15 Mar 2021

Hechos de los Apóstoles: La Iglesia en Jerusalén

Por Dr. J. Alberto Paredes

El libro de Hechos comienza en Jerusalén, que es el lugar a donde el Señor Jesús envía a los apóstoles a esperar la venida del Espíritu Santo. Esta sección se narra desde Hechos 1:1 y hasta Hechos 8:1. A continuación, un breve resumen de esta porción.

Resumen

Después de la encomienda de ser testigos de Jesús en Judea, Samaria y hasta los confines de la tierra (Hec. 1:8), Lucas narra la ascensión de Jesucristo (Hec. 1:6-11) y cómo los apóstoles se vieron en la necesidad de elegir a otro apóstol que tomara el lugar de Judas Iscariote, quien había traicionado a Jesús (Hec. 1:12-26). Después de esto, al llegar el día de Pentecostés, el Espíritu Santo se hace presente entre los apóstoles, y Pedro tiene la ocasión de predicar el primer sermón apostólico del que tenemos registro. Aproximadamente tres mil hombres creen, se arrepienten, y se convierten a la fe, y se comienza a juntar una comunidad de creyentes que tienen todas las cosas en común (Hec. 2:1-47). Después de sanar a un paralítico y aprovechar la ocasión para predicar (Hec. 3:1-26), Pedro y Juan son acusados por los líderes judíos amenazados para no predicar más la palabra de Dios (Hec. 4:1-22). Ante esto, los creyentes oran por valentía para seguir proclamando el evangelio y Dios concede su oración (Hec. 4:23-31).

Aunque la comunidad de creyentes sigue creciendo (Hec. 4:32-37), con ella, se agregan personas que no tienen un corazón verdadero de fe. Este es el caso de Ananías y su esposa, Zafira. Sin tener necesidad de vender sus posesiones, ellos lo hacen para entregar una parte a la iglesia, pero mienten diciendo que han entregado todo. Son confrontados por Pedro, y sufren un castigo fatal por parte de Dios. Así se ve uno de los primeros casos de disciplina en medio de la comunidad de creyentes (Hec. 5:1-11).

Finalmente, el trabajo en la comunidad de creyentes incrementa, y los apóstoles llaman a siete hombres quienes les ayudarán a servir a la comunidad con sus necesidades específicas (Hec. 6:1-7). Uno de estos hombres, Esteban, lleno del Espíritu Santo, es encontrado predicando y haciendo señales y milagros. Por ello, es falsamente acusado y juzgado por blasfemia. Después de una última predicación, es apedreado por una multitud de judíos instigados por falsos testigos (Hec. 6:8-7:60), y al frente, aprobando esta terrible ejecución se encuentra Saluo de Tarso (Hec: 8:1). La sección termina con una gran persecución en Jerusalén, haciendo que muchos creyentes huyan a las regiones de Judea y Samaria, cumpliendo así las palabras de Jesús en Hechos 1:8.

Aspectos Teológicos

El Espíritu Santo

En ocasiones, se ha dicho que el libro de los Hechos de los Apóstoles, bien podría ser llamado los Hechos del Espíritu Santo. Tan pronto como leemos los primeros capítulos podemos ver por qué se piensa esto. El Espíritu Santo es llamado la Promesa del Padre (Hec. 1:4-5; 2:33) y un regalo o don (Hec. 2:38), Jesús les asegura a sus discípulos que a través de Él recibirán poder para ser testigos suyos (Hec. 1:8), es crucial en la elección del nuevo apóstol (Hec. 1:16), y cuando por fin llega en Pentecostés, su obra es evidente para la expansión de la iglesia (Hec. 4:2, 17-18), resultando en la conversión de tres mil varones.

Definitivamente, la obra del Espíritu Santo en la edificación De la Iglesia es central desde el principio, y lo sigue siendo hasta ahora. Por otro lado, aunque vemos que el Espíritu obra de muchas maneras en esta etapa de la iglesia, también podemos ver que el principal medio por el cual se manifiesta es la predicación de la palabra de Dios.

La Palabra de Dios

En el libro de los Hechos, la expresión ‘la palabra de Dios’, o alguna forma resumida de la misma frase se encuentra por lo menos unas treinta veces. En todas sus ocurrencias, la frase no rerefiere tanto a las Escrituras, sino a alguna forma de predicación o enseñanza.

El contenido de tal predicación no siempre es explícito. Cuando lo es, puede referirse a un mensaje de salvación para potenciales nuevos creyentes. Otras ocasiones, hace referencia a resúmenes del Antiguo Testamento, y a veces a predicación que era emitida o autorizada por el cuerpo apostólico. Por lo que, en el sentido más amplio, la expresión Palabra de Dios en Hechos puede tomarse como todo el consejo de Dios a través de la predicación.

Es interesante ver cómo esta palabra crece, se multiplica, es recibida, y prevalece (entre otros verbos que se usan con ella). Esto es lo que el Dr. Robert Cara llama el aspecto dinámico de la Palabra de Dios (BTINT, 165-266). Al mismo tiempo, existe una conexión innegable entre la actividad de la predicación de la palabra de Dios en Hechos y la obra del Espíritu Santo.

La Disciplina en la Iglesia

Por último, es interesante el caso de la disciplina de la iglesia en el capítulo 5. Para tener una idea más fuerte de lo que está sucediendo, notemos que la acusación de Pedro contra Ananías y Zafira, no es la primera acusación en el libro. Los apóstoles ya han sido acusados de estar ebrios (Hec. 2:13), y han sido acusados y juzgados un par de veces por predicar (Hec. 4:3, 5:17-18). También, después del incidente con Ananías, Esteban es acusado de blasfemar contra Moisés (Hec. 6:12-14). Todas estas son falsas acusaciones. En todas ellas, Dios protege o aprueba a quienes son acusados injustamente (Hec. 5:19-20, 7:55-56).

Es en medio de esto que el evento de Ananías y Zafira cobra un mayor énfasis. Cuando la ofensa es contra el Señor y contra su iglesia, la disciplina tiene que entrar en escena. El pecado secreto de Ananías y Zafira, al no haber arrepentimiento, tiene consecuencias públicas. En esta sección se muestran en forma narrativa dos aspectos muy importantes de nuestra teología: 1) De Dios nadie se burla (Ga. 6:7), y 2) el que pretenda destruir a la iglesia de Dios, Dios lo destruirá a él (1 Co. 3:17). Notemos que si bien es Pedro quien confronta el pecado de esta pareja, es Dios quien ejecuta el castigo.

Por último, podemos ver un aspecto a considerar en la disciplina, sobretodo cuando no hay arrepentimiento del pecador. Al ver el final del pecado de esta pareja, gran temor sobrevino para con toda la iglesia y para con todos los que escucharon de estas cosas (Hec. 5:11). Por muy incómoda que sea la disciplina, uno de sus propósitos en mostrar tanto a nuestra congregación, como a los que vienen de afuera y no pertenecen a la iglesia, que el pecado es una cuestión seria que no se tolera ni se trata con ligereza. En otras palabra, Dios es un Dios santo, la disciplina vindica el nombre de Jesucristo.

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Estudiante de Maestrías en Divinidades y en Estudios Teológicos del Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por su país. Promoviendo la Reforma en México, Por Su Gracia…Para su Gloria.

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