La Disciplina Puesta en Práctica
¿Quiénes son sujetos de ella?
La disciplina se debe aplicar a todos aquellos que hayan hecho una profesión de fe, hayan sido bautizados y recibidos como miembros de la iglesia y den evidencia que están viviendo abierta y/o cómodamente en pecado[1].
Es por esta razón que la doctrina de la me membresía de la iglesia es tremendamente importante. El último paso de la disciplina eclesiástica es precisamente la excomunión, esto es, en breve, la privación del privilegio de participar en la mesa del Señor o Santa Cena. Ahora bien, este privilegio es un privilegio de aquellos que han sido recibidos ¡como miembros de la Iglesia! Por ende, si no tenemos, por lo menos, el concepto de membresía no habrá forma de aplicar la disciplina eclesiástica consistentemente.
Por otro lado, la disciplina no se puede aplicar a cualquiera y por cualquier motivo, sino que, como Nadab y Abiú, debe ser aplicada a aquellos que, teniendo el conocimiento de cuál es la voluntad de Dios expresada en Su Palabra, desafían su santidad al desobedecer aquello que en la Palabra se encuentra claramente escrito.
¿A quiénes NO se aplica?
Así pues, no se puede aplicar disciplina a aquellos que viven en el mundo, persiguiéndolos para prohibirles participar de la Cena del Señor, o retirándoles una membresía que quizá ni siquiera poseen.
Tampoco debemos aplicar disciplina contra aquellos que tengan un entendimiento distinto en cuanto a una doctrina de segundo, tercer o cuarto grado. Por ello también es tremendamente necesario hacer distinciones racionales entre las cosas que son centrales a la fe y al evangelio y aquellas que no lo son. ¿Cómo hacemos esta distinción? Esto puede ser tema de otro artículo completo pero, en breve, lo mejor es hacernos algunas preguntas básicas:
- ¿Este conocimiento es necesario para salvación?
- ¿Es una enseñanza clara y explícita en la Escritura?
- ¿Es una enseñanza clara e implícita en la Escritura?
- ¿Qué tanto habla la Escritura en cuanto a este tema?
- ¿Es algo que la iglesia ha enseñado suficientemente?
Como un ejemplo, no podría disciplinar a un hermano por no creer en el bautismo infantil. Sin embargo, si el hermano comienza a dividir a la iglesia por esa cuestión, entonces la misma Palabra nos manda a imponer disciplina, no por lo que cree, sino porque está dividiendo a la iglesia.[2] Pero sí podríamos aplicar disciplina contra alguien que está yendo en contra de la fe universal.[3] Alguien que negara la salvación sólo por la gracia, sólo por la fe en Cristo Jesús solamente; o quizá alguien que negara que Jesucristo es Dios.
¿Cómo se Aplica?
El proceso de disciplina varía según el caso, sin embargo, tenemos algunos lineamientos en la Palabra de Dios a los que es necesario regresar cada vez que estamos ante una situación que amerite disciplina.
Podemos dividir estos principios en principios generales, y particulares. Como veremos en el siguiente artículo, los principios generales son aquellos que pueden y deben ser aplicados en todos los casos de disciplina. Por otro lado, los principios particulares serán aquellos que nos ayudarán a diferenciar frente a qué tipo de caso de disciplina eclesiástica estamos.
[1] Mateo 18:15-20; Hechos 5:1-11; 1 Corintios 5 y 6:1-11; Gálatas 6:1; 2 Tesalonicenses 3:13-15; 1 Timoteo 1:18-20; Tito 2:13 y 3:10-11; Santiago 5:19-20
[2] Tito 3:10-11; Judas 17-23
[3] Entiéndase por Fe Universal, doctrinas de primer grado, por ejemplo, tergiversar el evangelio de Jesucristo; Gálatas 1:6-9