13 Abr 2019

Disiciplina Eclesiástica: Pecado Escandaloso y Evidente

Por Dr. J. Alberto Paredes

En el artículo anterior, hablamos sobre lo que será el caso más frecuente de disciplina eclesiástica con el que una sesión, consistorio, pastores o grupo de ancianos se deba enfrentar: Una situación en la que un hermano peca contra otro directamente y no hay arrepentimiento. Vimos también el desarrollo del proceso de disciplina que esto implica. Ahora bien, ¿todos los casos de disciplina son iguales? La Palabra parece mostrar algo distinto. Parecen existir casos, cuando el pecado sin arrepentimiento es escandaloso evidente.

Principios Particulares: Pecado Escandaloso y Evidente

Sobre este caso, tenemos un triste ejemplo en la iglesia de Corinto, donde existe un miembro de la congregación que se encuentra viviendo en un pecado tan escandaloso, y de una forma tan pública que el mayor daño era el testimonio tan obsceno que estaba dando de la iglesia de Cristo y de Cristo mismo en ese lugar.

En efecto, se oye que entre vosotros hay inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los gentiles, al extremo de que alguno tiene la mujer de su padre. Y os habéis vuelto arrogantes en lugar de haberos entristecido, para que el que de entre vosotros ha cometido esta acción fuera expulsado de en medio de vosotros.

1 Corintios 5:1-2 LBLA

El ejemplo más común en la iglesia contemporánea, lamentablemente, es aquel hermano que vive pública y cómodamente en libertinaje y se llama a sí mismo ‘cristiano’, sea manifestado por alcoholismo, drogadicción, impureza sexual, idolatría, avaricia, etc.[1]

Contra este tipo de situación que destruye de manera tan evidente la iglesia de Cristo, no sólo mediante el testimonio tan horrible que da, sino mediante el peligro de que contamine cual cáncer el resto del cuerpo de Cristo, la instrucción del apóstol es la expulsión directa.

Pues yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo pero presente en espíritu, como si estuviera presente, ya he juzgado al que cometió tal acción. En el nombre de nuestro Señor Jesús, cuando vosotros estéis reunidos, y yo con vosotros en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, entregad a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

1 Corintios 5:3-5 LBLA

Pero la instrucción va más allá, y similar al último paso en Mateo 18, aunque quizá más severo, no sólo debe ser expulsado de la comunidad que vive sujeta al dominio de Dios y entregado al mundo, es decir, a la comunidad que vive sujeta al dominio de Satanás; sino que Pablo le escribe a la iglesia que si esta persona se sigue llamando hermano, a la vez que vive de esta forma tan inmoral, entonces no debemos ni siquiera sentarnos a la mesa con él.

En mi carta os escribí que no anduvierais en compañía de personas inmorales; no me refería a la gente inmoral de este mundo, o a los avaros y estafadores, o a los idólatras, porque entonces tendríais que salir del mundo. Sino que en efecto os escribí que no anduvierais en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona inmoral, o avaro, o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador; con ése, ni siquiera comáis.

1 Corintios 5:9-11 LBLA

Pablo ya les había advertido de esta situación en una carta previa. El mandato era que no anduvieran en compañía de personas inmorales, que no mantuvieran ningún tipo de relación con esta clase de personas, que no buscaran fomentar amistades, hermandad, fraternidad, sociedades, nada con esta clase de gente. Pero Pablo nos hace la aclaración, él no está refiriéndose a toda la gente inmoral de este mundo, puesto que, de otro modo, no habría forma de evangelizar; habría que salir del mundo. Pablo especifica, no me refiero a ellos, no; sino a aquellos que, llamándose hermano, se comporte de esta manera.

Ahora bien, tenemos siempre que leer esto a la luz de dos verdades. La primera es el fundamento ya establecido de la santidad de Dios. Este varón en Corinto estaba profanando la santidad de Dios al profanar la santidad del cuerpo de Cristo que es la iglesia. La segunda verdad, es que en el corazón de Pablo había un amor genuino por este hermano. Recordemos que el objetivo de entregarlo a Satanás era la destrucción de su carne, pero no solo eso, sino que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

Pablo hacía esto en amor, y con un corazón pastoral, que gemía por dentro por que este hermano, al darse cuenta de la manera como el pueblo de Dios estaba reaccionando a su pecado, reaccionara en humilde arrepentimiento, y así, por mucho sufrimiento que esto le pudiera causar, aunque su carne fuera destruida, su espíritu fuera salvo en el día de Jesucristo.

Mientras avanzamos en nuestra revisión de los casos particulares de disciplina eclesiástica, que cada vez parecen ser más severos, es necesario recordar que en todo esto deben prevalecer los principios generales previamente establecidos.

En el siguiente artículo veremos el caso de aquellos hermanos que tienen el propósito de dividir la iglesia, y tras un par de amonestaciones, persisten en sus intentos de quebrantar el cuerpo de Cristo.

[1] 1 Corintios 5:11; Gálatas 5:19-21

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Estudiante de Maestrías en Divinidades y en Estudios Teológicos del Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por su país. Promoviendo la Reforma en México, Por Su Gracia…Para su Gloria.

Otros artículos

Nota Informativa:

Estimado lector:

El siguiente comunicado es para recordar que nuestro sitio web esta en proceso de actualización, por lo que solicitamos sus oraciones.

Esperamos concluir el proceso en Octubre 2020, por lo que en el transcurso puede experimentar inoportunos cambios en el formato.

Si necesita alguna asistencia, no dude en contactarnos.