Mucha gente, entre ellos los ateos, insisten que la doctrina de la Trinidad es contradictoria e irracional y, por lo tanto, inaceptable. ¿Cómo respondemos a esto? ¿Es la doctrina de la Trinidad ilógica?
Para poder contestar necesitamos primero saber el significado de tres términos: 1) contradicción, 2) antinomia y 3) misterio. Una vez que hayamos entendido estos conceptos veremos con más claridad lo que la Biblia dice sobre este tema.
Contradicción:
Una contradicción es una idea o concepto que carece de lógica principalmente por romper la ley de la “no contradicción,” la cual dice que algo no puede ser lo que es y no ser lo que es al mismo tiempo y en el mismo sentido. Por ejemplo: podemos decir que Juan es un hombre y un padre al mismo tiempo y estar dentro de los parámetros de la lógica, pero no podemos decir que Juan es un hombre y simultáneamente afirmar que no es un hombre; ni podemos decir que Juan es un padre y un hijo al mismo tiempo y en el mismo sentido porque al afirmarlo estaríamos diciendo que Juan es el hijo de su propio hijo o el padre de su propio padre, lo cual sería una declaración rotundamente contradictoria. Con esto en mente, apliquemos este principio a la doctrina de la Trinidad y veamos si viola la ley de no contradicción.
R.C. Sproul, que fue uno de los teólogos más importantes del siglo 21, nos recuerda la definición clásica de la Trinidad enunciándola de la siguiente manera:
• Dios es uno en Esencia (A) y tres en Persona (B)
Si analizamos detenidamente esta declaración, nos podemos dar cuenta que esta definición bíblica de la Trinidad no infringe el principio de la no contradicción porque nos muestra que Dios es simultáneamente uno y tres, pero no en el mismo sentido. Si notamos con cuidado veremos que la doctrina de la Trinidad afirma que Dios es uno en cierto sentido (A) y tres en otro sentido (B). Por lo tanto, evidenciando que la fórmula bíblica e histórica de la Trinidad es completamente valida y racional.
¿Cuál sería una enseñanza ilógica sobre la Trinidad? Sproul nos comenta que cualquiera de los siguientes ejemplos entraría en el ámbito de lo irracional.
• Dios es uno en esencia (A) y tres en esencia (A)
• Dios es uno en persona (B) y tres en persona (B)
Siendo la razón porque Dios sería algo y no sería ese algo al mismo tiempo y en la misma relación.
Antinomia y misterio:
Una antinomia hace referencia a la combinación de dos principios verdaderos (en este caso, Dios es uno en Esencia y Dios es tres en persona) pero que para nosotros parecen incompatibles o contradictorios, aunque no lo son. En otras palabras, una antinomia es un conflicto aparentemente sin solución.
Un misterio, por el otro lado es similar, pero enfatiza la idea de algo que es verdadero pero que no entendemos en su totalidad. En este caso, la doctrina de la Trinidad es algo que la Biblia enseña como verdad, pero que nuestro intelecto no puede comprender totalmente. Dicho de otra forma, un misterio es una verdad que no comprendemos plenamente debido a nuestra mente finita. Cuando hablamos de esta doctrina es bueno entonces usar ambos términos, ya que cada uno enfatiza algo importante. Por eso decimos que la Trinidad es una antinomia misteriosa ya que, por un lado, se enfatiza el elemento de que es la combinación de dos principios verdaderos los cuales son coherentes y lógicos (antinomia) y por el otro lado, se resalta el hecho de que no entendemos todos los detalles de cómo es esa compatibilidad (misterio). Por esta razón, hablando de la Trinidad el teólogo J.I. Packer escribe: “La formulación histórica de la Trinidad trata de circunscribir y salvaguardar este misterio, no de explicarlo; eso está fuera de nuestro alcance.”
Habiendo dicho esto, observemos ahora algunos textos bíblicos que nos enseñan la unicidad del Ser divino y su tripersonalidad.
Dios es uno en Esencia
Los siguientes textos nos confirman la existencia eterna de un sólo Dios, o sea de una sola Esencia divina.
• Yo soy el Señor, y no hay otro; fuera de mí no hay ningún Dios. Aunque tú no me conoces, te fortaleceré, para que sepan de oriente a occidente que no hay ningún otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay ningún otro (Isa.45:5-6)
• Uno de los maestros de la ley se acercó y los oyó discutiendo. Al ver lo bien que Jesús les había contestado, le preguntó: —De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante? —El más importante es: “Oye, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor—contestó Jesús—. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. (Mr.12:28-30)
• De modo que, en cuanto a comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo no es absolutamente nada, y que hay un solo Dios. Pues aunque haya los así llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra (y por cierto que hay muchos «dioses» y muchos «señores»), para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos. (1 Cor.8:4-6).
Dios es tres en Persona
La revelación bíblica nos muestra también que esta única Esencia divina siempre ha existido en tres personas que, aunque diferentes en personalidad y función (Mt.3:16-17; 2 Cor.13:14), son cada una plenamente Dios. De manera que, el Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo, pero, sí es consustancial en divinidad con el Hijo y Espíritu. Lo mismo el Hijo, quien no es Padre ni el Espíritu Santo, pero sí es consustancial en deidad con los otros dos miembros de la Trinidad y así también con el Espíritu Santo, quien no es el Padre ni el Hijo, pero sí es de la misma sustancia o esencia divina que el Padre y el Hijo. Por supuesto, aquí es donde entra lo que se dijo anteriormente sobre el misterio de la Trinidad, a saber, que Dios es uno en sustancia o esencia, pero tres en persona. Veamos entonces algunos pasajes que nos mostrarán la divinidad de cada persona de la Trinidad.
Sustento bíblico para la deidad del Padre:
Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios (Isa.44:6 RV60).
Sustento bíblico la deidad del Hijo:
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Is.9:6 cf.Jn.1:1 y Jn.20:28)
Sustento bíblico para la deidad del Espíritu Santo:
¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 8Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás (Salmo 139:7-8; cf. Hch.5:3-4 y 1 Cor.2:10-11)
Conclusión:
Finalmente, es necesario afirmar que la Trinidad no es únicamente un misterio, sino que es un misterio con implicaciones que sí podemos entender y practicar. ¿Qué quiere decir esto? Que aunque nos sea imposible entender exhaustivamente la Trinidad, la enseñanza de la Biblia nos impulsa a reconocer la verdad de que Yahvé es un Dios trino, y que por lo tanto, existe en una perfecta comunidad de tres personas de la misma sustancia, poder y gloria, quienes desde la eternidad y para la eternidad se relacionan en perfecto amor porque “Dios es amor” (1 Jn.4:8; cf. Jn.17:24; 14:31). “Este amor eterno del Padre por el Hijo, del Hijo por el Padre y de ambos por el Espíritu Santo hace del cielo un mundo de amor y gozo porque cada persona de la Trinidad procura dar gozo y felicidad a las otras dos” (Grudem).
Pero el Dios trino no sólo se relaciona con los miembros de la Trinidad, la Biblia y nuestra experiencia nos muestran que también se relaciona con su creación en justicia, santidad y gracia. De esta manera, por medio de las relaciones inter-trinitarias y extra-trinitarias, él nos enseña que es un Ser relacional, y debido a que somos imágenes de él, nos es imperativo reflejar esa característica relacional. Primero con él, al relacionarnos en sumisión, obediencia, amor, y prioridad y segundo con el prójimo con quien hemos de relacionarnos en amor, servicio, justicia y misericordia. ¿Dónde vemos cumplido esto a la perfección? En la segunda persona de la Trinidad, en Jesús, quien siendo “la fiel imagen de lo que él es” (Heb.1:3b) se somete, obedece, ama y prioriza su relación con el Padre, pero al mismo tiempo ama, sirve, y trata de manera justa y misericordiosa a los demás.
Por otro lado, el gran misterio de la trinidad nos alegra y nos da un sentido profundo de humildad, asombro y privilegio pues nos recuerda que servimos a un Dios poderoso, infinitamente más grande, majestuoso y más glorioso que nosotros. En otras palabras, la verdad de la Trinidad es una clara declaración de la suprema magnificencia de Dios, y motivo por el cual sus criaturas deben, en asombro y reverencia, servirle y adorarle. Es por esto por lo que, en actitud de adoración, declaramos en nuestra confesión de fe (de Enviados Mx), “que Dios es incompresible en la inconmensurable gloria de su completa majestad,” justo antes de declarar la antinomia misteriosa de la Trinidad.
Por consiguiente, y regocijándonos en las aplicaciones de esta enseñanza, confesamos que la doctrina de la Trinidad, aunque un misterio para nuestro entendimiento es, totalmente lógica, verdadera y útil, y junto con Atanasio decimos que:
“adoramos a un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad, sin confundir las Personas, ni dividir la Sustancia. Porque es una la Persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; mas la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu es toda una, igual la Gloria, coeterna la Majestad. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Incomprensible es el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno es el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno; como también no son tres incomprensibles, ni tres increados, sino un solo increado y un solo incomprensible. Asimismo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y, sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. Así también, Señor es el Padre, Señor es el Hijo, Señor es el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor. Porque, así como la verdad cristiana nos obliga a reconocer que cada una de las Personas de por sí es Dios y Señor, así la religión Cristiana nos prohíbe decir que hay tres Dioses o tres Señores. El Padre por nadie es hecho, ni creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, ni engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente. Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en esta Trinidad nadie es primero ni postrero, ni nadie mayor ni menor; sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente y co-iguales. De manera que, en todo, como queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad. Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad…Esta es la Fe Universal, y quien no lo crea fielmente no puede salvarse. Amén.”