Hacer un énfasis más allá de lo que marca la Escritura sobre el tema de disciplina eclesiástica podría hacer parecer que estamos buscando purificar la iglesia. Nada más lejos de la realidad. San Agustín escribió una buena cantidad en contra de este tipo de pensamiento contra los Donatistas. El propósito de la disciplina no es purificar la iglesia, esto es algo que el Señor hará en el día final.
¿Cómo podemos ver la bendición de la disciplina eclesiástica?
Para esto es bueno recordar, que el propósito principal de toda disciplina eclesiástica, es el arrepentimiento y la restauración de la relación con nuestro Padre Celestial. Y en ello se encuentra la bendición principal de la disciplina. A quienes somos verdaderamente hijos De Dios, la disciplina siempre, tarde o temprano, por muy dolorosa que parezca nos llevará de regreso a casa, nos traerá de vuelta a la familia, y nos permitirá de nuevo, ver cara a cara a nuestro Padre.
Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero El nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad.
Hebreos 12:7-10 LBLA
Ahora bien considerando siempre la santidad de Dios, como hijos de Dios, debemos aplicar una disciplina bíblica, apegada a los principios generales y particulares en cada caso presentado para el beneficio de los hijos de Dios. Debemos recordar que la iglesia es un cuerpo santo. La iglesia es un cuerpo santo que no nos pertenece a nosotros, no tenemos el derecho de decidir las formas o los modos que el dueño, amo y Señor de la iglesia ya ha decidido para su amada. La disciplina eclesiástica no es una opción, y por tanto, debemos someternos al Señor de la disciplina, que es Dios.
El Padre ha elegido una novia para su Hijo, y Él, que la ha comprado con su propia sangre, desea una novia santa, y sin mancha delante de Él.
Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras, sin embargo, ahora El os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de El…
Colosenses 1:21-22 LBLA