3 May 2020

Devocionales en familia: Salmo 105

Por Pbro. Luis García

DIOS ES FIEL

Por Eddie López

  • Leamos la Biblia: Efesios 1:3–10

3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.  

  • Cantemos con gozo: “Tu fidelidad”

/Tu fidelidad es grande, tu fidelidad incomparable es;

Nadie como tú, bendito Dios, grande es tu fidelidad/

  • Reflexionemos en la Biblia: Salmo 105

1Alabad a Jehová, invocad su nombre; dad a conocer sus obras en los pueblos. 2Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas. 3Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. 4Buscad a Jehová y su poder; buscad siempre su rostro. 5Acordaos de las maravillas que él ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca, 6oh vosotros, descendencia de Abraham su siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos. 7El es Jehová nuestro Dios; en toda la tierra están sus juicios. 8Se acordó para siempre de su pacto; de la palabra que mandó para mil generaciones, 9la cual concertó con Abraham, y de su juramento a Isaac. 10La estableció a Jacob por decreto, a Israel por pacto sempiterno, 11 diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán como porción de vuestra heredad. 12Cuando ellos eran pocos en número, y forasteros en ella, 13 y andaban de nación en nación, de un reino a otro pueblo, 14 no consintió que nadie los agraviase, y por causa de ellos castigó a los reyes. 15No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas. 16Trajo hambre sobre la tierra, y quebrantó todo sustento de pan. 17Envió un varón delante de ellos; a José, que fue vendido por siervo. 18Afligieron sus pies con grillos; en cárcel fue puesta su persona. 19Hasta la hora que se cumplió su palabra, el dicho de Jehová le probó. 20Envió el rey, y le soltó; el señor de los pueblos, y le dejó ir libre. 21Lo puso por señor de su casa, y por gobernador de todas sus posesiones, 22 para que reprimiera a sus grandes como él quisiese, y a sus ancianos enseñara sabiduría. 23Después entró Israel en Egipto, y Jacob moró en la tierra de Cam. 24Y multiplicó su pueblo en gran manera, y lo hizo más fuerte que sus enemigos. 25Cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo, para que contra sus siervos pensasen mal. 26Envió a su siervo Moisés, y a Aarón, al cual escogió. 27Puso en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cam. 28Envió tinieblas que lo oscurecieron todo; no fueron rebeldes a su palabra. 29Volvió sus aguas en sangre, y mató sus peces. 30 Su tierra produjo ranas hasta en las cámaras de sus reyes. 31Habló, y vinieron enjambres de moscas, y piojos en todos sus términos. 32Les dio granizo por lluvia, y llamas de fuego en su tierra. 33Destrozó sus viñas y sus higueras, y quebró los árboles de su territorio. 34Habló, y vinieron langostas, y pulgón sin número; 35y comieron toda la hierba de su país, Y devoraron el fruto de su tierra. 36Hirió de muerte a todos los primogénitos en su tierra, las primicias de toda su fuerza. 37Los sacó con plata y oro; y no hubo en sus tribus enfermo. 38Egipto se alegró de que salieran, porque su terror había caído sobre ellos. 39Extendió una nube por cubierta, y fuego para alumbrar la noche. 40Pidieron, e hizo venir codornices; y los sació de pan del cielo. 41Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como un río. 42Porque se acordó de su santa palabra dada a Abraham su siervo. 43Sacó a su pueblo con gozo; con júbilo a sus escogidos. 44Les dio las tierras de las naciones, y las labores de los pueblos heredaron; 45para que guardasen sus estatutos, y cumpliesen sus leyes. Aleluya.

Los salmos 105 y 106 muy probablemente se originaron como cánticos al Señor en celebración de que el arca del pacto había sido traída, por primera vez, a la tienda que el Rey David había preparado para ella en Jerusalén (1 Cro.16:1-36). No ha de sorprendernos que un evento tan importante en la vida nacional del pueblo como éste, se celebrara con cánticos de alabanza al Señor. Veamos entonces lo que esos cantos, especialmente el salmo 105, nos enseñan sobre Dios y nosotros.

Dios es fiel a su pacto.

Yahweh, el Dios y juez de toda la tierra (v.7), decidió relacionarse con Abraham en términos de un pacto o alianza, misma que fue confirmada con Isaac y posteriormente con Jacob (v.9-10). Este pacto incluía la promesa de poseer la tierra de Canaán (v.11) y de ser el pueblo especial de Dios (Gen. 17:7). Y puesto que esta santa alianza permanece “por mil generaciones” (v.8), es decir, que no expira sino que es para siempre, Él no olvidará las promesas que ha hecho a su pueblo; Él no dejará de actuar a su favor.

Es por eso que, cuando el pueblo del pacto era poco en número, forastero en la tierra  de Canaán (v.12)  y que iba de lugar en lugar (v.13), el Señor los cuidó y protegió (v.14-15).

Cuando en su soberanía, Dios trajo hambruna a una gran zona geográfica, incluyendo el lugar donde vivían Jacob y sus hijos (v.16); Él mismo preparó todo para socorrerlos. Esto lo hizo a través de José que, después de varias adversidades, Dios permitió que fuera gobernador de Egipto (17-22). De esta manera, el Señor preservó la vida del pueblo del pacto.

Cuando la familia de Jacob se encontraba en Egipto (v.23), donde llegaron a ser más números que los mismos egipcios (v.24), pero también donde fueron oprimidos en gran manera (v.25), el Señor del pacto no los abandonó. Envió a Moisés y a Aarón, a través de los cuales hizo poderosos actos y milagros (v.26-27) para liberarlos, siendo un ejemplo de esto las plagas (v.28-36). El Señor liberó al pueblo de Israel y ellos salieron con riquezas y con buena salud (v.37). De hecho, los mismos egipcios se alegraron de su salida porque les tenían miedo (v.38).  Pero  Yahweh no solo los liberó, también los guió en el desierto a través de una columna de nube y fuego (v.39), les proveyó de sustento (v.40-41) y los introdujo a la tierra de Canaán (v.44), cumpliendo así su promesa.

El Señor hizo cada una de estas intervenciones “porque se acordó de su santa palabra, dada a Abraham su siervo” (v.42). Él  había hecho un pacto y no se olvidó en ningún momento de tal alianza.

Como podemos ver, Dios es fiel a su pacto, de modo que actuará con poder y hará todo, según su voluntad, para cumplirlo.

La respuesta del pueblo.

El salmista llama al pueblo de Israel a alabar y a dar gracias a Yahweh por las obras y maravillas que ha hecho a su favor (v.1-2,5). Los exhorta a alegrarse y gloriarse en el carácter santo del Señor (v.3). En otras palabras, el pueblo debía celebrar con alabanzas de gratitud que el Señor es fiel a su pacto. Y así lo hizo. En el primer libro de Crónicas leemos lo siguiente: “Y todo el pueblo respondió: «Amén», y alabó al Señor” (16:36) por sus obras pasadas y por esta nueva obra de fidelidad de tener en Jerusalén el arca del pacto.

Sin embargo, esta alabanza debía de estar combinada con una vida de obediencia. En efecto, el pueblo debía celebrar la fidelidad de Dios a su pacto con alabanzas, pero también debía someterse ante este Dios fiel obedeciendo su ley (v.45). De hecho, lo que Dios demanda del pueblo del pacto es obediencia.  2 Reyes 17:35,37 lo expresa así: “35 Cuando el Señor hizo un pacto con los israelitas, les ordenó… 37 Tengan cuidado de cumplir siempre los decretos y ordenanzas, leyes y mandamientos que él les dio por escrito”.

Por la Biblia entera sabemos que el pueblo del pacto incluye a gente de toda lengua y nación. Pablo en su carta a los Gálatas escribe:”Por lo tanto, sepan que los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe…29 Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa” (Ga.3:7,29). En otras palabras, todos los que creemos en Jesucristo estamos en una relación de pacto con Dios. La redención lograda por Cristo, la cual fue anticipada en la liberación de Israel, es una muestra maravillosa de que Dios cumple su pacto. Pero no solo eso, también podemos estar seguros de que durante este peregrinar hacia los cielos nuevos y tierra nueva, el Señor seguirá siendo fiel a su pacto de gracia; Él seguirá actuando a nuestro favor, según su voluntad.

Por lo tanto, como miembro del pueblo del Señor, celebra con alabanzas de gratitud que nuestro Dios es fiel a su alianza y expande esa gratitud a través de una vida de obediencia gozosa a su Palabra.

  • Dialoguemos en grupo:

¿Cómo te ayuda conocer que Dios es fiel a su pacto?

¿Qué tan constante agradeces a Dios por su fidelidad?

  • Oremos en familia:

Supliquemos que el Espíritu Santo nos dé un corazón agradecido al Dios del pacto y que nos capacite para  vivir obedientes a su Palabra.

Pidamos al Señor por las personas enfermas por el Covid-19, para que las sane según su voluntad.

Licenciado en Sagrada Teología del Seminario Teológico Presbiteriano San Pablo de Merida, Yucatan y profesor del mismo desde el 2015 en las areas de Biblia y Teología. Pastor ordenado por la Iglesia Nacional Presbiteriana de Mexico desde el 2015 y autor del libro Post tenebras, lux: Recobrando la doctrina reformada. Puedes seguir su contenido en https://www.facebook.com/SoliDeoGloria8/

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