenado a sus discípulos perdonar a aquellos que pequen contra ellos y cuando pidan perdón (Lc 17:1-4). Ante esta orden, los apóstoles responden “Jesús, ¡auméntanos la fe!” (Lc 17:5). Pausemos.
¿Qué estaban haciendo los discípulos con esta respuesta? ¿Estaban genuinamente tratando de crecer en su fe? La respuesta de Jesús parece un poco ruda para aquellos que realmente buscan creer. (Podemos comparar esa respuesta con Mc 9:17-27 y Jn 20:24-29, episodios donde Jesús responde compasivamente cuando hay falta de fe). En esta ocasión parece haber algo diferente. Parece que los apóstoles están poniendo la ‘falta de fe’ como excusa para no perdonar a su hermano. “Jesús, si tan solo tuviéramos más fe, ¡entonces podríamos perdonar como tu pides!”
Servicio como Estándar: Un Recordatorio
Ante esta excusa, tenemos la respuesta de Jesús en dos partes: Después de confirmar que su fe realmente es pequeña (Lc 17:6), Jesús utiliza la parábola del servicio como una lección para que los apóstoles no se justifiquen detrás de esa falta de fe. No sólo eso, sino que, comparando la forma como debemos perdonar con la forma como debemos servir, Jesús afirma que nuestros sentimientos tampoco son el último parámetro.
La parábola de Jesús nos muestra que los siervos sirven porque es lo que deben hacer. Su fe no debe afectar su servicio. Por supuesto, Jesús espera que tengamos fe (1 Jn 3:23). Pero cuando dudamos, cuando no estamos seguros, cuando nuestra fe flaquea, eso no es una excusa para dejar de servir. Al contrario, pareciera ser que continuar sirviendo a pesar de nuestras dudas es la respuesta esperada por el Maestro. Más aun, habrá momentos donde como el siervo de la parábola que había regresado de una larga jornada de trabajo, sin nada en el estómago (Lc 17:7), nosotros también estemos cansados y hambrientos, no solo física, sino espiritualmente. Y eso tampoco parece ser excusa para servir al Maestro (Lc 17:8).
En el mundo en el que vivimos, existe una idolatría hacia la autenticidad del yo que nos dice que “si no sentimos algo, entonces es hipocresía hacerlo”. Si no siento perdonar, entonces no perdono. Si no siento amor, termino el matrimonio. El mundo nos dice: “Si no siento servir, entonces no sirvo, porque de lo contrario estoy siendo ‘hipócrita'”. Esto es completamente contrario a lo que enseña la Palabra de Dios. Aunque el Señor espera que nuestros sentimientos estén en sintonía con su voluntad, también entendemos que vivimos en un mundo caído donde estamos siendo santificados, mientras crecemos poco a poco y cada día más a la imagen de Cristo (Ef 4:13, Fil 1:6). La Biblia tiene una categoría para quienes obedecen la voluntad de Dios, aunque no ‘sientan’ hacerlo. La Escritura le llama: fidelidad.
Por esto Jesús compara la forma como debemos perdonar a la manera como debemos servir. Jesús usa el estándar del servicio para hablar del perdón porque así como se espera que seamos siervos fieles a pesar de no sentirlo, a pesar de estar cansados y hambrientos, así también se espera que perdonemos a quienes nos piden perdón. En este sentido, aunque la parábola habla del perdón, es un gran recordatorio de la forma como debemos servir. Debemos ser siervos fieles.
Promesas para Siervos Fieles
Finalmente, aunque es cierto que debemos servir a pesar de cómo nos sentimos, a pesar de que nuestra fe en ocasiones flaquea, esto no es todo lo que Jesús tiene que decir acerca del servicio. En el mismo evangelio donde encontramos las palabras “siervo inútil”, encontramos también que el Señor está listo para exaltar al siervo a quien encuentra trabajando fielmente en su venida (Lc 12:35-37), y que a estos siervos fieles pondrá sobre mucho más en su reino por venir (Lc 12:43-44; 19:16-19).
Si bien es cierto que el servicio puede ser difícil, y más cuando nuestra fe flaquea, cuando estamos cansados, tristes, solos, o espiritualmente hambrientos, el Señor espera que continuemos sirviendo. Esto no es hipocresía, esto es madurez y fidelidad. Jesús por otro lado, no solo espera esta madurez, sino que en su gracia y misericordia ha prometido recompensarla en el día final.
¿Vendrá el cansancio? Sí. ¿Vendrán las dudas? Sí. ¿Nos sentiremos tentados a dejar de servir? Sí. Sin embargo mi llamado, eco del llamado de Jesús, es: ¡permanece fiel!
Otro evangelista, Mateo, agrega una frase memorable para los siervos que sirven fielmente a pesar de sus circunstancias: Mateo 25:23 dice, “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”.