Los principios particulares de la disciplina eclesiástica nos marcan cuatro caminos a seguir cuando estamos ante el pecado de un hermano en la fe. De modo que, lo primero que se ha de hacer, es determinar cuál de estos caminos es el que debemos seguir. ¿Qué tipo de daño es el que se ha cometido? ¿Frente a qué situación estamos?
Principios Particulares: Mateo 18:15-20
15 Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano.16 Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que toda palabra sea confirmada por boca de dos o tres testigos. 17 Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos. 18 En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19 Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
En primer lugar, tenemos lo que se podría considerar un problema personal entre hermanos:
Un ejemplo podría ser que mi hermano me ha manifestado un odio del cual no se quiere arrepentir, o no me quiere perdonar por algo por lo que he pedido perdón, y tratado de compensar hasta la medida de mi capacidad. La Biblia establece que debemos perdonar a nuestros hermanos. ¿Qué hacemos en esta situación?
Cuando se trata de un problema personal entre hermanos, debemos aplicar los principios establecidos en Mateo 18:15-22, los cuales marcan unas pautas a seguir:
Confrontarlo Personalmente
Siguiendo los principios generales, debemos ir personalmente, en privado y con amor a nuestro hermano perdido y confrontarlo por su pecado, llamándolo al arrepentimiento. Si se arrepiente, eso será todo. Habrás ganado a tu hermano. Pero si no se arrepiente debemos dar el segundo paso.
Confrontarlo con Uno o Dos Testigos
Debemos buscar una o dos personas maneras en la fe, que puedan dar cuenta en primer lugar que aquello que estoy pensando como pecado, es, de hecho, un pecado, y de ser así, me acompañen a confrontar por segunda ocasión a nuestro hermano en amor y llamándolo al arrepentimiento. Idealmente, por el testimonio de dos o tres, y más aún cuando son personas maduras en la fe quienes te están confrontando, el arrepentimiento debería tener lugar. Pero no siempre sucede así, de modo que existe un tercer paso.
Decir a la Iglesia la Situación
El propósito de informar a la iglesia sobre este hermano y su pecado es que la iglesia vaya, lo busque, lo confronte en amor, y lo llame al arrepentimiento. Sin embargo, si el corazón de esta persona está tan endurecido que no hace caso al llamado de la congregación, entonces debemos pasar al último paso.
Tratarlo Como Uno Que No Es de Nosotros
Esto implica, por supuesto, remover su membresía de la iglesia, con todas sus responsabilidades y privilegios. Como a un no creyente, no se le debe permitir participar de la comunión, puesto que evidentemente no se encuentra en comunión. Y así como la Palabra nos prohíbe tener relaciones estrechas con el mundo, puesto que no somos del mundo, nuestra única relación con la persona debería ser para predicarle el evangelio y llamarlo al arrepentimiento y la fe en Cristo Jesús como su Señor y Salvador.