19 Feb 2019

Historia de la Iglesia

La historia ha sufrido de mucho descuido y si hablamos de la historia de la Iglesia, encontramos que no es la excepción. Muchos creyentes desconocen los orígenes históricos del cristianismo, los eventos que fueron dándole forma a lo largo del tiempo y muchos, ni siquiera conocen a los hombres y mujeres que Dios usó para edificar a su pueblo en épocas pasadas. Por lo tanto, nos es menester aprender de nuestra historia como Iglesia.
Por Pbro. Luis García

La historia ha sido, es y probablemente será una de las materias que la gente menos disfruta. Para algunos, esto se debe a que consideran la historia como algo aburrido, puesto que predominan las fechas, lugares y nombres de personas que en muchos casos son difíciles de pronunciar y recordar. Para otros, el no entender las conexiones del pasado con la vida del presente, hace que le pierdan la relevancia a la historia e incluso algunos, por la influencia de no haber tenido buenos profesores, decidieron dejar de interesarse en esta asignatura.

Como podemos ver, la historia ha sufrido de mucho descuido y si hablamos de la historia de la Iglesia, encontramos que no es la excepción. Muchos creyentes desconocen los orígenes históricos del cristianismo, los eventos que fueron dándole forma a lo largo del tiempo y muchos, ni siquiera conocen a los hombres y mujeres que Dios usó para edificar a su pueblo en épocas pasadas. Por estas y muchas más razones, dedicaremos los siguientes artículos a introducirlos a la historia eclesiástica.

¿Por qué estudiar historia eclesiástica?

Hay muchas razones por las que es importante estudiar y conocer la historia de la Iglesia, entre ellas están las siguientes cuatro:

  1. al aprender de los errores teológicos y ministeriales de aquellos que nos precedieron, estaremos en una mejor posición para no caer en ellos.
  2. la historia nos sirve como un marco de referencia para los desafíos actuales. Es decir, muchos de los retos de hoy son, en esencia, los mismos que enfrentaron los cristianos del ayer. Por siguiente, al estudiar la historia puedo saber cómo respondieron o actuaron ellos, y aplicar esos principios a los desafíos de hoy.
  3. conocer la historia eclesiástica nos ayudará a entender por qué hacemos o decimos ciertas cosas en la Iglesia. En otras palabras, podremos saber cómo el pasado ha influido al presente.
  4. la historia nos ofrece un vasto y emocionante aprendizaje por medio de los libros que escribieron los grandes maestros de la Iglesia como Agustín de Hipona, Anselmo de Canterbury, Juan Calvino, Jonathan Edwards y muchos más.

Como podrás darte cuenta, nos hemos estado perdiendo de mucho. Así que, comencemos este panorama histórico de la Iglesia cristiana.

Los periodos de la historia de la Iglesia

Justo González, que es un reconocido historiador evangélico, dijo que “para estudiar la historia, se acostumbra dividirla en períodos. Tal división es útil, pues nos ayuda a entender los cambios que han tenido lugar de un tiempo a otro, y a ordenar nuestros conocimientos dentro de un marco de referencias.” Así que, ¿cual es la división que González sugiere?

  • La iglesia antigua o era de los mártires (30-313 d.C.)
  • El imperio cristiano o era de los gigantes (313-476 d.C.)
  • La baja Edad Media o era de las tinieblas (476-1054 d.C.)
  • La alta Edad Media o era de los altos ideales (1054-1303 d.C.)
  • El fin de la Edad Media o era de los sueños frustrados (1303-1453 d.C.)
  • La Conquista y la Reforma o era de los reformadores y conquistadores (1453-1598 d.C.)
  • Los siglos XVII y XVIII o era de los dogmas y las dudas (1598-1792 d.C.)
  • El siglo XIX o la era de los nuevos horizontes (1792-1914 d.C.)
  • El fin de la Modernidad o era inconclusa (1914—hasta el presente)

Antes de hablar de la primera época de la Iglesia, la era de los mártires, veamos brevemente el trasfondo histórico del cristianismo en el primer siglo d.C.

¿Qué es lo que estaba pasando política, cultural y socialmente cuando el cristianismo entró a la escena?

El trasfondo más inmediato de la naciente iglesia fue el judaísmo, primero el judaísmo de Palestina, y luego el que existía fuera de Israel.

  • El judaísmo de Palestina no era ya el que conocemos a través de los libros del Antiguo Testamento. Más de trescientos años antes de Cristo, Alejandro Magno había creado un vasto imperio que se extendía desde Grecia hasta Egipto y hasta las fronteras de la India, y que por tanto, incluía toda la Palestina. Una de las consecuencias de esas conquistas fue el “helenismo”, nombre que se le da a la tendencia de combinar la cultura griega que Alejandro había traído con las antiguas culturas de cada una de las tierras conquistadas. Esta fue su estrategia para unificar su imperio (y detrás de la idea de tener un reino unificado estaba el filósofo Aristóteles, que fue el consejero de Alejandro).
  • A la muerte de Alejandro, algunos de sus sucesores quedaron como dueños de Siria y Palestina. Contra ellos se rebelaron los judíos bajo la dirección de los Macabeos (si quieres conocer un poco de ese periodo puedes leer los libros apócrifos de I y II de Macabeos) y lograron un breve período de independencia, hasta que los romanos conquistaron el país en el año 63 a.C. Por tanto, cuando Jesús nace, Palestina era parte del Imperio Romano.
  • Este judaísmo de Palestina no era todo igual, sino que había en él diferentes partidos y posturas religiosas. Entre ellos se destacan los celotes (un grupo de judíos que se oponía tenazmente al régimen romano; de hecho, uno de los discípulos de Cristo pertenecía a este grupo antes de ser apóstol; Mt.10:4), los saduceos (el partido de la aristocracia, cuyos intereses le llevaban a colaborar con el régimen romano. En ámbito religioso ellos no creían las doctrinas de la resurrección y de la existencia de los ángeles y tenían el culto del templo como lo más importante), los fariseos (la secta judía que no gozaba de las ventajas materiales acarreadas por el régimen romano y el helenismo. Sus creencias religiosas, a diferencia de los saduceos eran que la resurrección era verdadera al igual que la existencia de los ángeles. Para ellos lo importante era asegurarse de cumplir la Ley, específicamente la Tradición, aun en los tiempos difíciles en que estaban viviendo) y los esenios (grupo de ideas puristas, que se apartaban de todo contacto de los gentiles, a fin de mantener su pureza ritual. Según el antiguo historiador Josefo, estos esenios sostenían, además de las doctrinas tradicionales del judaísmo, ciertas doctrinas secretas que les estaba vedado revelar a quienes no eran miembros de su secta).

Como podemos ver, estos grupos diferían en cuanto al modo en que se debía servir a Dios, y también en sus posturas frente al Imperio Romano. Pero todos concordaban en que hay un solo Dios, que ese Dios requiere cierta conducta de su pueblo, y que algún día ese Dios cumpliría sus promesas a su pueblo.

  • Fuera de Palestina el judaísmo contaba con una fuerte presencia en Egipto, Asia Menor, Roma y hasta los territorios de la antigua Babilonia. Esto es la llamada “Dispersión” o “Diáspora”. Es decir, la diáspora se refiere a los judíos que vivían en otro lugar del imperio romano, fuera de Palestina. Algunos se habían dispersado por varias razones durante el imperio de Roma, mientras que otros ya vivían fuera de Palestina porque eran los descendientes de los que no quisieron regresar a Jerusalén cuando el Rey Ciro dio el permiso de regresar en el 538 a.C.
  • El judaísmo de la Diáspora daba señales del impacto de las culturas circundantes. Por ejemplo, en el Imperio Romano, esto se manifestaba en el uso de la lengua griega, que era la lengua más usada en aquel Imperio y por ende, por lo judíos de la Diáspora. Fue por eso que, en la Dispersión judía, el Antiguo Testamento se tradujo al griego. Esa traducción, hecha probablemente en Egipto, se conoce como la Septuaginta (LXX) y fue la Biblia que los cristianos de habla griega usaron por mucho tiempo.

Con esto en mente, ya estamos listos para iniciar la primera era de la Iglesia cristiana; una época donde muchos cristianos morirían por su fe, pero también donde muchos se levantarían y defenderían intelectualmente, la religión cristiana.

Referencias:

González, J. L. (2003). Historia del cristianismo. Miami, FL: Editorial Unilit.

González, J. L. (1995). Bosquejo de historia de la iglesia. Decatur, GA: Asociación para la Educación Teológica Hispana.

Licenciado en Sagrada Teología del Seminario Teológico Presbiteriano San Pablo de Merida, Yucatan y profesor del mismo desde el 2015 en las areas de Biblia y Teología. Pastor ordenado por la Iglesia Nacional Presbiteriana de Mexico desde el 2015 y autor del libro Post tenebras, lux: Recobrando la doctrina reformada. Puedes seguir su contenido en https://www.facebook.com/SoliDeoGloria8/

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