1 Oct 2018

Convicción Confesional

Por Dr. J. Alberto Paredes

6 Razones Por las Que Soy Confesional

Dr. J. Alberto Paredes.
Por mi trasfondo presbiteriano, he de aceptar que jamás he tenido problema con abrazar el uso de credos y confesiones no sólo como una herramienta útil para la enseñanza y el aprendizaje, sino hasta para uso litúrgico. En mi propia ceremonia nupcial, por ejemplo, iniciamos declarando el Credo de los Apóstoles. Fue algo hermoso el escuchar hermanos de distintas iglesias y denominaciones, poder establecer un punto de unidad cimentado en las doctrinas más básicas de la fe cristiana.
Recientemente tuve la preciosa oportunidad de preparar un par de clases para líderes sobre los Credos y Confesiones Reformados. Esto fue algo tremendamente bello, pero a la vez, algo que ocupó el máximo de concentración, reflexión, y discernimiento, puesto que me hizo dejar atrás mi tradición confesional, y responder seriamente a la más importante de las preguntas en cuanto al tema: ¿Es bíblico abrazar los credos y confesiones de la fe reformada?
Esta pregunta es central, puesto que, de ser bíblico, debemos escuchar con atención lo que tienen que decir, pero, si no lo son, entonces podemos desecharlos sin la menor carga de conciencia puesto que no son necesarios.
Antes de comenzar debo aclarar que no debato contra quienes no conocen los credos y las confesiones, no. Mi llamado para ellos es que, si se encuentran casualmente con este artículo, sepan que tenemos este tesoro confesional histórico, y que estudien lo que allí se encuentra, siempre comparándolo con lo que la Palabra de Dios nos enseña. Sin embargo, este pequeño escrito tiene como propósito confrontar a quienes, conociendo que estos credos y confesiones existen, se niegan a obtener alguna ayuda de ellos sea porque “no los necesitan”, o porque “ellos solos con su Biblia están bien”. Si piensas de esta manera, te animo a reconsiderar tu postura. Si como a mí, los credos y las confesiones no te causan problema, pero tampoco habías tenido la oportunidad de estudiarlos, o bien, no estás seguro de qué pensar en cuanto a ellos, este escrito es también para ti.
Así sin más, aquí dejo seis razones por las cuales soy un cristiano confesional:
  1. Dios Nos Ha Creado Para Creer y Confesar. Puede que parezca muy obvio, pero cuando estamos ante el tema confesional, debemos preguntarnos: ¿cómo es siquiera posible que podamos creer y confesar algo? La respuesta es simple, hemos sido creados a imagen de Dios (Gn.1:26-27). Dios nos ha creados seres racionales. La actividad de creer en algo implica una detenida y detallada examinación de los argumentos de aquello que se cree. Implica pensar, razonar, meditar y decidir. Es decir, uno no puede simplemente “decidir creer” sin tomar en cuenta los motivos por los que algo se cree. Dios, cada vez que da mandatos, se encarga de recordar sobre Su propio carácter y la benevolencia que ha tenido para con Su pueblo como una razón tremendamente fuerte para que ellos se sometan y obedezcan (Gn.15:7-9; Ex.19:4-5; De.3:33-41; Mt.9:1-8; Lc.11:20; Tit.2:11-15; Heb.12:1-2). Pero no sólo se nos ha dado la capacidad mental de evaluar los argumentos para creer en algo, sino que se nos ha mandado a confesar aquello que creemos. Tenemos esta capacidad de confesar con nuestra voz aquello que hemos evaluado como verdadero a la luz de los testimonios del Señor.
  2. El Pueblo de Dios Siempre Ha Sido Confesional. Es bien interesante al estudiar el desarrollo histórico de los credos y confesiones, encontrar que, lejos de iniciar en el siglo primero posterior a la muerte y resurrección de Cristo, los credos y confesiones tienen su raíz en una práctica común desde el Antiguo Testamento. Por supuesto que no es posible en este breve artículo poner cada uno de los credos y confesiones que encontramos en el Antiguo Testamento, pero hay dos que llaman poderosamente mi atención. El primero es ampliamente conocido como el ‘Shemá’ de Israel (De.6:4-9); que, de hecho, hasta el día de hoy, sigue siendo un credo confesado por la comunidad judía y que los judíos ortodoxos llevan en sus filacterias. Otro pasaje interesantísimo es aquel al que he puesto arbitrariamente por nombre “Un Arameo Fue mi Padre”; el cual es un credo que resume lo ocurrido en la historia hebrea desde el pacto con Abraham hasta el rescate de Egipto y la conquista de Canaán, haciendo énfasis en el poder liberador y la soberana providencia de Dios, y es Él mismo quien manda a confesarlo cada que fueran a ofrecerse las primicias de la tierra (De.26:5-9). De la misma forma, en el Nuevo Testamento podemos encontrar el mandato de creer con el corazón y confesar con la boca que Jesucristo es el Señor (Rm.10:9-10). Esta confesión es el resumen más básico de la fe cristiana, pero no es la única. Tenemos la Confesión de Pedro, o Confesión de Filipo-Cesarea (Mt.16:16; Mr.8:29; Lc.9:20); tenemos también un resumen de la ley a manera de confesión de Cristo. Al responder a la pregunta sobre cuál es el mandamiento más importante, Jesús no simplemente comienza a recitar el decálogo, sino que hace un resumen de este (Mt.22:33-40). El apóstol Pablo de igual forma en muchas de sus cartas ofrece resúmenes de la vida y obra de Cristo (Flp. 2:5-11; Col. 1:15-20; 1 Ti. 1:15-17; 1 Pe. 3:18-22; 1 Co. 15:3-5). Esta práctica bíblica de resumir las obras maravillosas y verdades acerca de Dios y de confesarlas no se ha perdido, sino que sigue vigente y se ha confirmado en diferentes épocas de la historia de la iglesia.
  3. Todos Creemos y Confesamos Algo. Hasta el más renuente a aceptar la práctica confesional, es confesional. Aquél que dice “Ningún Credo más que la Biblia…” ha confesado su credo. El teólogo y doctor en historia de la Iglesia Carl R. Trueman nos dice que nadie que pueda razonar un poco responderá a la pregunta ‘¿qué es lo que crees?’ recitando la Biblia de manera textual[1], sino que comenzará a dar un resumen razonable de su fe. Y el teólogo Dr. Burk Parsons, hablando sobre los credos, comenta lo siguiente: “Al momento que alguien comienza siquiera a considerar por un momento aquello que Dios ha revelado, ha comenzado a formular un credo.” [2] Luego, no es cuestión de ser o no confesionales, sino de qué es lo que estamos confesando. Tenemos en los credos y confesiones documentos históricos que se han abierto paso desde hace cientos o quizá miles de años hasta nuestros días. Podemos elegir desechar estos documentos históricos que fluyen de la Palabra de Dios y han probado resistir al más grande de todos los críticos, el tiempo. Pero, antes de hacerlo, sería prudente tomar por lo menos un tiempo para leerlos, estudiarlos, analizarlos detenidamente, y en todo caso, si no quedamos conformes, proponer algo mejor para la iglesia hoy. Además, si decidimos rechazarlos, debemos considerar seriamente cuáles son nuestras motivaciones. El libro de Proverbios está lleno de advertencias contra la necedad de despreciar el consejo, y 1 de Reyes 12 (El desprecio del consejo de los ancianos y la división del reino de Israel) es un pasaje que no se debe pasar por alto cuando de escuchar las voces del pasado se trata. Si bien la Biblia no condena el no ser confesionales, claramente condena el orgullo y arrogancia que nos puede llevar a despreciar los Credos y Confesiones (Pr. 8:13; 16:18; 21:4).
  4. Los Credos y Confesiones Son y Han Sido Históricamente Útiles Para la Iglesia. Es curioso que muchas iglesias que se caracterizan por ser casi en su totalidad pragmáticas, es decir, implementar cualquier cosa que “funcione”, les hayan dado la espalda al ser confesionales, terminando en prácticas tremendamente alejadas de la Palabra de Dios tales como un énfasis exagerado en el cuidar la sensibilidad del no creyente o inclusive en “desenredarnos” del Antiguo Testamento. Los Credos, Confesiones, Catecismos, etcétera, han sido útiles para el pueblo de Dios por muchísimo tiempo, y siguen siendo útiles el día de hoy. Estos documentos tienen funciones de enseñanza, facilitando la educación doctrinal de aquellos que buscan integrarse o ya forman parte de la iglesia visible, y nos ayudan a profundizar en todo lo que se encuentra en el completo consejo de Dios. Proveen seguridad histórica y claridad doctrinal sobre algunos puntos específicos concernientes a la fe cristiana ortodoxa sobre la cual cada día están surgiendo preguntas que ya han sido contestadas por hermanos que vivieron años antes que nosotros.
  5. Los Credos y Confesiones Nos Conectan Con la Iglesia del Pasado. En medio de una era postmoderna marcada tremendamente por el individualismo y la “cultura del yo”, los Credos y Confesiones nos obligan a ir más allá, no sólo relacionándonos en nuestra comunidad local de creyentes, es decir, nuestra iglesia, sino que nos proveen un punto de unión y continuidad con la iglesia del pasado. Estos documentos nos conectan con los hermanos en Cristo de todo el mundo y de todas las edades, que han venido antes que nosotros, y aún hoy, nos ayudan por medio de los trabajos realizados y defendidos, a permanecer firmes en nuestra fe. De una manera muy real, al usar los credos y confesiones, tenemos una pequeña prueba de la comunión con aquellos santos que, aunque ya no se encuentran con nosotros físicamente, estamos seguros de que nos reuniremos en gloria para juntos confesar que Jesucristo es Señor, tanto de vivos como de muertos (Rom. 14:9).
  6. La Autoridad de los Credos y Confesiones. Finalmente, muchos temen que al utilizar o abrazar ciertos Credos o Confesiones, estén violando el onceavo mandamiento pseudo-reformado “No Confesarás sino Sola Scriptura”. Sin embargo, recordemos dos cosas: En primer lugar, cerrar los ojos, tapar nuestros oídos y gritar “¡Sola Scriptura, Sola Scriptura!” es confesar un credo de dos palabras. Como mencioné antes, nadie se escapa de ser confesional. Pero no solo esto, sino que debemos entender que existe una diferencia categórica entre cualquier credo o confesión y la Santa Palabra de Dios. La Palabra de Dios es eterna, es creadora, es poderosa, y es perfecta, y eso es porque su origen es Dios mismo. Por tanto, la Palabra de Dios tiene autoridad en sí misma. A esto se le llama Norma normans non normata.[3] No, no es un trabalenguas. Es la forma en latín de decir la Regla de las reglas, que no es regulada. Esta pequeña frase nos habla de la preeminencia de la Palabra de Dios y de su autoridad total. Mientras que los Credos y Confesiones son Norma normata.[4] Así es, como pudieron intuir, esto quiere decir que son reglas reguladas. Es decir, son estándares que responden ante un estándar mayor, y sí, este estándar mayor es nada más y nada menos que la Biblia misma. De modo que, por supuesto que los credos tienen autoridad, sin embargo, es una autoridad que fluye y procede únicamente de la Palabra de Dios, y que sólo existe en la medida en que las declaraciones del credo se alinean con la verdad Bíblica. De tal forma, estudiar los credos y confesiones nos obliga a estudiar a profundidad y meditar en la Palabra de Dios, pues al final del día, únicamente debo creer y confesar aquello que vaya en línea con lo que ahí se encuentra.
Así pues, te invito, hermano lector, que incluyas en tu vida devocional, el estudio del Credo Apostólico, el Credo Niceno, o el de Atanasio. Lee y estudia la Confesión de Fe de Westminster con sus Catecismos Mayor y Menor, o la Confesión Bautista de Londres de 1689 con detenimiento. Aprende y enseña el Catecismo de Heidelberg. Y medita sobre la Confesión Belga y las conclusiones e historia de los Cánones de Dort. Siempre en oración, con Biblia en mano, pidiendo la guía del Espíritu Santo. Únete a la comunión de los santos que durante años han practicado el ser confesionales, usa estos medios que Dios soberanamente ha provisto para ayudarnos a comprender, estudiar, y meditar en Su Palabra, y disfruta de la hermosura teológica que se encuentra al alcance de todos aquellos que en humildad se acerquen a estos documentos. Todo esto, sin olvidar lo siguiente:
VI. El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia, y, a esta revelación de su voluntad, nada ha de añadirse, ni por nuevas relaciones del Espíritu, ni por las tradiciones de los hombres (1)…
(1) 2 Timoteo 3:15-17; Gálatas 1:8,9; 2 Tes. 2:2.
Confesión de Fe de Westminster, Capítulo Primero,
Sobre las Sagradas Escrituras, Artículo VI (res.)
Referencias:

[1]Carl R. Trueman, This We Believe [Esto Creemos], Artículo publicado en Ligonier’s Tabletalk Magazine, 1 de agosto de 2008.

[2]Bruk Parsons, Creeds & Confessions [Credos y Confesiones], Artículo en The Reformation Study Bible [La Biblia de Estudio de la Reforma] Editada por R.C. Sproul.

[3]R.C. Sproul, Norma Normata, Artículo publicado en Ligonier’s Tabletalk Magazine, 1 de abril de 2008.

[4]Ídem.

Médico graduado de la Universidad Anáhuac Mayab. Director y Fundador de Enviados México. Maestro en Divinidad y Maestro en Estudios Teológicos, y por el Seminario Teológico Reformado de Charlotte, Carolina del Norte. Autor del libro “Santa Cena Virtual”. Ha publicado entradas en otros ministerios como Dios es Santo; y artículos oficiales en el Christian Research Institute. Pasión creciente por la Palabra, y pasión por Latinoamérica.

Otros artículos

sweet potatoes on top of black metal beam balance
Reflexión

Ausbury Y Nuestros Corazones

No estuve allá, tampoco seguí minuto a minuto lo que pasaba, pero cada vez que entraba a las redes encontraba

Nota Informativa:

Estimado lector:

El siguiente comunicado es para recordar que nuestro sitio web esta en proceso de actualización, por lo que solicitamos sus oraciones.

Esperamos concluir el proceso en Octubre 2020, por lo que en el transcurso puede experimentar inoportunos cambios en el formato.

Si necesita alguna asistencia, no dude en contactarnos.