6 Nov 2021

Los Dones del Espíritu: Cesacionismo y Continuismo

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Por Dr. J. Alberto Paredes

Estamos cerca del final de la serie de los Dones Espirituales. Es buen momento de hacer un breve repaso. En el artículo anterior, revisamos la distinción entre los dones ordinarios y extraordinarios. (Si no has tenido oportunidad de leer el artículo anterior, lo recomiendo ampliamente antes de comenzar con este artículo). Ahora, nos centraremos en la siguiente pregunta: ¿Son los dones milagrosos para el día de hoy?

Cesacionismo y Continuismo

El cesacionismo aboga por la finalización de los dones milagrosos durante el período entre el cierre del Canon bíblico (90-95 d.C) y la forma final del Canon (Siglo IV).

El continuismo aboga por la actividad continua del Espíritu Santo en la impartición de dones milagrosos a la iglesia hasta hoy.

En este punto, hay algunas distinciones útiles que debemos hacer. Ser cesacionista no significa que no creamos en los milagros en absoluto, sino que no esperamos que esos sucedan como una obra normal del ministerio del Espíritu Santo hoy en día por parte de hacedores de milagros, sanadores, llamados «apóstoles», etcétera. Al mismo tiempo, ser continuista no significa que necesariamente estés practicando curaciones milagrosas, profetizando, etcétera. Significa que aquello no será considerado una obra extraordinaria del Espíritu para este tiempo en la Historia Redentora. En otras palabras, no es tanto blanco y negro como es un espectro amplio. 

Dicho esto, un resumen de los principales argumentos a favor de la posición continuista son:[1]

  1. Las Escrituras en ninguna parte indican explícitamente que los dones milagrosos terminarán. Lo cual es cierto.
  2. Las Escrituras advierten explícitamente contra apagar al Espíritu (1 Tes 5:19). También cierto.
  3. Una visión cesacionista, dicen, implica creer algo que no está en el texto, y que tiende a ‘apagar’ al Espíritu de Dios. (¿Será cierto?)

A continuación veamos 6 respuestas reformadas tradicionales, y una respuesta más moderna.

5 Respuestas Reformadas Tradicionales (mas una moderna)

1. Buena y Necesaria Consecuencia

No hacemos teología sólo a nivel de palabras, hacemos teología a nivel de los conceptos. Esto quiere decir que, si un concepto está presente, sin importar que nuestros términos técnicos no estén allí, entendemos que la Biblia enseña dicho concepto con autoridad. Las Escrituras no hablan explícitamente usando el término Trinidad o Expiación por Sustitución Penal, por ejemplo, y no por ello dejamos de creer que dichos términos son bíblicos.

2. Solo Existe un Fundamento

Como se señaló anteriormente, solo hay un fundamento para la iglesia y un período de tiempo fundacional (Efesios 2:20-22). Ningún edificio está en eterna etapa fundacional. Si la intrincada conexión entre los dones milagrosos y el fundamento de la iglesia es verdadera (1 Co. 14:22; Heb 2:3-4), entonces, por consecuencia buena y necesaria, los dones que sirven a un propósito fundamental, como el  apostolado, la profecía, la obra milagrosa, la curación y las lenguas, han cesado después de cumplir ese propósito.

3. Un Canon Cerrado

Cuando menos, la mayoría de los cristianos estamos de acuerdo en que tenemos un canon cerrado. Esto es, nadie tiene la autoridad de agregar otro libro a las Escrituras (Ap 22:18-19). Al mismo tiempo, creemos que este canon cerrado es suficiente para la iglesia de Dios. Por lo tanto, si alguien viene con la afirmación de que Dios le ha hablado algo en privado para la edificación de la iglesia, debemos preguntarnos:

  1. ¿es esto algo que está en el Canon? Si lo es, entonces preferimos tenerlo en su forma inscripturada como la  palabra profética muy firme  (1 Pe. 1:19-21), y no de los labios de un ser humano falible.
  2. Si no está en el Canon, entonces ¿no es suficiente la Biblia (contra lo que enseñan Sal 19:7-14; 119; 2 Ti. 3:17)?
  3. Si proviene de un hombre inspirado y debe agregarse al Canon, entonces el Canon es abierto (e insuficiente en su forma actual).

4. Apagando al Espíritu

Esta es una frase difícil que se encuentra sólo una vez en toda la Biblia. La frase en sí no está específicamente vinculada a todos los dones milagrosos, sino muy probablemente al don de la profecía. Siendo esto así, es seguido por el mandamiento de no despreciar las profecías, y probar todo y aferrarse a lo que es bueno. No apagamos el Espíritu Santo aceptando y prefiriendo la palabra profética muy firme que Él mismo inspiró (1 Pe. 1:19-21). Por lo contrario, aceptar toda profecía sin ponerla a prueba es tanta desobediencia al mandato de Pablo como apagar el Espíritu Santo. La indicación es escuchar, y probar si algo es consistente con lo que el Espíritu ha revelado ya. La indicación es no despreciar aquello que sí viene de parte de Dios. La indicación NO ES aceptar automáticamente que todo lo que viene bajo el nombre de profecía es profecía.

5. Milagros en la Historia de Redención

Finalmente, es interesante notar que, aún en el Antiguo Testamento, no vemos milagros por todos lados. Parece que los milagros y las personas que Dios capacita para llevarlos a cabo tienen lugar en momentos específicos, episodios clave en la historia de redención. Si bien hay milagros aquí y allá a través del Antiguo Testamento, la mayoría de los estudiantes del texto reconoce que existe un pico de actividad sobrenatural en la que Dios directamente interviene durante la redención del pueblo de Israel y su liberación de Egipto. Pensemos tan sólo en las 10 plagas (Ex. 7-11). El episodio de las 10 plagas es excepcional precisamente porque no se vuelve a repetir en toda la historia de la redención. De ahí, por supuesto vemos otros episodios milagrosos, vemos al Espíritu descendiendo sobre los 70 ancianos y ellos profetizan por un tiempo limitado como validación de su autoridad y ministerio de liderazgo. Una vez que este liderazgo se ve establecido, no vemos que una de las actividades de los ancianos de Israel en el resto del Antiguo Testamento sea la profecía.

Posteriormente, vuelve a existir otro pico de actividad milagrosa con los ministerios de Elías y Eliseo, dos profetas excepcionales en el Antiguo Testamento. Este pico de actividad milagrosa tiene su cúspide en el episodio de Elías contra los profetas de Baal (1 Re 18:20-40), y las resurrecciones llevadas a cabo por Elías (1 Re 17:22) y Eliseo (2 Re 4:32-36).

Al final, debemos reconocer que ellos son una sombra de lo que Cristo sería, lo cual es confirmado por el episodio del monte de la transfiguración. Así como la actividad milagrosa incrementó en el tiempo de Moisés y Elías, es innegable que un nuevo pico de actividad milagrosa y sobrenatural ocurrió en el tiempo de Jesús. La conexión entre estos tres personajes en la historia de redención no puede ser más clara, y para evitar dudas, el Nuevo Testamento lo confirma al relatar el episodio del monte de la transfiguración (Mat 17:1-3; Mc 9:2-4; Lc 9:28-32; 2 Pe 1:16-21). Del mismo modo en el que después de un pico de actividad milagrosa para validar un ministerio específico en la historia de redención en el antiguo testamento, y luego esta actividad disminuye hasta desaparecer, creemos que sucede en el Nuevo Testamento. Tras la muerte y resurrección de Jesús, Pentecostés y los milagros llevados a cabo por los apóstoles, el pico comienza a descender con la finalización del canon, hasta desaparecer.

Una Respuesta Moderna

¿Alguna vez has escuchado sobre el Seminario de Jesús? El Seminario de Jesús es un grupo de académicos liberales que se juntaron para decidir cuáles de los dichos en los evangelios realmente podrían ser atribuidos a Jesús y cuales no. Parte del propósito de esta actividad era hacer una distinción entre lo que ellos llaman el «Jesús Histórico» y «El Jesús de la Fe». Ellos trabajan con dos presuposiciones, la primera es que el Jesús que tenemos en nuestros evangelios, no es real. El Jesús real únicamente era un ser humano común y corriente como nosotros. La segunda presuposición es más importante, y más fundamental. Ellos creen que Jesús no realizó ninguna de las obras milagrosas por una sencilla razón» Consistencia Divina.

La consistencia divina es la creencia de que Dios está obligado a actuar en todo momento de la misma manera en su creación. Ellos creen que el hecho de que Dios haya hecho milagros en el pasado y ahora no continúe haciéndolos lo hace un Dios inconsistente. Por tanto, como ellos no ven milagros todos los días en la modernidad, llegan a la conclusión de que Dios nunca ha hecho milagros, y por tanto, las Biblia no es confiable en ese aspecto.

¿Qué tiene que ver esto con el continuismo? El continuismo parece ser todo lo contrario. El continuismo dice que Dios continúa haciendo milagros el día de hoy. ¿Por qué siquiera hablar de estos teólogos liberales? Cuando examinamos los argumentos de cerca, son increíble (y escalofriantemente) parecidos. Ambas posturas presuponen una clase de «Consistencia Divina». La diferencia es que mientras el Seminario de Jesús trabaja de este punto de la historia hacia atrás, viendo el mundo que los rodea hoy, y llevando este mundo al tiempo de Jesús, muchos hermanos continuistas hacen lo contrario. El continuista ve el mundo en el que Jesús vivió, lee en la narrativa bíblica un mundo lleno de milagros, y presupone que hoy Dios tiene que actuar del mismo modo a menos que tengamos un pasaje explícito para pensar lo contrario. Misma lógica, resultados distintos.

¿Existe otra opción? Sí. Nosotros creemos en la Libertad de la Prerrogativa Divina. Es decir, además de todos los argumentos que hemos revisado, creemos que Dios tiene la prerrogativa de actuar como Él decida hacerlo, y no está atado a repetir las mismas obras o tipo de obras que ha decidido llevar a cabo en otros momentos de la historia de redención.

En conclusión, tomando en consideración todos estos argumentos, no me parece que creer en la continuidad de los dones milagrosos sea consistente con toda la historia de redención, y mucho menos requerido del creyente. Es más, me parece más consistente reconocer eventos como Pentecostés como algo tan importante y único, que no tenemos por qué esperar que el mismo tipo de evento se repita en la historia.

Esto nos lleva a una última pregunta, y con ella terminaremos nuestra serie. ¿Qué hay del hablar en lenguas? ¿Es el hablar en lenguas un requisito que demuestra un ‘bautismo por el Espíritu Santo’? Esta será nuestra última interrogante, y la trataremos en el siguiente artículo.


[1] Para leer un argumento carismático más completo y una respuesta cesacionista ver Gaffin y Grudem, ¿Son los dones milagrosos para hoy?, (Grand Rapids, MI:Zondervan) 1996. 239–97.

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Maestro en Divinidad y Maestro en Estudios Teológicos, y por el Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Autor del libro «Santa Cena Virtual». Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por Latinoamérica.

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