22 Oct 2019

Hermenéutica bíblica (textos narrativos II)

En este escrito presentaremos algunas de las pautas hermenéuticas que debemos tener en mente al momento de interpretar alguna narrativa bíblica.
Por Pbro. Luis García

En el artículo anterior vimos algunas de las características fundamentales de las narrativas bíblicas con la finalidad de poder entender mejor la naturaleza de este género literario.

En este escrito presentaremos algunas de las pautas hermenéuticas que debemos tener en mente al momento de interpretar alguna narrativa bíblica.

Principios hermenéuticos para textos narrativos:

  1. Una narración del Antiguo Testamento, por lo general, no explica directamente una doctrina; usualmente ilustra una doctrina que se enseña con proposiciones en otra parte. Por ejemplo, la providencia de Dios es ilustrada, mas no explicada, en la historia de José y Rut. Por lo tanto, no construyamos doctrinas basándonos únicamente en textos narrativos.
  2. Las narraciones son descriptivas, no prescriptivas. Es decir, informan lo que pasó, no necesariamente lo que debió haber pasado, ni lo que debe pasar todo el tiempo. Por consiguiente, las narrativas no deben tomarse como instrucciones literales que debamos practicar tal y como aparecen en la historia, a menos que haya un mandato en alguna parte didáctica de la Biblia que nos llame a practicar lo que se hizo en dicha historia. Por ejemplo, en Génesis 24:10-14 se nos relata lo que hizo el siervo de Abraham en su búsqueda de una esposa para Isaac. Específicamente, lo vemos pidiendo a Dios una señal. La pregunta hermenéutica que entonces debemos hacernos es la siguiente: ¿Está la Biblia prescribiendo que podemos y debemos pedir señales a Dios en situaciones complicadas? Muchos que no conocen este principio dirán que sí, sin embargo, la respuesta es no, ya que las narrativas son descriptivas, no prescriptivas. Además, no encontramos esta clase de mandamientos (pedir señales a Dios) en ninguna parte didáctica de la Biblia.
  3. Lo que los personajes de las narraciones hacen no es necesariamente un buen ejemplo para nosotros. Con frecuencia, sus acciones son pecaminosas. El verdadero héroe de cada narrativa siempre será Dios y no el hombre. Ahora bien, si los personajes de la historia marcan un buen ejemplo de santidad, entonces podemos decir algo como: ‘sigamos el ejemplo de David, quien con la ayuda de Dios, pudo deleitarse y caminar en sumisión a la ley de Dios.’ Si vemos, el énfasis no está en David sino en Aquel que lo ayudó a ser fiel, es decir, Dios.
  4. No siempre se nos dice al final de una narración si lo que ocurrió era malo o bueno. Se espera que podamos juzgar con lo que Dios ya nos ha enseñado directa y explícitamente en la Escritura. Por lo tanto, se debe interpretar las narrativas usando siempre los pasajes didácticos.
  5. Todas las narraciones son selectivas e incompletas. No siempre se dan todos los detalles (cf. Jn.21:25). Lo que aparece en la narración es todo lo que el autor inspirado pensó que era importante que nosotros supiéramos. Por lo tanto, no asumamos o digamos cosas que el autor no dijo en la narrativa.

En el siguiente artículo veremos algunas características de los libros sapienciales. Por el momento, no olvides poner en práctica los principios que vimos en este escrito.

Licenciado en Sagrada Teología del Seminario Teológico Presbiteriano San Pablo de Merida, Yucatan y profesor del mismo desde el 2015 en las areas de Biblia y Teología. Pastor ordenado por la Iglesia Nacional Presbiteriana de Mexico desde el 2015 y autor del libro Post tenebras, lux: Recobrando la doctrina reformada. Puedes seguir su contenido en https://www.facebook.com/SoliDeoGloria8/

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