¿Qué es el Reino de Dios?
Este es uno de los términos que, si has estado en la iglesia por algún tiempo, seguramente ya haz escuchado. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar en qué es y qué implicaciones tiene para nuestra vida. Si alguien te detuviera en la calle y te preguntara “qué es el Reino de Dios,” ¿qué responderías?
A continuación, compartiremos tres aspectos de lo que es el Reino de Dios desde la Biblia misma.
El Reino de Dios y el Reino de los Cielos
Algunas tradiciones cristianas proponen que el Reino de Dios es una cosa, mientras que el Reino de los Cielos es algo completamente distinto. Por ejemplo, algunos hermanos dispensaciones hacen una distinción entre el Reino de los Cielos como el reino milenial que Dios establecerá en la tierra a través de la nación de Israel, y el Reino de los Dios como algo más amplio.
La postura reformada ha sido que los términos Reino de Dios y Reino de los Cielos son sinónimos. Esto no sólo simplifica nuestro entendimiento de estas categorías teológicas, sino que también tiene un fundamento bíblico sólido. Parte de este fundamente es el hecho de que Mateo parece utilizar los términos de forma intercambiable (Mt 19:23-24).
El Tiempo del Reino de Dios
Cuando pensamos en el cuándo del Reino, es útil recordar que la venida del Reino no es una cuestión únicamente vertical. Es decir, el Reino de Dios no es solamente el “morir e ir al cielo”. La idea que nos presentan los evangelios va más allá. El Reino de Dios es una cuestión progresiva. Nos ayuda a pensar en un desarrollo horizontal y temporal de la historia de redención.
La teología liberal enseña que la llegada del Reino de Dios ya ha sido actualizada por completo, es decir, vivimos totalmente en el Reino de Dios y ya no hay nada más que esperar. El entendimiento de la teología liberal en cuanto al Reino es que es una cuestión subjetiva ligada a la experiencia personal en la que “aprendemos a amarnos unos a otros”. Por otro lado, otro extremo es el futurista. Los futuristas piensan que aún no hemos experimentado absolutamente nada concerniente al Reino. Para los futuristas, el Reino de Dios es un evento completamente escatológico y futuro, en el que la maldad será juzgada y los justos vivirán en la presencia de Dios para siempre.
Contrario a los dos extremos, la postura reformada reconoce aspectos tanto presentes como futuros del Reino de Dios. Es decir, por un lado, el Reino ya a sido inaugurado. Esto es dejado en claro por los evangelios cuando Jesús liga la llegada del reino a la predicación del evangelio (Lc 4:21), la victoria sobre los demonios (Mt 12:28-29), los milagros (Mt 3:1-3; 11:2-5), y otras declaraciones (Lc 17:20-21). Por otro lado, también es evidente en el texto bíblico que existen aspectos futuros del reino (Mr 14:25; Mt 7:21; 19:23-24). Así pues, entendemos que vivimos en un tiempo donde aunque el Reino ha sido inaugurado, no ha sido completamente consumado aún. Aunque existen realidades presentes del Reino de Dios, el aspecto futuro nos obliga a esperar el momento donde las bendiciones y promesas presentes del Reino, tras la segunda venida de Cristo y el juicio final, serán completadas y el pueblo de Dios disfrutará de ellas por la eternidad.
El Reino de Dios y la Iglesia
Algunos de los padres de la iglesia, pensando que el fin del mundo estaba cerca, creían que no existía una distinción real entra el Reino de Dios y la iglesia.1 Sin embargo, es importante notar que aunque la relación entre el Reino y la iglesia es muy estrecha, aún existe lugar suficiente para distinguir entre ellas.
En primer lugar, entendemos que el Reino es fundamental sobre la iglesia. Es decir, la iglesia existe precisamente porque el Reino de Dios está avanzando. Por otro lado, la iglesia es el instrumento por el cual el Reino de Dios continúa avanzando. La iglesia es la que tiene la tarea y deber de proclamar las buenas nuevas del Reino y del Rey. Más aún, la iglesia es un testigo de la realidad del Reino de Dios. El simple hecho de que la iglesia existe, el pueblo de Dios de forma organizada es algo real y tangible, es una muestra de que nuestro Rey está por encima de todo, y es cuestión de tiempo para que el mismo domino que Él ejerce sobre la iglesia sea ejercido sobre el resto de los hombres. Por último, la iglesia tiene las llaves del Reino de Dios (Mt 16:18). A la iglesia se le ha dado autoridad de representar el Reino De Dios en la tierra, lo cual al mismo tiempo nos lleva a considerar que, como representante, la realidad del Reino de Dios es aún mayor y más gloriosa que la realidad de la iglesia actual.
En conclusión, el Reino de Dios es la irrupción del dominio y poder de Dios en este mundo, inaugurada en la primera venida de Cristo, pero cuyos efectos serán consumados hasta su segunda venida en gloria. Aunque el Reino de Dios está íntimamente relacionado con la iglesia, se distingue de ella en varias formas. Esto es importante porque nos ayuda a tener categorías específicas de lo que la iglesia es y cuál es su misión. Muchos pastores luchan con dar respuesta a las buenas y nobles ideas de muchos de los miembros de una congregación. Si alguien tiene un don de misericordia, en seguida desea que la iglesia tenga un ministerio para alimentar pobres. Si alguien tiene un don de administración, desea que la iglesia tenga un ministerio que enseñe a la comunidad a administrar mejor sus recursos, y así sucesivamente. Si bien ninguna de estas cosas es mala en sí misma, debemos recordar que la misión de la iglesia es proclamar las buenas nuevas de Cristo Jesús, e invitar a otros a renunciar a su pecado (arrepentimiento) y aceptar a Cristo como Señor y Salvador de sus vidas (fe). Todos los demás proyectos, son excelentes proyectos que caben dentro de la categoría más amplia del Reino de Dios y su impacto en este mundo, pero que no necesariamente son tarea de las iglesias locales como instituciones. El tener claras estas distinciones en categorías nos ayudará a animarnos unos a otros a las buenas obras del reino, sin imponer cargas y pesos en las iglesias locales que, muchas veces, no están preparadas (ni llamadas) a llevar.
Por sobre todo, la realidad presente del Reino nos ayuda a restablecer una y otra vez nuestra confianza en un Dios que es fiel a sus promesas. Y la realidad futura del Reino nos ayuda a fomentar entre nosotros la esperanza en que lo mejor está aún por venir. Verdaderamente, los sufrimientos de este mundo no son en nada comparables con la gloria que habrá de venir (Ro 8:18).
Notas
1 Aquí estamos utilizando el término “iglesia” como la institución fundada por Cristo en su primera venida.