Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría (Ro 12.1–8).
Introducción
¿Cuántos se relacionan con alguna de las siguientes metas o propósitos de inicio de año?
• Hacer ejercicio e iniciar una dieta para bajar de peso.
• Ahorrar para comprar una casa o un auto.
• Administrar mejor el tiempo para pasar más tiempo con la familia.
• Estudiar una licenciatura, maestría o doctorado en x campo académico.
Ahora bien, por lo general, la mayoría de gente se propone alguna de estas metas. Y aunque todas estas cosas son buenas metas, mi pregunta o la que los apóstoles nos harían es: ¿y Dios dónde esta? Es decir, ¿es todo? ¿eso es lo más importante en tu vida? Me imagino a Pablo diciendo algo así como: Notó que quieres verte mejor, pasar tiempo con la familia, estudiar algo más, tener una nueva posesión, pero no veo donde digas algo relacionado con tu Creador, con el que se encarnó para que tuvieras un verdadero Salvador; ¿dónde están tus metas en relación con la persona más importante en todo el universo?
Lamentablemente, muchos no tenemos esa clase de metas. Así que, para ayudarnos he decidido escribir sobre esto. Y he dividido este escrito en dos partes. La primera que trata de forma más personal sobre cómo debemos vivir en este año (como en todos los demás) y la segunda que trata acerca de lo que debemos hacer como iglesias cristianas.
Desarrollo
¿Qué es lo que debemos resistir o no hacer este año?
Pablo responde: No os conforméis a este siglo. En otras palabras,
No tengamos vidas incongruentes. Si Cristo es nuestro Señor, si hemos sido aceptados a su familia por gracia, entonces no vivamos como este mundo; no nos conformemos a este siglo. Si hemos experimentado las gloriosas misericordias del Señor, entonces no sigamos las creencias, los valores y las conductas paganas de este mundo. Por ejemplo, no sigamos el mal uso del lenguaje (groserías, palabras hirientes, mentiras, etc.), tampoco las canciones indecentes de este siglo perverso. Y por supuesto, no imitemos la vestimenta tentadora y estilos de vida que van en contra de la voluntad de nuestro Señor.
Busquemos también, con la ayuda de Dios, no amar cosas buenas como el trabajo, credenciales académicas, la familia, por encima del Señor. No las consideremos más valiosas que a Dios mismo. Evitemos desear eso más que al Dios, cuyo valor y dignidad son infinitas y por lo tanto, el único que puede satisfacer el alma humana.
¿Qué es lo que sí debemos hacer este año?
Pablo contesta: sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.
Es decir, dejen que el Espíritu Santo los transforme. Pero ¿cómo nos puede transformar? A través de la renovación de nuestra mente o entendimiento. Y esto, ¿cómo lo hace el Espíritu Santo? Aquí es donde entra nuestra responsabilidad en el proceso de la trasformación. Es decir, el Espíritu nos renueva mediante nuestra responsabilidad de acudir a los medios de gracia, tales como la lectura y estudio de la Biblia y la comunión con Dios en oración. Pensemos un poco en esto. Si pasó un año y usted no vio muchos cambios en su carácter y vida, la respuesta más probable es que no estuvo haciendo su parte. No leyó la Biblia como debería, no acudió a los estudios de su iglesia, no prestó atención a los sermones, y tampoco oró en casa. Por lo tanto, hágalo este nuevo año y verá que el Espíritu Santo trasformará su vida y usted comenzará a reflejar con mayor intensidad lo que es, un hijos de Dios, salvado por pura gracia. Es por eso que Pablo termina diciendo en el versículo 2: para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. En otras palabras, al no conformarse a este siglo sino ser trasformado por la obra del Espíritu ustedes estarán practicando la voluntad de Dios, estarán viviendo como a él le agrada; estarán viviendo de una manera buena y agradable al Señor.
Ahora pensemos en términos comunitarios.
¿Qué es lo que debemos resistir o no hacer este año como iglesia?
Pablo contesta en los versículos 3-5 de esta manera: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
En estos versículos Pablo nos está diciendo que no nos creamos mejores de lo que realmente somos. Nos está exhortando a que no nos creamos superiores a los demás pensando que somos más importantes por tener, por ejemplo, el don de la enseñanza que aquellos que tienen el don de servir. O para ponerlo en lenguaje del cuerpo humano, no pensemos que somos superiores y que todo gira en torno a nosotros por ser manos o boca y no las uñas de los dedos. Al contrario, Pablo nos anima a ser humildes y a reconocer que los dones que tenemos no los ganamos con nuestro esfuerzo ni tampoco eran dones que merecíamos por ser buenos. Entendamos que fueron dados a nosotros por Dios como una expresión más su gracia. Recordemos que el único que merece toda gloria es la cabeza del cuerpo, y ese Cristo y recordemos también que somos uno en Cristo. Estamos unidos espiritualmente los unos con los otros y esto significa, por un lado beneficios y por el otro, dependencia. Es decir, la diversidad de dones nos ayuda, nos edifica de una manera más completa, más integral. Pero también el ser parte de un solo cuerpo significa que nos necesitamos. La mano necesita de la muñeca. Los ojos necesitan de las pestañas y así sucesivamente. Por consiguiente, nos necesitamos para que todo el cuerpo esté saludable, para que podamos avanzar. Si un miembro del cuerpo no cumple con su función, el cuerpo se verá afectado.
¿Qué es lo que sí debemos hacer este año como iglesia?
Una vez más, el apóstol Pablo nos contesta y nos dice en los versículos 6-8 lo siguiente: De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
Con estas palabras, Pablo nos dice que el don que tengas, lo pongas al servicio de Dios. Así que, no te quedes sin el privilegio de servir a Dios con las habilidades que te ha dado. No desobedezcas a Dios al no servir a la iglesia con el o los dones que te ha otorgado. Úsalos para su gloria. Hagámoslo con esfero, con gozo, por amor y con fe. Y lo que sucederá si hacemos lo que Pablo nos ha dicho desde el versículo 3-8 es que todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo (Efe.4:13).
¿Por qué debemos hacer todo esto?
Pablo nos dice en el versículo 1 la razón: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
A la luz de todas las riquezas espirituales que disfrutamos como resultado de las misericordias de Dios en Cristo, riquezas como su amor, su gracia salvadora, la justificación por medio de la fe, la vida eterna, y muchas más, por esa razón y en gratitud gozosa, es que debemos vivir para Dios. De hecho, es lógico y razonable que nuestra respuesta al Señor por tantas misericordias sea nada más ni nada menos que la forma de adoración más elevada que el merece, esto es, nuestra vida entera: Nuestros cuerpos y almas sirviéndolo fuera de la iglesia como dentro de ella.
Conclusión
Así que, ¿qué haremos ante esto? ¿Lo leeremos y ya? O ¿le diremos a Dios que nos ayude a vivir de esa manera para su gloria? Oro para que sea ésta última.