El Objetivo de las Disciplinas Espirituales
Dr. J. Alberto Paredes
Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad.Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura.
-1 Timoteo 4:7b-8
Recuerdo cuando hace algunos ayeres, estaba en mejor condición. Entrenábamos de lunes a jueves por dos horas, y los fines de semana nos íbamos al Estadio Salvador Alvarado. Esos entrenamientos de fin de semana eran la muerte. Llegábamos a las siete de la mañana. El ‘pre-calentamiento’ era dar entre ocho y diez vueltas al estadio, a veces por dentro (en la pista de atletismo), a veces por fuera, dependiendo del humor de nuestro profesor. Terminando esto, comenzaba el calentamiento real, y entrenamiento de condición física. Uno de los ejercicios más duros se llamaba “gradas” y consistía en subir y bajar corriendo las escaleras de las gradas de estadio en repeticiones de a cinco ciclos. Después de eso comenzaba el entrenamiento de TaeKwonDo en sí, movimientos básicos, formas, combate, el dominio de un arma llamada yang-bong, y para finalizar lagartijas: normales, con puños, un brazo, el otro, aplaudiendo, abdominales en todas sus formas, colores y sabores, quinientos era lo menos que se hacía. Y las sentadillas eran de cajón. Hacíamos entre tres y cuatro horas de entrenamiento en el estadio. Estuvimos así casi tres meses.
¿Por qué un ser humano en su sano juicio se sometería a algo así?
Disfrutábamos hacerlo, y conocíamos el objetivo.
Se acercaba el 98° examen de cintas negras de una de las escuelas de TaeKwonDo más antiguas del país, y quien vendría a hacer el examen era nada más y nada menos que el fundador de aquella escuela, Cinta Negra 9° Dan, el grado más alto posible, y fundador del TaeKwonDo en México. Teníamos que estar preparados. No sería suficiente con ir una o dos veces a la semana a entrenar por una hora como un alumno regular lo haría. Nosotros, en ese momento, éramos un equipo especial, con un objetivo especial, y ello requería una preparación especial.
¿Alguna vez te ha tocado algo similar? ¿Te has tenido que disciplinar para lograr un objetivo? Nos sometemos a estas formas de disciplina porque entendemos el propósito y conocemos el objetivo. Con las disciplinas espirituales no es diferente.
Sobre las Disciplinas Espirituales, también debemos responder a la pregunta: ¿Por qué haríamos algo así? Si, es cierto, la piedad. Pero ¿qué tiene que ver la piedad con las disciplinas espirituales? ¿Realmente tiene algún beneficio?
Bueno, para responder esto podemos volver a leer lo que dice el verso 8 de 1 Timoteo 4, hablando sobre el ejercitarnos o disciplinarnos para la piedad:
Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura.
La Biblia afirma que la piedad en efecto es provechosa, y no solo para esta vida sino para la futura, esto quiere decir, para la vida eterna. ¿Cómo esto es así? ¿Cómo el ayunar y pasar más tiempo en oración en vez de comer una deliciosa hamburguesa? ¿O juntarme a orar en vez de salir al cine, o levantarme a hacer mi devocional en vez de dormir unos 10 minutos más? ¿O leer La Biblia todos los días en vez de ver un capítulo más de mi serie favorita?
La realidad es que, a primera vista, podría no sonar muy atractivo. Pero las disciplinas espirituales no deben ser una carga para el creyente, y aquí está el porqué:
Las disciplinas espirituales nos ayudan a probar el gozo de estar en una buena relación con Dios.
Practicar las disciplinas espirituales, nos ayudan a conocer más y a ser más como Cristo.
Mientras más tiempo pasemos con alguien que queremos y admiramos, le conoceremos mejor, y es muy probable que nos empecemos a comportar cada vez más como esa otra persona. Con Dios, no es diferente. Si nosotros pasamos tiempo con Él, conociéndole, relacionándonos mediante las disciplinas espirituales, podemos estar seguros de que seremos transformados cada vez más a Su imagen. Y, a fin de cuentas, ¡ésta es la meta del creyente! Llegar a ser como Cristo.
Cuando practicamos las disciplinas espirituales, el Espíritu Santo se revela más y más en nosotros, transformándonos a Su imagen y permitiéndonos expresar atributos de Dios en nosotros como Su bondad, Su misericordia, Su perdón, Su amor, para con otras personas, pero con nuestra personalidad.
Pablo lo expresa de esta manera en 2 Corintios 3:18
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Glorificamos a Dios al parecernos a Cristo.
Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, y les da el mandato de multiplicarse, de esta manera se multiplica la imagen de Dios en la tierra. Este es el propósito del hombre, que fuera un portador fiel de la imagen de Dios, para la gloria de Dios. Pero el pecado cambió todo. Cuando Adán pecó, todos los que venimos después de él ya no podemos reflejar fielmente esta imagen de Dios. Tenemos una imagen dañada. Cristo viene a restaurar esta imagen. Cristo es la imagen perfecta del Dios viviente.
El [Cristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Colosenses 1:15
Cristo vino a hacer lo que nosotros no podíamos. Reflejar perfectamente la imagen de Dios, y glorificar perfectamente a Dios mientras lo hacía. Por esto mientras más nos parecemos a Cristo, podemos experimentar mejor lo que significa glorificar a Dios. Esto es un proceso que culminará con nosotros glorificando perfectamente a Dios cuando Cristo vuelva.
Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Filipenses 1:6
¿Cuál es esta buena obra?
…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Efesios 4:13
Esta buena obra que el Espíritu terminará es el hacernos más y más como Cristo, y para ello nos ha dado la bendición de poder practicar las disciplinas espirituales.
Dios nos lleva a ser más como Cristo, porque así le damos más gloria, y nosotros tenemos más gozo.
¿Por qué tenemos más gozo? Porque al parecernos a Cristo, al glorificar a Dios, al amarle y tener una relación con Él estamos cumpliendo con el propósito para el cual fuimos creados.
Esto es lo único que nos brindará completa satisfacción. Podemos buscar e invertir nuestro tiempo y nuestros recursos en otras cosas para buscar la felicidad o la satisfacción, pero a fin de cuentas todo lo demás dejará un vacío en nuestro interior porque no fuimos creados para ninguna otra cosa.
Ahora bien, no estoy diciendo que una vez que oremos y ayunemos nuestra vida será mágicamente perfecta y sin problemas. No. Vendrán tiempos difíciles, vendrán caídas, tristezas dolor. Es consecuencia del mundo de pecado en el que vivimos. Sin embargo, al recordar nuestra meta, y el gozo pleno que nos espera al final, el gozo de estar cara a cara con nuestro creador, para amarle y glorificarle perfectamente, y ser amados por Él, nos debe mover a seguir adelante. Recordando que, si nosotros tenemos la posibilidad de poder cultivar una relación con Dios, mediante estas disciplinas espirituales, es porque Dios envió a su único Hijo en la muestra de amor más grande de la historia de la humanidad, para que, siendo aún pecadores, siendo aún personas que no amaban a Dios, sino todo lo contrario, Cristo fuera entregado por nuestros pecados, viviendo una vida perfecta que nosotros no pudimos vivir, y muriendo la muerte que nosotros merecíamos. Para que hoy tu y yo tengamos acceso por medio de Él al Padre.
Cuando nos damos cuenta de todas las riquezas que existen en practicar las disciplinas espirituales, dejan de ser una carga, y se vuelven una marca. Un sello del creyente, una realidad necesaria para los hijos de Dios. No lo hacemos para ser salvos. Lo hacemos porque Él nos salvó.
El salmista reconoce esto y lo expresa de la siguiente manera:
Oh Dios, Tú eres mi Dios; Te buscaré con afán.
Mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela
Cual tierra seca y árida donde no hay agua.
Así Te contemplaba en el santuario,
Para ver Tu poder y Tu gloria.
Porque Tu misericordia es mejor que la vida,
Mis labios Te alabarán.
Así Te bendeciré mientras viva,
En Tu nombre alzaré mis manos.
Como con médula y grasa está saciada mi alma;
Y con labios jubilosos Te alaba mi boca.
Cuando en mi lecho me acuerdo de Ti,
En Ti medito durante las vigilias de la noche.
Porque Tú has sido mi ayuda,
Y a la sombra de Tus alas canto gozoso.
A Ti se aferra mi alma;
Tu diestra me sostiene.
-Salmo 63:1-8 NBLH
Vivir la vida cristiana no es algo sencillo. Como aquel entrenamiento de hace años, nos costará esfuerzo, dedicación, y puede ser muy duro. Pero podemos disfrutar el entrenamiento. Podemos disfrutar el camino, hasta que llegue el día final, donde todo este entrenamiento tenga su recompensa, y glorifiquemos de manera perfecta a Dios, mientras gozamos de Él para siempre.