Postura y Oración

¿Es importante nuestra postura en la oración? Me refiero a nuestra postura física. Por un lado, cuando era niño alguien me dijo que el Señor no necesita una postura específica para escucharnos, y que atarnos a una postura específica para rezar podría hacer que nuestras oraciones fueran mecánicas o nuestra actitud un poco farisaica. Esto no es del todo falso. Dios no necesita una postura específica para escuchar a su pueblo, y debemos cuidar la motivación de nuestro corazón para no caer in “fariseísmo”.

Por otro lado, sin embargo, me he dado cuenta de que los primeros historiadores de la iglesia constantemente hacían comentarios sobre la postura de las oraciones de algunos santos del pasado. Pensemos en las duras rodillas de Santiago, el Justo (por pasar tanto tiempo de rodillas en oración) en la Historia Eclesiástica de Eusebio. O, podemos pensar en Policarpo de Esmirna extendiendo los brazos al cielo mientras oraba antes de su martirio. Y qué decir de la postura del propio Jesús relatada en el Evangelio mientras oraba en Getsemaní (Mt 26:39; Mc 14:35; Lc 22:41-45); o de la descripción que hace el salmista sobre su propia postura en algunas de sus oraciones (Sal 28:2).

La postura puede no ser central en la oración. No hay una manera prescrita de colocarse físicamente para que nuestras oraciones sean “válidas” o se hagan “más eficaces”. Sin embargo, parece que, en ocasiones, los autores se esfuerzan por comentar sobre la postura física en la oración para mostrar que la postura es también una expresión de nuestro corazón hacia el Señor.

Así pues, aunque no siempre sea apropiado, ni siquiera posible, adoptar una determinada postura física para orar (Neh 2:4-5), sí parece ser cierto que la postura desempeña un papel importante en los momentos que han sido especialmente separados para comulgar con nuestro Dios en la oración.

Entonces, ¿por qué no intentar poner esto en práctica durante unas semanas? Veamos de qué manera afecta nuestra vida de oración y cómo?