13 Feb 2023

4 Pilares para la Consejería Bíblica

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Por Dr. J. Alberto Paredes

La consejería puede ser una de las actividades más difíciles dentro del ministerio, y aún dentro de la vida de la iglesia. Muchos creyentes, incluso pastores, temen aconsejar puesto que la responsabilidad parece mucha y en ocasiones hay casos verdaderamente difíciles. Por un lado, aconsejar desde la Escritura es algo para lo que todo creyente debería estar preparada, por lo menos en un nivel básico. Por otro lado, sin entrenamiento, es difícil sabe dónde o cómo comenzar.

Con esto en mente, permítanme compartir cuatro cosas básicas, cuatro pilares* a tener en cuenta al momento de escuchar a alguien y prepararnos para dar consejo bíblico. Por supuesto, estas cuatro cosas no resolverán todos los detalles de una sesión de consejería. Sin embargo son categorías que nos pueden ayudar a tener un punto de inicio, un enfoque, y una dirección. Comencemos.


Considera el Amor

El aconsejado debe estar seguro de que el enfoque del consejero es uno de amor verdadero y genuino; y no el de un “profesional” frío y distante. El amor incluye involucramiento y esperanza. Gálatas 6:1 nos insta a la tarea de aconsejar; sin embargo, esta tarea está calificada por un espíritu de mansedumbre y humildad. En otras palabras, la consejería proviene de un corazón firme pero amoroso, nunca dirigido a lastimar o destruir al aconsejado. Pablo, en su carta a los Efesios, también expone el origen y alcance de nuestro amor mutuo. En Efesios 1:4, Pablo explica a la iglesia que sus miembros han sido predestinados en amor; y ora para que crezca el amor mutuo de los santos (Ef 1:15). El capítulo 2:1–10 explica lo que hizo el amor de Dios a través de la persona y la obra de Cristo (Ef 2:4). En su segunda oración, pide que la iglesia esté arraigada y cimentada en el amor, y que puedan percibir el amor de Cristo hacia ellos (Ef 3:17, 19). Con todo esto como fondo, exhorta a los santos a llevar las cargas de los demás con amor (Ef 4:2).

Así pues, el amor es el medio a través del cual el cuerpo crece y la iglesia se compromete en la santificación mutua (Ef 4:15-16). Entonces, la consejería no solo debe basarse en el amor, sino que incluso en ocasiones debe mostrarse verbalmente y de forma explícita como una tarea amorosa. El aconsejado debe recordarse a sí mismo o ser recordado que el consejo y la disciplina, siendo un ministerio vivificador de la Palabra de Dios, fluye del amor de Dios (Sal 119:64, 88, 124, 159; Pr 3:12; 13:24; Heb 12: 5–11).


Considera el Conocimiento

El consejero debe escuchar atentamente al aconsejado y hacer preguntas que ayuden a mejorar la comprensión del caso, las circunstancias, las tentaciones externas, los problemas físicos, los asuntos internos del corazón, y si los aconsejados creen que son cristianos, o cómo se ven a sí mismos en términos de madurez (hijitos, jóvenes, padres [1 Jn 2:11–15], necesidad de leche o alimento espiritual [Heb 5:12–14]), qué creen acerca de la Biblia y sobre el concepto de autoridad, etc.

Un par de buenas prácticas en esta etapa son: a) no asumir ni sacar conclusiones precipitadas; pero b) siempre asegurándonos de que estamos entendiendo a nuestros aconsejados repetir y sintetizar lo que nos han dicho. Además, las preguntas aclaratorias (¿qué quiere decir con x?) o las preguntas de autorreflexión (¿Por qué cree que sucede x? ¿Qué está tratando de lograr a través de x?) son bienvenidas. Por supuesto, más información vendrá en futuras sesiones de consejería; sin embargo, el objetivo del consejero debe ser al menos investigar aquellas cosas que son fundamentales para el proceso general en sí.

La sabiduría bíblica nos enseña a escuchar antes de dar consejo. Tanto el consejero como el aconsejado pueden ser engañados por síntomas superficiales, mientras que los asuntos del corazón permanecen intactos (Jeremías 17:9; Hebreos 4:12).

Considera tus Palabras

Teniendo en cuenta la información recopilada sobre lo que ahora sabemos del aconsejado y su caso; debemos hablar la verdad bíblica según su situación. Esta verdad bíblica es el medio que Dios ha dispuesto para dar vida y santificar a la persona (cf. Sal 119 y Ef 4). En la primera sesión, el consejero debe asegurarse de que el evangelio se presente claramente, puesto que este es el único medio de salvación, después de lo cual se lleva a cabo la santificación (Rom 10:14). Además, el consejero debe dar esperanza bíblica de acuerdo a la situación. Ya sea arrepentimiento (1 Jn 1:9, 2:1), reconciliación (Mateo 18:15–20), perdón (Mateo 18:21–35), o lo que sea apropiado según estándares bíblicos.

La Palabra de Dios es suficiente para hablar con autoridad sobre la situación del aconsejado (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:19-21). Por supuesto, claro está, que para esto el consejero debe conocer y estar saturado de Biblia. Por un lado, así como no confiamos en un médico que no conoce sus medicinas, es difícil confiar en un creyente que no conocer la Biblia. Por otro lado, Dios no nos pedirá cuentas por cuestiones más grandes de las que nuestro corazón esté preparado para enfrentar. Nuestra responsabilidad es prepararnos poco a poco, pero fielmente. Así, cuando el momento se presente, conforme a lo que Dios nos ha dado en su Palabra, y el entendimiento que el Espíritu provee, podamos presentar a Jesús como la respuesta, como la sabiduría bíblica, como la reconciliación, como el perdón de pecados, en fin, como la única persona que puede satisfacer la necesidad imperante de nuestras almas.

Considera la Acción

Finalmente, una de las últimas actividades para comprometerse con el aconsejado es enseñarle a aconsejarse a sí mismo. Así como no atamos las agujetas de los niños hasta los 15 años, sino que les enseñamos a hacerlo, es necesario enseñar al aconsejado a ejercitar su fe en medio de su circunstancia a través de la sabiduría y el conocimiento bíblicos. Esto se hace por medio de tareas pequeñas y prácticas en las que los aconsejados deben aplicar lo aprendido durante la sesión. Estas pequeñas tareas pueden variar desde memorizar versículos de las Escrituras hasta hacer listas de acción de gracias, llevar un diario, etc. Esto también está respaldado por los principios bíblicos de ser diligentes en nuestra salvación y complementar nuestra fe con virtud (Fil 2:12; 2 Pe 1: 5).

Como mencioné en un principio, estas categorías no responderán todas las situaciones que veamos en un caso de consejería, pero nos pueden ayudar como pautas con las cuales podemos comenzar a aplicar sabiduría bíblica a nuestras vidas, y las vidas de otros, en amor, respondiendo al llamado bíblico, y dejando los resultados en las manos de Dios.

En otras entradas, más adelante, revisaremos algunos otros principios básicos de consejería que nos puedan ayudar, desde cómo iniciar una sesión, hasta cuándo y porqué terminar una relación de consejería, o bien derivar con otra persona.

*Estos pilares vienen de la obra Instrumentos en las Manos del Redentor, de Paul David Tripp. Este artículo es un breve resumen de aquellos principios.

Enviados México formará parte del primer Congreso Internacional de Consejería Bíblica durante el mes de Marzo en la ciudad de Mérida, México. Para inscribirte, haz click en este enlace.

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Maestro en Divinidad y Maestro en Estudios Teológicos, y por el Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Autor del libro “Santa Cena Virtual”. Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por Latinoamérica.

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