12 Jun 2019

La Iglesia y el Orgullo Gay

Por Dr. J. Alberto Paredes

Orgullo, Identidad, Evangelio y Esperanza. 

Este mes se celebra a nivel mundial el mes del “orgullo gay”. Es impresionante como en menos de 10 años hemos pasado de ver esto como algo extraño e inmoral a tener todo un mes para celebrarlo. Cada vez son más las personas que están dispuestas a vivir de este modo en vez de luchar contra el, y para añadirle a todo esto, hoy en día, algunas iglesias están abriéndose a la posibilidad de aceptar la homosexualidad como un estilo de vida normal, aceptable y moral delante de Dios.

¿Qué decimos a todo esto?

En primer lugar, y antes de entrar en controversias, permítanme manifestar claramente la postura bíblica: La homosexualidad es pecado delante de Dios, y es un pecado especialmente abominable para Dios según sus propias palabras (Lev. 18:22, 20:13; Deu. 23:17; Rom. 1:24-32; 1 Co. 6:9-10; 1 Tim. 1:8-10; Jud. 7). Muchas iglesias hoy, en nombre del ‘amor’, han omitido esta verdad. Pero, donde la verdad es ocultada, el verdadero amor no es manifestado. ¡Espera!, si luchas con este pecado, o conoces a alguien que lo haga, no dejes de leer aquí, pues la Biblia afirma lo siguiente: Hay esperanza en Cristo, y hay esperanza para toda clase de pecadores (te lo dice el segundo pecador más grande [para respetar el lugar de Pablo, 1 Tim. 1:15]).

Amar a nuestros semejantes implica la urgencia de despertarlos a la verdad de que están muertos en sus delitos y pecados (Efesios 2:1) y a la necesidad de un Salvador que es Cristo Jesús presentandoles el Evangelio de esta esperanza. 

Ahora bien, ¿cómo vamos a dar a conocer esta esperanza en medio de una cultura que no solo acepta, sino que, promueve la inmoralidad?

La única esperanza para sobreponerse a la dictadura del orgullo gay es predicar la humildad en Cristo. 

Existen dos fundamentos sobre los cuales la frase “orgullo gay” trabaja, y aunque parezcan muy obvios, hay que señalarlos y analizar qué es lo que la Palabra de Dios dice al respecto. 

Orgullo y Humildad

El primero de estos es el orgullo. La primera cosa a la que la frase “orgullo gay” llama nuestra atención es a estar orgullosos de nuestra “orientación sexual”. Sin embargo, la Biblia nos advierte sobre tener una actitud orgullosa en general. 

El temor del Señor es aborrecer el mal. El orgullo, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, yo aborrezco.

Proverbios 8:13 LBLA

Podría parecer que este pasaje en el libro de proverbios en realidad está haciendo una amonestación general y que no tiene nada que ver con el problema de la homosexualidad. Y así es. ¡Ese es precisamente el punto! El orgullo es malo en sí mismo, y no necesita el apellido “gay” para que sea abominable a Jehová. Esto debe llamar la atención a ambas partes en la conversación:

Para la iglesia, esto nos debe recordar que estar orgullosos de nuestra vida heterosexual y considerarnos mejores por nuestras buenas obras, es igual de malo que estar orgulloso de cualquier otra cosa. Nuestra teología tiene que llevarnos a la humildad, a reconocer que aún el hecho de no luchar con esta ramificación de la inmoralidad y depravación humana no es algo que provenga de nuestra naturaleza, sino una gracia que Dios en su misericordia nos ha concedido. Cierto, quizá tu lucha no sea la homosexualidad. No estés orgulloso. Tu lucha con la pornografía, con la avaricia, con el enojo, con la desobediencia a los padres, tus pleitos, chismes, mentiras, soberbia, y falta de amor se encuentran en la misma lista junto con la homosexualidad (Romanos 1:24-32).

Esta frase, “orgullo gay”, lejos de despertar en nosotros una respuesta de “orgullo heterosexual” debería llevarnos a caer de rodillas delante de Dios. Pues el mismo Dios que aborrece la homosexualidad, aborrece el orgullo, y todos estos otros pecados en los que estábamos muertos, siguiendo al príncipe de la potestad del aire, y por los que éramos contados como hijos de desobediencia (Efesios 2:1-3) es de quien recibimos justificación en Cristo (Romanos 3:26), y por quién recibimos la fe para creer en Él, no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:4-10). 

Para aquellos que quieren importar a la iglesia el “orgullo gay” como algo que, ‘en el amor de Dios’, es compatible con Su Cuerpo (la iglesia) y con la Biblia, con amor permítanme recordar: Dios aborrece este orgullo. No hay manera de reconciliar esta realidad con lo que las teorías de identidad de género proponen. Aunque hay lugar en la iglesia para los pecadores, este lugar es para pecadores arrepentidos, no orgullosos. Si formamos parte de la Iglesia de Cristo, sólo existe una cosa en la cual podemos “jactarnos”: La Cruz de Cristo. 

Pablo escribe lo siguiente:

Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. Porque ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.

Gálatas 6:14-15 LBLA

Pablo, apóstol de Jesucristo, autor de quizá las porciones más leídas de literatura en la historia de la humanidad (las Epístolas Paulinas del Nuevo Testamento), quien fue el instrumento principal para extender el mensaje del evangelio a través del mundo conocido en los primeros siglos después de nuestro Señor Jesucristo, hebreo de hebreos, estudiado bajo Gamaliel, ciudadano Romano, dice lo siguiente: Jamás, nunca, por ningún motivo suceda que yo me enorgullezca más que por una sola cosa, la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Pablo entiende que no hay bases para el orgullo dentro de la iglesia, la única obra por la cual podemos enorgullecernos, es por aquella de Cristo en la cruz, una obra de Dios, cuyo resultado, cuando es comprendida y abrazada es, precisamente, la humildad. 

Ahora bien, para que nosotros podamos abrazar esta preciosa obra de la cruz, algo tiene que suceder: tiene que haber un cambio de identidad. No podemos continuar basando nuestra identidad en lo que éramos antes de conocer a Cristo. Es por esto que el apóstol dice: Porque ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. 

Nueva Creación, Nueva Identidad

Ahora pues, pasamos a tratar el segundo fundamento del “orgullo gay”: La “identidad gay”. Aquello de lo que el llamado “orgullo gay” está orgulloso, es precisamente este sentido de identidad que tienen en su orientación sexual. A lo que Pablo dice: ¡No! Debemos dejar atrás cualquier identidad que teníamos y ahora poseer una identidad en Cristo, como hijos de Dios, y coherederos con Cristo. 

Veamos lo que dice el apóstol:

¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

1 Corintios 6:9-11 LBLA

Pablo escribiendo a la iglesia en Corinto, en la misma carta, en el mismo párrafo, no solo condena la homosexualidad, sino que muestra cómo algunos de los integrantes de esta iglesia que solían tener su identidad en tal pecado, pasaron a tener una identidad en Cristo.

Y esto eran algunos de ustedes.

Pablo no dice que estas cosas son algunos de ustedes, sino que eran. ¿Qué pasó? ¿Por qué ya no son sino que eran? ¿Cómo fue que dejaron de ser esto y pasaron a ser otra cosa? Pablo dice:

Esto eranpero, fueron lavados, fueron santificados, fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de Dios.

Tras haber sido lavados, santificados y justificados en Cristo, hubo un cambio de identidad. Esto es lo que Pablo dice sobre lo que nos identificaba antes de venir a Cristo, lo que éramos antes. Pero, ¿qué hay de lo que ahora somos? Para los que estamos en Cristo, los que somos cristianos, nuestra identidad está en un sólo lugar:

Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos. Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios.

Gálatas 4:4-6 LBLA

A través de lo que el Hijo logró con el sacrificio en favor de los elegidos por el Padre, el Espíritu cambia nuestra naturaleza y pasamos de muerte a vida, de rechazados a aceptos, de una identidad en el pecado, a una identidad en Cristo. Aquél que entra la iglesia, no importa cuál sea su pecado, debe haberlo abandonado. Ya no podemos ser más conocidos por nuestra vieja naturaleza, sino por la nueva, y por ser hijos de Dios. 

Esperanza en Cristo

El más grande éxito de Satanás respecto a este tema es hacerle creer al mundo que alguien que es homosexual está condenado a reconocer esto como parte de su “naturaleza” de por vida, que no hay nada que pueda hacer al respecto, y aún más, que es normal y que está bien, pero el Evangelio nos cuenta otra historia: Dios, que con su hablar trajo a la existencia el universo, que extendió los mares y les puso límite, que conoce el número de las estrellas y las conoce por nombre, que envió a su único Hijo para vivir perfectamente por sus elegidos, y le resucitó de entre lo muertos, este mismo Dios tiene poder para cambiar nuestra naturaleza de pecado a una que esté caracterizada por ser cada día más conforme a la imagen de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 

Ante el Orgullo Gay, Humildad en Cristo. Esta es la única forma de vencer la dictadura del orgullo gay. Lo único más poderoso que esto es el Evangelio de nuestro Señor, que es poderoso para salvar, que es poderoso para quebrantar corazones. Poderoso para convencernos de nuestro pecado y para destruir las mentiras de Satanás. Una actitud humilde sólo proviene de un corazón transformado por el Espíritu, y que tiene a Cristo como Señor y Salvador en su vida. 

Iglesia, lo mejor que podemos hacer en cuanto a este tema, es confiar y predicar la Palabra de Verdad. La Palabra condena el pecado de la homosexualidad, pero también ofrece una esperanza. Jamás debemos aceptar lo que Dios llama pecado como algo normal. Pero tampoco debemos mentir al decir que la homosexualidad es el pecado imperdonable. No lo es. Hay perdón en Jesús. El hijo de Dios (el cristiano) debe estar ansioso por compartir confiadamente estas maravillosas noticas con todos, aún con aquellos que están orgullosos de ser homosexuales. 

Si estás luchando con este pecado, escucha a la Palabra, no a tu conciencia, ni a tu corazón, el cual es engañoso (Jeremías 17:9). En Cristo hay esperanza. No estás solo, y no eres el único. La Biblia nos muestra cómo Dios una y otra vez manifiesta su poder para cambiar el corazón de sus hijos. Pide perdón a Dios, arrepiéntete, busca ayuda y regresa a Él. Dios perdona al pecador verdaderamente arrepentido, y la iglesia verdadera es la más grande evidencia de ello. 

Si no sabes cómo comenzar tu lucha contra este pecado, escríbenos, te queremos escuchar. 

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Estudiante de Maestrías en Divinidades y en Estudios Teológicos del Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por su país. Promoviendo la Reforma en México, Por Su Gracia…Para su Gloria.

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