Seguramente, si has estudiado el griego bíblico, te has dado cuenta que existen verbos que se conjugan con morfología pasiva, aunque en la traducción, o bien, el significado es claramente activo. En términos generales, y quizá podamos decir, históricamente, a este fenómeno se la ha denominado deponencia.
Otra forma de reconocer estos verbos, es cuando su terminación en su forma léxica es -mai en lugar de la clásica -ō.
Pongamos, por ejemplo, el verbo erchomai (ir; venir). No encontraremos en un diccionario de griego bíblico algo así como erchomaō. ¿Por qué? Bueno, esto tiene que ver con una característica que los verbos poseen denominada transitividad.
La transitividad de un verbo no es algo sencillo de definir. La mayoría de las gramáticas hablan de un verbo transitivo como aquél que posee un objeto directo, y de uno intransitivo como aquél que no necesita de un objeto directo para tener sentido. Sin embargo, mi propuesta es que la transitividad es la facultad del verbo de requerir o no un objeto directo distinto al agente.
Es decir, si tomamos otro verbo como lambanō (recibir) podemos decir, por ejemplo:
Yo recibo perdón.
Donde nuestro verbo recibir, puede poseer el objeto directo perdón el cual es distinto al agente.
Esto no puede reproducirse con un verbo como erchomai.
En la oración:
Yo voy.
Nuestro verbo ir, no posee un objeto directo distinto al agente, sino que más bien requiere que el agente sea el mismo objeto directo. El agente del verbo ir en esta oración es Yo, y al mismo tiempo, el objeto directo es también Yo.
Aunque en esta ocasión el sujeto Yo está presente para felicitar las cosas, en ocasiones el sujeto implícito puede ser suficiente para reflejar la intransitividad de un verbo.
Así pues, al existir ciertos verbos cuya naturaleza requiere que el agente y el objeto directo sea el mismo, los lingüistas latinos nos otorgaron una categoría especial para ellos llamada: Verbos Deponentes, del latín, deponere, puesto que deponen su significado pasivo, utilizando la morfología de la voz pasiva para un significado activo.
Esta característica verbal de deponencia, importó su significado del latín al griego. Sin embargo, lingüistas modernos están cada vez más abandonando esta terminología, pues encuentran algunas diferencias entre el uso de la deponencia en el latín y el uso de verbos con voces medias y significados activos en el griego. El término propuesto hasta ahora es el de verbos exclusivamente medios, o solo medios.
Parte de la discusión está en que la transitividad de un verbo y la voz en la que el verbo es representado en el discurso no necesariamente están ligadas. Cada vez más los lingüistas se convencen de que la transitividad es una característica propia de cada verbo, y no de la voz per se. Así también, esta transitividad puede variar de idioma a idioma, y de época a época. Robertson es uno de los que propone abandonar el término deponencia por no estar necesariamente ligado a la transitividad del verbo.
Sin embargo, la realidad es que sí existe cierta conexión entre la transitividad (o intransitividad) como característica compartida de aquellos verbos que encontramos sólo con voces medias y significados activos en el griego bíblico. En ese sentido, otro grupo de lingüistas han propuesto que nos quedemos con el término.
En fin, en realidad, parece ser que adoptar o no adoptar el término de deponencia impactará poco nuestra traducción, pues, de nueva cuenta, sea que el término esté o no ligado a la transitividad, debemos recordar que, en ocasiones, ésta facultad puede cambiar dependiendo del idioma.