Una de las secciones dentro de los Evangelios que ha sufrido de malas interpretadas a lo largo de la historia es el contenido parabólico. Por consiguiente, es importante que veamos algunas pautas que nos ayuden a interpretar las parábolas correctamente.
Las parábolas de Jesús
- En el N.T., el término “parábola” era el nombre que se le daba a varias figuras retóricas, entre ellas, el epigrama, la metáfora simple, algunos símiles, historias comparativas e historias parabólicas (aquellas que tienen cierto “trama”), pero nunca a una alegoría. Fee y Stuart comentan que “una parábola puede acercarse mucho a una alegoría; donde se busca que muchos de los detalles de una historia representen algo más. Pero las parábolas no son alegorías, aunque a veces tengan lo que parecen ser rasgos alegóricos.” Sproul también comenta que “si tratamos a todas las parábolas como alegorías, en breve descubriremos que las enseñanzas de Jesús se convierten en una masa de confusión…la forma más segura y probablemente la más exacta de tratar las parábolas es la de hallar un punto central básico.”
- De todas estas formas de parábolas, las que Jesús usaba con más frecuencia eran las historias comparativas y las historias parabólicas. En estos tipos de parábolas, Jesús contaba alguna historia de situaciones o eventos bien conocidos por los judíos, que sacaba de la naturaleza, de la vida familiar o social de aquel entonces. Y aunque las multitudes las oían, sólo algunos las entendían ya que parte de la intención de Jesús al enseñar en parábolas era el de oscurecer u ocultar el misterio del reino a los impenitentes o rebeldes (Mr.4:10-12; cf. Isa.6:8-13).
- Las parábolas, por lo general, sólo tienen un punto central de enseñanza (i.e. tertium comparationis). Para descubrirlo es preciso
- leer la parábola varias veces,
- “identificar los puntos de referencia que Jesús quiso que captaran los que lo escuchaban (los puntos de referencia o de comparación son aquellas partes de la historia que hace que quienes escuchan se acerquen a ella, partes con las que las personas se deben identificar de alguna manera mientras la historia avanza),
- y tratar de determinar cómo los destinatarios originales debieron haberse identificado con la historia” (Fee y Stuart).
- Las parábolas de Jesús tienen como tema de trasfondo el reino de Dios, es decir, el contenido parabólico nos enseña, de una u otra forma, acerca del reino que Cristo vino a inaugurar. Por consiguiente, es necesario que entendamos bien este concepto para poder entonces extraer correctamente el significado de las parábolas.
- Las parábolas no sólo enriquecen el entendimiento de alguien sobre el tema del Reino, también funcionan como llamadas indirectas para hacer algo. Eran y son historias a las que debemos responder haciendo algún cambio de actitud o voluntad. Uno se debe preguntar en su reflexión de la parábola: ¿dónde encajo en la historia? ¿Quién soy en la historia? Las parábolas entonces desafían al oyente haciéndolo pensar en una aplicación personal de la enseñanza presentada en la parábola.
Como podemos ver, al estudiar alguna parábola de Jesús es menester no alegorizar el contenido, sino buscar, con la ayuda de Dios, el punto principal que Jesús quiso enseñar, el cual tendrá algo que ver con el reino de Dios.