El ejemplo de Moisés entonando cantos de composición humana pero fieles a las Escrituras en dos cultos públicos, la orden divina de cantar cánticos nuevos y el mandato neotestamentario de entonar himnos y cánticos espirituales son todas evidencias bíblicas que nos muestran que la Iglesia puede y debe en la adoración comunitaria cantar a su Señor la Biblia entera, y no sólo el Salterio.
Un último comentario bíblico
El apóstol Juan registra una de las conversaciones más importantes de Cristo sobre el tema de la adoración en el capítulo 4 de su evangelio, en donde escribe:
pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad
Juan 4:23-24
Como bien ha escrito el erudito Peterson: “la expresión ‘verdaderos adoradores’ sugiere que el culto del Antiguo Testamento era, en efecto, solo una ‘una sombra de los bienes venideros’ (Heb. 10:1), apuntado a la realidad que habría de venir en Jesús.”[1] Esto es de suma relevancia para este tema, ya que nos muestra que la adoración legítima, aquella que Dios busca, es una adoración que alaba y sirve al Señor bajo las realidades del Nuevo pacto y no bajo las sombras del Antiguo. Esto significa que, aunque podemos cantar el Salterio que nos profetiza de la venida del Mesías divino, no podemos quedarnos solo ahí, cantándolos con una perspectiva cristológica todo el tiempo. Más bien, debemos entender que esa época mesiánica anunciada en los Salmos ya se ha inaugurado, y por lo tanto, es momento de exaltar a Dios con otros cánticos que hablen bíblica y majestuosamente de la persona y obra de Cristo de forma explícita y no en sombra. En otras palabras, debemos dejar en claro que la adoración cristiana es una adoración “en Espíritu y en verdad,” no una adoración tipológica, que es precisamente lo que se promueve al cantar únicamente los Salmos.
Un consejo práctico
Debido a que en otro artículo se hablará más sobre algunos consejos pastorales, solo me gustaría dejar uno que viene del Dr. David Gordon. El escribe “nosotros cantamos canciones que se ajustan a nuevas realidades históricas de redención; canciones que son teológicamente apropiadas; canciones que son aprobadas por los oficiales del pacto.”[2]
Esto significa que la Iglesia, junto con su Consistorio o lideres pastorales, necesitan hacer un mejor trabajo en la composición y selección de himnos y cánticos para el culto público, ya que lo que está en juego es el nombre del trino Dios.
Conclusión
Termino con estas ideas: “Juan escribió para animar a sus lectores a reflejar el patrón de la asamblea celestial en su vida terrenal, no solo al momento de congregarse sino cuando se enfrentaran con cualquier señal nueva del poder del dragón o con cualquier manifestación de la ira de Dios”[3]
Si hemos entonces de reflejar con fidelidad la adoración celestial en nuestra reuniones congregacionales, debemos comenzar a unirnos con la creación y con la Iglesia triunfante a su forma de adorar a Dios, la cual no es ni Salmodia Exclusiva ni canticos inspirados o entregados por Dios. Por lo tanto, “¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” (Apo.5:13), amén.
[1] Peterson, D. (1993). WORSHIP IN THE NEW TESTAMENT. En D.A. Carson (editor), Worship: Adoration and Action (p.118). Grand Rapids: Baker book House.
[2] Gordon, T.D. Artículo descargado del siguiente sitio: http://www.tdgordon.net/theology/ecclesiology_worship_polity/exclusive.pdf. (p.21)
[3]Peterson, D. (1993). WORSHIP IN THE NEW TESTAMENT. En D.A. Carson (editor), Worship: Adoration and Action (p. 89-90). Grand Rapids: Baker book House.