15 Jun 2019

Disciplina Eclesiástica: Líderes Caídos

Por Dr. J. Alberto Paredes

El último caso que parece mostrar la Escritura es aquél en que un pastor, anciano, o líder cae en la práctica de vivir en pecado. Es bien importante distinguir entre caer en pecado, y vivir en pecado. Aunque el título del artículo pueda parecer confuso, yo estoy haciendo referencia al líder que ha caído de forma tal, que no puede levantarse por sí mismo. No pensemos en alguien que ha tenido un pequeño traspié o un tropiezo. Pensemos, más bien, en alguien que ha caído tan mal, que se encuentra severamente herido. Ha caído, y se encuentra allí, yaciendo en el suelo. Esta es la imagen que quiero presentar.

Principios Particulares: Líderes Caídos

¿Qué hacer cuando el pastor evidentemente se encuentra en pecado?

Tristemente una de las situaciones más comunes en la iglesia hoy es que el liderazgo está perdido. ¿Qué debemos hacer cuando esto ocurre? Pablo le escribe a Timoteo lo siguiente:

No ademitas acusación contra un anciano, a menos que haya dos o tres testigos. A los que continúan en pecado, repréndelos en presencia de todos para que los demás tengan temor de pecar. Te encargo solemnemente en la presencia de Dios y de Cristo Jesús y de sus ángeles escogidos, que conserves estos principios sin prejuicios, no haciendo nada con espíritu de parcialidad.

I Timoteo 5:19-21 LBL

Las instrucciones, si bien severas, son bastante claras. En primer lugar, debemos asegurarnos de que existen las evidencias suficientes y contundentes para admitir la acusación. Posteriormente, de tener las evidencias de que el anciano hubo persistido en aquél pecado, cualquiera que el pecado fuere, desde adulterio, violencia y fornicación, hasta soberbia, orgullo, avaricia o mentira. Cualquier pecado es igual, y con cualquiera que el anciano persistiere, debe ser manifestado públicamente. De nuevo, esto tiene un propósito: que todo el resto de la iglesia tenga temor de pecar. El corazón de Pablo al escribir esto es uno que tiene en alta estima la santidad de Dios, y el bienestar de la iglesia.

Además, Pablo no simplemente dio instrucciones difíciles, sino que tenemos el ejemplo bíblico que nos muestra cómo él mismo tuvo que aplicar esto en una ocasión:

Pero cuando Pedro vino a Antioquía, me opuse a él cara a cara, porque era de condenar. Porque antes de venir algunos de parte de Jacobo, él comía con los gentiles, pero cuando vinieron, empezó a retraerse y apartarse, porque temía a los de la circuncisión. Y el resto de los judíos se le unió en su hipocresía, de tal manera que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban con rectitud en cuanto a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué obligas a los gentiles a vivir como judíos?

Gálatas 2:11-14 LBLA

Podemos ver el resultado de esto en que Pedro fue sacudido por la amonestación de Pablo, y regresó al buen camino de la fe según Jesucristo. Tanto así que se refiere después a él como su hermano “amado”.

Por tanto, amados, puesto que aguardáis estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por El en paz, sin mancha e irreprensibles, y considerad la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como os escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada.

2 Pedro 3:14-15 LBLA

Algunas Recomendaciones

En primer lugar, y nuevamente, debemos decir que esto es para aquellos que se encuentran viviendo en pecado. No es el propósito de Pablo, ni de este artículo, que comencemos una cacería de brujas contra los pastores que pequen, pues todos lo hacemos. La cuestión es que son pecados que, como Pablo manifiesta, son evidentes, e incluso están arrastrando a otros a pecar.

En segundo lugar, es necesario decir que no cualquiera tiene el derecho de amonestar a su pastor. Veamos que Pablo le escribe a Timoteo, quien era pastor y anciano como él, cómo se debe aplicar esta disciplina. Por otro lado, es él mismo, apóstol, quien corrige a Pedro, otro apóstol, para que este se arrepienta. Debe ser otro líder, primordialmente, quien aplique este tipo de disciplina.

En tercer lugar, veamos las similitudes y diferencias entre Mateo 18 y este caso particular en la cuestión de los testigos. En Mateo, en cuanto a los problemas entre hermanos, nos llama a buscar uno o dos testigos más. En el caso de los líderes, se nos dice que no se acepte acusación a menos que sea hayan dos o tres testigos. Aunque parezca mínima, es evidente que existe un mayor número de testigos, por lo que no está mal inferir que la persona quizá ya haya hablado personalmente con el líder, y sepa de, por lo menos, dos hermanos más que conozcan la situación.

¿Por qué Dios nos manda a practicar estas cosas tan difíciles? En el siguiente y último artículo de esta serie, regresaremos al tema fundamental de la disciplina eclesiástica: la santidad de su amada.

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Maestro en Divinidad y Maestro en Estudios Teológicos, y por el Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Autor del libro «Santa Cena Virtual». Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por Latinoamérica.

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