DIOS NOS LLAMA Y CAPACITA PARA SERVIRLE
Por Eddie López
- Leamos la Biblia: Éxodo 3:1-10
1Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 7Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 9El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
- Cantemos con gozo: “Somos el pueblo de Dios”
Somos el pueblo de Dios. Somos un pueblo especial, llamados para anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó a su luz
Somos el pueblo de Dios, su sangre nos redimió y su Espíritu dio para darnos poder y ser testigos de Él
Coro: Y llevaremos su gloria a cada pueblo y nación trayéndoles esperanza y nuevas de salvación y su amor nos impulsa no nos podemos callar anunciaremos al mundo de su amor y verdad
- Reflexionemos en la Biblia: Éxodo 3:1-4:17
Moisés es un personaje importante en la historia de Israel. A través de él, Dios liberó a su pueblo de la esclavitud y por medio de él también nos dio el Pentateuco, los primeros cinco libros del A.T. Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible si Dios no se hubiera revelado a Moisés por medio de aquella zarza (arbusto) ardiente. Fue ahí que el Señor lo comisionó y capacitó para servirle.
El Señor llama a Moisés a su servicio
Mientras que Moisés estaba en el monte Sinaí cuidando ovejas (3:1), Dios se le manifestó de forma visible por medio de una zarza ardiente que no se consumía (3:2). Moisés no suponía que era el Señor, así que al ver lo que estaba pasando se asombró y pensó “por qué causa la zarza no se quema” (3:3); para resolver su asombro se acercó a ella.
Cuando estaba cerca, el Señor lo llamó desde la zarza ardiente mencionando su nombre dos veces (3:4). En aquel entonces, llamar a alguien dos veces por su nombre era una forma de dirigirse amistosamente. Así que Moisés habría entendido que aquel que lo llamaba lo hacía en términos de amistad.
Pero el que lo llamaba no era alguien igual a él. Dios le dejó en claro esto al decirle: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (3:5). Moisés debía detenerse y quitarse las sandalias porque aquella tierra era santa y lo era porque la presencia del Señor se había manifestado en ese lugar.
Tras reconocer la santidad del Señor, Moisés escuchó las palabras que cambiarían su plan de vida para siempre: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (3:10). Este encuentro tenía un propósito. El Dios santo y verdadero se había manifestado a Moisés para encargarle una gran tarea: liberar a su pueblo y llevarlo a la tierra prometida. A partir de este momento su vida cambiaría, dejaría su oficio de pastor para convertirse en el líder principal de los israelitas.
El Señor le promete su presencia para cumplir con su llamamiento
Ante la misión que Dios le había encomendado, Moisés preguntó: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? (3:11). Moisés no estaba rechazando la tarea encargada, más bien, él creía que no estaba calificado para cumplir con semejante misión, no se consideraba capaz de enfrentar a Faraón y sacar al pueblo de Israel de Egipto.
Sin embargo, el Señor le respondió: “Yo estaré contigo” (3:12). La misma promesa que escuchó Abraham, también la escuchó Moisés, y a través de estas palabras Dios le estaba indicando que estaría con él para apoyarlo en esta gran misión. Así que Moisés debía de creer que no estaba solo en esta tarea, sino que el Dios santo y fiel estaría con él para capacitarlo y así cumplir con la misión.
El Señor le revela su nombre para ayudarlo a cumplir con su llamamiento
Pero Moisés volvió a preguntar a Dios: Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes.” ¿Qué les respondo si me preguntan: “¿Y cómo se llama?” (3:13). Moisés se adelanta a un posible cuestionamiento de parte del pueblo. En ese antiguo mundo se adoraban a muchos dioses y sería muy natural que el pueblo, con el propósito de confirmar que era el Dios de sus antepasados quien lo enviaba, le preguntara acerca del nombre de Dios.
Así que el Señor le revela más información sobre su nombre al responderle: YO SOY EL QUE SOY…Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos (3:14-15).
A través de este nombre Dios le estaba comunicando a Moisés que él era el Creador y sustentador del universo; que él es eterno, que existe por sí mismo, y que nunca cambia, y por lo tanto, que es fiel a su pacto. Con estas palabras, Moisés tendría una respuesta contundente para los israelitas, pero también un mayor conocimiento sobre el Dios que lo acompañaría en esta importante misión.
El Señor le provee los recursos necesarios para cumplir con su llamamiento
Ahora bien, pese haber escuchado las promesas de Dios, Moisés preguntó: ¿Y qué hago si no me creen ni me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El Señor no se te ha aparecido”? (4:1) Estas preguntas revelan que todavía tenía cierta incertidumbre sobre si el pueblo le creería o no. Ante esto, el Señor capacitó a Moisés para que pudiera realizar algunas señales o milagros. Le dio poder para convertir su vara de pastor en serpiente (4:3-4), para que su mano sana quedara cubierta de lepra (4:6-7) y para convertir un poco de agua en sangre (4:9). Estos milagros tendrían la función de dar a conocer el poder del Señor y a la vez, darle credibilidad a Moisés. De esta manera el pueblo quedaría convencido que Dios lo había comisionado para liberarlos (4:5).
De nuevo, Moisés se declara incompetente ante la gran tarea encomendada, pero ahora su incompetencia está relaciona con la facilidad de palabras. Moisés dijo al Señor que no era un “hombre de fácil palabra… soy tardo en el habla y torpe de lengua” (4:10). Con esto Moisés nos está indicando sobre un genuino impedimento en su habilidad para hablar, y por ende, para cumplir con la gran tarea que se le había encomendado. Sin embargo, el Señor le recuerda que es Él quien le dio al ser humano la capacidad para hablar; es Él quien permite que sean sordos o mudos y es Él quien le da la vista o se las quita (4:11). Entonces, Dios tiene poder para obrar en el habla de Moisés. Él le promete que lo capacitaría en lo que debía de decir (4:12).
Hasta este momento Moisés había expresado mediante objeciones legítimas, su incompetencia y su incertidumbre acerca de la encomienda; pero Dios le había contestado cada una de sus objeciones, reiterándole su poder para capacitarlo. Así que continuando con el diálogo, se esperaría que Moisés diera una respuesta afirmativa, voluntaria y gozosa al llamamiento que se le había hecho. Pero esto no fue así, sus palabras al Señor fueron: “envía, te ruego, por medio del que debes enviar” (4:13). En otras palabras, Moisés se estaba negando a cumplir con su llamamiento; le estaba diciendo a Dios que enviara a otro a esta misión.
Al Señor no le agradaron estas palabras, de modo que “se enojó contra Moisés” (4:15); Sin embargo, Dios le muestra su favor y le provee a Aarón como ayudante. Moisés sería el profeta del Señor y Aarón sería el portavoz de Moisés; Dios estaría con ambos, los ayudaría a hablar y les enseñaría lo que debía de decir y hacer (v.15-16). Así que Moisés ya no se opuso a la misión que el Señor le había encomendado, sino que se preparó para cumplirla. Y efectivamente, tiempo después “sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos” (Ex.12:51).
Al igual que Moisés tenemos una misión que cumplir; Cristo nos encargó predicar el Evangelio por todo el mundo (Mt.28:19-20). Esta misión debe permear nuestros planes y dirigir nuestra vida. Si llegáramos a sentirnos incapaces de cumplirla, recordemos que Jesús dijo: “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28.20b). De modo que podemos estar seguros de Él que nos dará todo lo necesario para llevar a cabo esta tarea para su gloria.
- Dialoguemos en grupo:
¿Qué tan en serio has tomado la predicación del Evangelio?
¿Alguna vez te has sentido incapaz de cumplir con la encomienda de predicar el Evangelio? ¿De qué manera lo estudiado te anima a cumplir con esta tarea?
- Oremos en familia:
Roguemos que el Espíritu Santo nos haga más diligentes en la predicación del Evangelio.
Pidamos que Dios muestre su misericordia a los damnificados por el paso de la tormenta “Cristóbal.”
Supliquemos al Señor que provea la vacuna contra el Covid-19.