30 Ene 2019

Una Breve Historia de la Reforma

Por Dr. J. Alberto Paredes

500 Años en 5 Minutos

¿Eres Reformado? ¿Protestante? ¿Tienes idea de qué es lo que protestas? Las lecciones de historia me parecían tremendamente aburridas en la primaria y secundaria, pero cuando descubrí que la historia nos ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea, comencé a prestar atención más de cerca, y me di cuenta de su tremenda utilidad.

Además, es mi opinión muy personal, que estudiar historia (aunque sea de forma muy superficial) es una ordenanza bíblica. Pero esto es tema de otro artículo. 

La fecha que marca el inicio para los historiadores modernos de la Reforma Protestante es el 31 de Octubre de 1517. Este fue el día en que Martín Lutero calvó sus 95 Tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Pero; ¿Por qué las clavó? ¿Cuál era su intención? ¿Qué estaba sucediendo en ese tiempo?

Antecedentes de Lutero

Martín Lutero nació en Eisleben el 10 de noviembre de 1483 de Hans y Margaret Luder. Hans se dedicó a la minería inicialmente como trabajador y posteriormente subiendo en el escalafón llegando a ser algo así como lo que hoy vendría siendo un gerente o jefe de obra. 

Al provenir de una familia de campo con recursos limitados, naturalmente Hans deseaba poder proveer mayores oportunidades para sus propios hijos que las que él tuvo. Por este motivo, convenció a Lutero de estudiar leyes, una de las profesiones más reconocidas y mejor remuneradas de aquel tiempo; y así, lo envió a la universidad de Erfurt en 1501. 

Su desempeño fue verdaderamente favorable, aprendió latín, y es probable que el tiempo que pasó estudiando leyes haya influido posteriormente de forma dramática en su profundo entendimiento de la justificación necesaria ante un Dios santo. 

Aunque todo iba bien en la escuela, en el año 1505 durante uno de sus viajes de regreso a la misma universidad; una tormenta eléctrica interrumpió su camino. Aparentemente la tormenta fue tan intensa, que uno de los rayos que cayó cerca de él lo tiró de su caballo; y en un arrebato de temor y pánico por su vida, Martín Lutero hizo el siguiente voto: 

         “Sálvame, Santa Ana, y me volveré un monje…”

Al ser Santa Ana patrona de los mineros (y presuntamente también de quienes se encontraban en medio de tormentas eléctricas) es natural que Lutero haya decidido aludir a ella en su momento de necesidad. Finalmente, Lutero sobrevivió la tormenta, y lo que para muchos pudiera haber sido un grito desesperado a lo sobrenatural para salvar la vida, digno de ser pasado por alto una vez hallada la calma; para Lutero era una promesa que debía de cumplir. 

Así, y a pesar del enojo e ira de su padre, Lutero dejó la universidad para ingresar al monasterio de Erfurt, de orden Agustiniana. 

Lutero: Monje Agustino

Aunque podríamos pensar de primera mano que Lutero eligió esta orden por las enseñanzas de San Agustín de Hipona, férreo defensor de la fe ortodoxa e intenso crítico y adversario teológico de Pelagio en el siglo quinto; esto es poco probable, puesto que para la época medieval la iglesia había abandonado el núcleo del agustinianismo clásico, que establecía la gracia de Dios manifestada en el sacrificio de Cristo como la única base sólida para estar en buenas relaciones con el Padre. Contrario al agustinianismo, Pelaigio negaba la doctrina del pecado original; por tanto enseñaba que el hombre no necesitaba la gracia de Dios, sino que, por lo menos en teoría, podría ganar la vida eterna para sí mismo, siempre y cuando mantuviera una vida perfecta de buenas obras. 

Por supuesto que la iglesia condenó esta postura como herejía en tiempos de Agustín; sin embargo, para los días de Lutero, la iglesia católica había adoptado una postura similar; la cual establecía que, si bien la gracia mostrada en el sacrificio de Cristo era necesaria para la salvación del creyente; ésta no era suficiente, sino que a ella debían ser añadidas buenas obras para obtener la salvación. A esta postura se le conoce como Semi-Pelagianismo; pues el énfasis que hace en las buenas obras como necesarias para salvación es más cercano a la teología de Pelagio que su postura de la gracia es a la de Agustín. Esta postura semi-pelagianista, es, por cierto, la que mantiene la iglesia Católica Apostólica y Romana hasta hoy. 

De cualquier forma, con o sin conocimiento de los escritos de Agustín, Lutero se hizo monje en Erfurt. Para este tiempo; él había comenzado a estudiar más acerca del carácter justo y santo de Dios; por lo que había una pregunta que lo atormentaba: ¿Cómo un ser tan pecador podía estar bien ante un Dios justo? Lutero trataba de alcanzar por obras aquello que más anhelaba, La Paz con Dios, y la seguridad de estar en buenas relaciones con él. La historia narra que, para ello, pasaba días encerrado, auto-flagelándose, durmiendo en el frío semidesnudo, y confesándose por oras, tanto, que sus compañeros pensaban que sus momentos de confesión en realidad eran una vía de escape de las tareas monásticas diarias. Sin embargo, no era así. Nada de lo que Lutero hiciera podría traer seguridad a su vida. Llegó a manifestar lo siguiente: “…—Me preguntan si amo a Dios? A veces lo detesto!” Esta frase casi profana nos muestra el peso y la carga de la culpa que existía en la persona de Lutero. No detestaba a Dios por su justicia, sino que detestaba a Dios por poner un estándar tan alto como las obras que era imposible de alcanzar…Más tarde descubriría que esto no es lo que la Palabra enseña. 

En aquella época un monje no necesariamente tenía labores sacerdotales; sin embargo, Lutero tomó otra decisión que cambiaría su vida: decidió ordenarse como sacerdote en 1507. Como tal, tenía el privilegio y la responsabilidad de celebrar la misa, y lo intentó hacer por primera vez ese mismo año sin éxito. De hecho, fue un terrible fracaso. En la teología católica medieval, al momento de celebrar la misa, la creencia que tienen es que los elementos de la misa, es decir, el vino y la oblea, se transformaban realmente en el cuerpo real y la sangre real y físicos de Cristo. Esto lo conocemos como transubstanciación. Y también es lo que cree la iglesia católica hoy en día. Lo que sucedió con Lutero es que, al tener que bendecir los elementos para posteriormente repartirlos, entró en crisis. No podría conciliar que él, siendo tan pecador, tuviera en sus manos algo tan sagrado como el cuerpo y la sangre del Señor Jesucristo. De modo que se paralizó y alguien más tuvo que intervenir para continuar la misa. 

Por este motivo, y bajo el consejo de su padre espiritual, fue enviado en 1508 a la relativamente nueva universidad de Wittenberg fundada por Federico el Sabio, elector de Sajonia, que formaba parte del Sacro Imperio Romano de la época. Allí dio conferencias sobre la obra más famosa del teólogo medieval Pedro Lombardo titulada Librum Quattro Sententiarum, o libro de las cuatro oraciones; así como estudios sobre largas porciones de la Biblia.

Entre 1510 y 1511, Lutero fue comisionado para viajar a Roma para tratar unos asuntos pertinentes a la orden Agustiniana. Este viaje había causado altas expectativas en Lutero, pues por fin conocería la Ciudad Santa. Para su sorpresa, lo que vio en aquella ocasión no fue más que la corrupción y la maldad que se se habían infiltrado en la iglesia, y que ahora eran evidentes en la perversidad como promocionaban las indulgencias y las reliquias con la excusa de invertir en el reino de Dios y disminuir el tiempo de los familiares fallecidos en el purgatorio, empobreciendo a los más necesitados, y enriqueciendo cada vez más al clero. En ese viaje, Lutero compró una indulgencia para algún familiar la cual además del costo monetario se debía completar subiendo de rodillas la escalera de Pilatos rezando un padre nuestro en cada uno de sus 28 peldaños. Al finalizar Lutero comentaría “…y quién sabe si esto es cierto”.

Desilusionado de la iglesia y del papado, pero no De Dios, regresó a sus labores como profesor en Wittenberg decidido a continuar enseñando y aprendiendo la verdad que se encontraba en la Palabra De Dios. Sobretodo estudiando y dando conferencias en los Salmos y el libro de Romanos. 

Desarrollo Teológico

Entre los años 1515 y 1516, el pensamiento de Lutero sufrió un cambio irreversible al profundizar en su entendimiento del pecado no como un simple error del ser humano, sino como una condición de muerte de la cual no podía regresar por voluntad y esfuerzo propio de ninguna manera; aunado a esto, Lutero tuvo que preparar una conferencia sobre el texto que se encuentra Romanos 1:17; “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá…”

Este era un tema terriblemente complicado de estudiar para Lutero pues era precisamente el tema que lo atormentaba: La Justicia de Dios. Atacaba exactamente la pregunta que no se había podido responder hasta el momento: ¿Cómo un ser tan pecador podía estar bien ante un Dios justo? Los comentarios de Lombardo y otros teólogos medievales no ayudaban mucho. Este tema era tan terrible para Lutero puesto que el entendía que si Dios, justamente juzgara a un hombre como él, no importaba lo mucho que se esforzara, la única opción viable sería la perdición eterna. El entendió la indescriptible distancia que hay entre un Dios justo y un pecador, y que los estándares de la justicia divina eran tan altos, que no había manera en que el hombre por sus propios méritos pudiera reconciliarse con Dios. Sin embargo, al profundizar en el texto, llegó a un entendimiento distinto de aquél que se tenía en la iglesia medieval tardía. No nuevo, pues de hecho es la interpretación y el mensaje original del texto con el que se encontró; y era el siguiente: El hombre puede estar bien con Dios, no por una justicia propia que proviniera de la persona misma, sino por una justicia que era una declaración de Dios, en que imputaba la justicia de Cristo por medio de la fe, al creyente, y los pecados del creyente, por medio de la fe, a Cristo, pagando el por la cruz nuestros pecados. Este entendimiento abrió las puertas del paraíso para Lutero, y así comprendió por primera vez en su vida, la justificación que es sólo por gracia, sólo por la fe, sólo en Cristo Jesús. 

Quedémonos con esa idea en la cabeza un momento, y discutamos aquello que ocurría al rededor de Lutero mientras las puertas del paraíso le eran abiertas…

Mientras Tanto… En Europa…

El Papa León X, proveniente de los Medici, y reconocido como uno de los papas más corruptos de la historia de la iglesia había sucedido a Julio II tras su muerte; y estaba decidido a terminar el proyecto que su predecesor había comenzado; es decir, la basílica de San Pedro. Sin embargo, había gastado ya la mayor parte de los recursos económicos de la Iglesia, y no tenía dinero con el cual continuar la construcción. A su vez, en Alemania, un joven príncipe llamado Alberto de Branderburgo, el cual era demasiado joven para ser obispo según la ley canónica, tenía de hecho dos obispados. Esto lo había conseguido mediante un recurso llamado simonía; término que hace referencia al intento que se relata en el libro de los hechos de Simón el mago de comprar por dinero los dones del Espíritu Santo. Sin embargo, lejos de ver esto como algo malo, era una práctica común en la iglesia medieval. De modo que Alberto había pagado sus dos obispados por medio de las simonías, y cada obispado le daba más poder. Además, una nueva vacante de arzobispado en Alemania estaba disponible por lo que Alberto vio su oportunidad de llegar a ser el clérigo más poderoso de Alemania. Así pues, las circunstancias se combinaron tanto para que León X tuviera oportunidad de financiar su basílica, como para Alberto de Brandenbrgo obtuviera el deseo de su corazón. León pidió 12 mil ducados, mil por cada uno de los apóstoles, a lo que Alberto respondió que ofrecería 7 mil ducados, mil por cada uno de los pecados capitales. Quedando al final un precio acordado de 10 mil ducados, uno por cada uno de los 10 mandamientos. Sin embargo, la realidad es que Alberto no tenía los 10 mil ducados, por lo que la iglesia quiso ayudarlo otrogándole la concesión de vender indulgencias por el territorio alemán, y proveyéndole de su mejor vendedor; un monje dominico llamado Juan Tetzel. Tetzel era conocido por hacer cualquier cosa para vender sus indulgencias; yendo hasta al punto de prometer que sus indulgencias quitarían la culpa aún de aquél que violara a la mismísima madre de Jesucristo.

Las 95 Tesis

Regresando a Wittenberg, Lutero fue testigo de cómo las indulgencias de Tetzel no sólo afectaban verdaderamente la economía de la pobre población alemana en Wittenberg para satisfacer las ambiciones del Papa y de Alberto de Branderburgo, sino que además iban completamente en contra de la realidad del envagelio de Cristo, el cual promete salvación gratuita por medio de la fe en Él de pura gracia. Así pues, el 31 de Octubre de 1517, Martín Lutero clava en la puerta de la Iglesia de Wittenberg sus 95 tesis contra las indulgencias; denunciando teológicamente estas prácticas y llamando a un debate académico sobre el tema.

Algo interesante sobre esto, es que aquellas tesis estaban escritas en latín, y era así porque el propósito de Lutero jamás fue encender una revolución. El latín era el lenguaje de los académicos, no de la gente común. Lutero no deseaba revelarse ante la iglesia, sino explicar su postura y debatir a favor de ella. Sin embargo, sus tesis fueron traducidas, probablemente por alumnos de la misma universidad, al alemán, y haciendo uso de un invento reciente de Juan Gutemberg llamado “la imprenta”, sus tesis se reprodujeron como una llama se convierte en un incido forestal, que incendió toda Europa. En cuestión de semanas, sus tesis estaban traducidas en varios idiomas, y era de conocimiento popular que un profesor agustino llamado Martín Lutero, había publicado en contra de la venta de indulgencias. 

El Juicio de Lutero

Por supuesto, esto llegó hasta la ciudad del vaticano, y Lutero fue excomulgado mediante una bula papal llamada Exsurge Domine en 1520, la cual llegó hasta Wittenberg el 10 de Diciembre del mismo año. Lutero recibió la bula, y lideró una procesión hacia una plaza donde la quemó públicamente. Posteriormente Lutero fue convocado a presentarse ante el Papa en Roma, sin embargo, Federico el Sabio intercedió por él, alegando que la ley alemana establecía que un alemán debía ser juzgado en tierras alemanas. Por lo que fue convocada una dieta en la ciudad de Worms en 1521 donde le fue prometido un salvoconducto, es decir, la promesa es que el podría llegar e irse de la reunión independientemente de cuál fuera el resultado. Debemos estar también conscientes, que para este tiempo la Santa Inquisición aún estaba en funciones, y que si a Lutero no lo quemaron en ese momento, fue más por razones políticas que porque la iglesia no tuviera deseos de hacerlo. 

En esta dieta Lutero aún creía que tendría la posibilidad de debatir y argumentar a favor de sus posturas, para su sorpresa, la pregunta fue sucinta, corta, clara: ¿Te retractas de todos tus escritos? (Que para ese tiempo ya eran bastantes más que sólo las 95 tesis). Lutero pidió 24 horas para pensar su respuesta. Al día siguiente se presentó ante la sala y dijo ante la mirada expectante de todos los presentes: 

         A menos que sea convencido por el testimonio de la Escritura o por un argumento razonable; puesto que no confío en papas ni concilios que han demostrado equivocarse varias veces, mi conciencia está cautiva a la Palabra De Dios, e ir contra tal conciencia no es seguro ni correcto. No puedo ni quiero retractarme. 

Conclusiones y Resultados

Así pues, la teología de Lutero continuó esparciéndose por Europa. Hubieron altibajos en el movimiento de reforma, y así como hubo quienes se desviaron por completo de la intención de Lutero que no era más que ser fiel a la predicación del verdadero evangelio, hubo también quienes profundizaron en aspectos teológicos en los que Lutero no dio precisamente en el blanco. Entre ellos podemos mencionar a otros reformadores como Zwinglio en Suiza, Calvino en Francia, John Knox en Escocia, entre otros…

Por supuesto, esta no es toda la historia de la Reforma, pero establece las bases de la teología reformada que son las siguientes:

  1. Sola Scriptura. Ni los concilios ni los papas ni ningún otro hombre determina las doctrinas y fundamentos de la fe cristiana. La autoridad es completamente de la Escritura, y es la Biblia la que se interpreta a sí misma. Todos los documentos, iglesias, concilios, sínodos etcétera, derivan su autoridad únicamente y sólo en tanto estén alineados a la doctrina bíblica.
  2. Sola Fide. La salvación es únicamente a través de la fe. Debemos aclarar aquí la postura Reformada sobre sola fide no niega la existencia de las buenas obras; si no que las tiene en muy alta estima, pero no como requisito para la salvación, sino que como consecuencia natural de la misma. 
  3. Sola Gratia. La salvación es solamente por gracia, no por nada que nosotros hayamos hecho para merecerla, pues no hay, de hecho, nada que nosotros podamos hacer para obtenerla. La salvación es un favor no merecido de Dios. 
  4. Solus Christus. Esta gracia de la que hemos hablado, se ve manifestada únicamente a través de la persona de Cristo y su obra preciosa en la encarnación, vida perfecta, muerte de cruz, resurrección y ascensión. La fe que es para salvación es sólo a través de Cristo. 
  5. Soli Deo Gloria. El propósito final y más grande de todo esto es que Dios sea glorificado en todo. Para este propósito fue creado el hombre, y el hombre perfecto, es decir, Jesucristo, lo cumplió a la perfección. 

Muchas otras frases fueron acuñadas, y muchas otras doctrinas ortodoxas fueron desempolvadas y restablecidas durante la reforma. Pero las 5 Solas resumen de una buena forma la base sobre la que se edifica el resto de la doctrina reformada. Y si tuviera que quedarme con una de ellas; ésta sería la primera. Solo la Escritura es la autoridad Inerrante e Infalible de Fe y práctica para la humanidad. Allí encontraremos todas aquellas otras doctrinas que fueron rescatadas, y de las cuales hablaremos en otra ocasión.

Lamentablemente, la unidad de la iglesia protestante no es una marca de la cual podamos estar orgullosos; sobretodo en México y Latinoamérica. Las diversas denominaciones que surgieron a raíz del protestantismo se encontraban, hasta hace algunos años, más dividas que nunca. Gracias a Dios, en tiempos recientes con movimientos como Coalición por el Evangelio, Juntos por el Evangelio, las conferencias Ligonier, entre otros eventos y organizaciones en Estados Unidos, hermanos de distintas denominaciones han comenzado a trabajar juntos; fijándose sobre todo en aquellas doctrinas fundamentales que los unen, antes que en aquellas secundarias que los separan. Algo similar a lo que sucedió con la creación de la Confesión de Ausgburgo, pero esa es otra historia….

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Estudiante de Maestrías en Divinidades y en Estudios Teológicos del Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por su país. Promoviendo la Reforma en México, Por Su Gracia…Para su Gloria.

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