Dr. J. Alberto Paredes
La Perspectiva Bíblica de una Realidad Incómoda.
Las tentaciones son una realidad incómoda en la vida de todas las personas. Ellas pueden llegar a ser angustiosas, preocupantes e incluso dolorosas tanto para creyentes como para quienes no conocen a Dios. Muchas veces, al estar inmerso en una situación de lucha (contra alguna tentación específica) o bien, de dolor a consecuencia de haber caído y participado en ellas, terminamos por cuestionarnos porqué existen. ¿Con qué motivo están ahí?, o bien, ¿De qué manera podemos sacarle provecho?
Hablando sobre las tentaciones, desde una perspectiva bíblica, Santiago escribe lo siguiente:
“Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada. […]
Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman. Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta.» Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.
Mis queridos hermanos, no se engañen. Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras. Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación.”
Santiago 1:2-4;12-18
Al leer y analizar un poco este pasaje, podemos sacar algunas conclusiones, que en momento de prueba (tentación) nos pueden ser de utilidad.
- Bendición. En verdad existe bendición en medio de las pruebas (v2). La Biblia nos dice que poner a prueba nuestra fe produce constancia, en la versión RV60 habla de que produce paciencia (v3). Lo cual en definitiva nos ayuda a crecer en santidad conforme al carácter de Cristo (v4). También nos habla de recompensa para quienes logran sobreponerse al deseo y rechazan la tentación, pues hacer esto es un reflejo de nuestro amor hacia Dios (v12).
- Confrontación. Santiago deja muy claro que las tentaciones No son responsabilidad ni culpa de Dios (vv.13-14) (y esto no implica que El deje de ser soberano en esta área, pero esto es tema de otro artículo). Luego entonces, si una tentación no es responsabilidad de Dios, ¿de dónde proviene? Santiago más adelante nos aclara, que cada quién es tentado según las pasiones de su corazón (sus malos deseos, o, en la versión RV60, concupiscencia). De esta manera, Santiago nos quita cualquier excusa posible para culpar a Dios de las pruebas que pudiéramos tener. Ellas, en cambio, son un reflejo directo de nuestras propias pasiones, las cuales ocupan o tratan de ocupar el lugar que le debería corresponder a Dios en nuestros corazones. De manera que las tentaciones al confrontarnos, nos llevan a darnos cuenta de cuáles son nuestras luchas específicas, o ídolos los cuales debemos entregar a Dios.
- Necesidad. Hasta aquí, se ha planteado una verdadera problemática, existen pasiones en nosotros, que derivan o se evidencian a través de las tentaciones que se nos presentan día con día, pero esto no termina aquí. Santiago nos relata la consecuencia de dar lugar a nuestros deseos por encima de Dios. El resultado es el pecado. Ceder a la tentación nos lleva a pecar, y la consecuencia directa del pecado es la muerte o la separación eterna de la presencia de Dios (v15). Esto presenta una necesidad crucial en nuestras vidas, puesto que, si nosotros tenemos tentaciones, que vienen de nuestros más profundos deseos, y estas nos llevan a pecar, lo cual es nuestra responsabilidad y todo esto nos separa de Dios, ¿qué podemos hacer entonces nosotros para salir de esto? Nada. Tenemos una necesidad básica que no puede ser satisfecha por nuestros propios medios, puesto que nosotros somos el origen de la necesidad misma.
- Esperanza. Sin embargo, Santiago no nos deja únicamente con malas noticias, puesto que posterior a plantearnos el problema en el que nos vemos inmersos nos habla de un Dios que en vez de sentarse a ver de lejos lo que sucede con su creación, participa activamente mediante regalos que nos capacitan para sobreponernos a estas tentaciones (v17). Y nos habla de que es Él quien tiene la iniciativa de hacernos nacer de nuevo, con un corazón dispuesto a servirle en humildad, esto no porque lo mereciéramos, sino por Su propia voluntad (v18). La manera como Dios hace esto es mediante la muerte de un Justo, quién tomó el lugar del pecador. Éste es Jesucristo en la cruz como expiación por nuestro pecado, en el cual somos justificados y capacitados para toda buena obra mediante la regeneración por el Espíritu Santo.
Es entonces, al ser testigos y partícipes de la enorme gracia de parte de Dios, que podemos regresar al punto número uno y ver en medio de cada prueba bendición en nuestras vidas, así somos confrontados cada vez y nos damos cuenta de nuestra mayor necesidad de Él día con día, lo cual nos lleva a crecer en santidad. No solo esto, sino que, siendo partícipes de la gracia de Dios, somos llamados a compartir las buenas noticias: hay esperanza para quienes no conocen ni han sido testigos de esta preciosa gracia, y ahora nosotros mismos tenemos esperanza en que esta obra continuará (v4) hasta el día que veamos regresar en gloria a Aquel quien fue muerto por nuestras transgresiones, y mediante el cual ahora podemos accesar al Padre, al Rey de reyes y Señor de señores, a Cristo Jesús. Amén.