26 Jul 2020

Devocionales en familia: Marcos 1:40-45

Por Pbro. Luis García

¿CÓMO ACERCARNOS A DIOS EN ORACIÓN?

Leamos la Biblia: Salmo 117 NVI

¡Alaben al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas! ¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del Señor es eterna! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Cantemos con gozo: “Alabad a Jehová”

Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos todos, alabadle
Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia

Coro: Y la verdad de Jehová es para siempre. Aleluya, amén
Y la verdad de Jehová es para siempre. Aleluya, amén

Reflexionemos en la Biblia: Marcos 1:40-45 RV60

Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio. Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego, y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos. Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.

¿Algunas vez te has preguntado sobre cómo debemos acercarnos a Dios en momentos de necesidad? Es decir, ¿debemos exigirle que nos saque de nuestras aflicciones, como si fuera un deber u obligación del Señor hacerlo? ¿O más bien, debemos acercamos suplicando que, en su soberana misericordia, nos ayude en nuestros problemas?

Bueno, San Marcos nos ha relatado la historia de un leproso quien nos ayudará, mostrándonos algunas acciones y actitudes que debemos hacer y tener, al momento de venir ante Dios en oración. También, nos mostrará lo que no debemos hacer si el Señor decide contestar nuestra súplica.

Una aplicación de la historia del hombre con lepra

La forma en la que este hombre se acerca a Jesús nos muestra, por la respuesta positiva de Cristo, que esa manera es la que agrada a Dios que su pueblo practique.

  • Primero, vemos que el leproso viene a Cristo con humildad. Esto quiere decir que no se acercó a Jesús creyendo que merecía algo ni mucho menos ordenándole que lo limpiara. Más bien, viene y le ruega por su sanidad. ¡Y lo hace de rodillas! (v.40). En otras palabras, él no vino “declarando” o “demandando” a Dios que hiciera algo por él, como algunos cantantes y predicadores “cristianos” hacen e invitan a otros a realizar. Lo que vemos aquí es a un hombre acercándose al Señor de señores en suplica y ruego.
  • Y segundo, este hombre se acerca a Cristo en genuina confianza y en sometimiento a su voluntad. Las palabras del leproso que nos muestran esta verdad son: “si quieres, puedes sanarme” (v.40). Es decir, si es tu voluntad, sáname, tú puedes hacerlo.

De forma similar, nuestras peticiones al encontrarnos en alguna necesidad deben seguir ese camino. Algo así como: Jesús, sé que puedes sanarme o sé que puedes librarme de esta aflicción, creo verdaderamente en tu poder. Lo que no sé es si esa es tu soberana voluntad, así que me someto a tu respuesta.

A diferencia de esos “predicadores” que declaran y demandan que Dios haga algo, argumentando que eso es lo que significa orar con fe, el creyente debe entender que nosotros somos siervos y no Dios para dar órdenes. Por lo tanto, rogar y esperar al Señor que nos libre de nuestros problemas, de acuerdo con su misericordiosa voluntad, no es señal de falta de fe, al contrario es señal de reconocimiento, sometimiento y confianza en un Dios soberano y amoroso.

Creo que si oráramos de esta manera, es decir, con humildad, fe verdadera, sometiéndonos a la soberana voluntad de Dios (y orando en sintonía con los principios y valores que enseña la Biblia, 1 Jn.5:14), Dios contestaría nuestras peticiones.

Lo que no debemos hacer

Lamentablemente, este hombre dejó de ser un ejemplo para nosotros en los últimos versículos de este pasaje. Al inicio del relato, observamos la manera humilde y confiada en Jesús con la que se acercó este leproso al Señor. Sin embargo, luego de recibir aquella gran muestra de amor y poder de parte del Rey, el hombre decide rebelarse contra su palabra.

“Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego, y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos. Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes (44-45).”

Ante esta ordenanza de Jesús, el hombre decide hacer caso omiso a la voz del Rey y comienza a hacer su voluntad. Es lamentable ver que, después de experimentar el poder y la bondad de Jesús, este hombre se rebele contra las órdenes del Señor.

Esto nos enseña que cada vez que Jesús nos muestre su amor y poder, contestando alguna de nuestras peticiones, nuestra respuesta debe ser el ofrecerle gloria a través de una sincera obediencia a su palabra.

Dialoguemos en grupo:

¿Cómo sueles acercarte a Dios en momentos de aflicción?

Con base a lo aprendido, ¿cuál será tu nueva forma de venir ante Dios en oración?

Oremos en familia:

Roguemos al Señor que perdone nuestros pecados y que nos ayude a serle fiel.

Pidamos por los que están enfermos debido al Covid-19, por sus familiares y por los médicos y enfermeros que velan por su salud.

Licenciado en Sagrada Teología del Seminario Teológico Presbiteriano San Pablo de Merida, Yucatan y profesor del mismo desde el 2015 en las areas de Biblia y Teología. Pastor ordenado por la Iglesia Nacional Presbiteriana de Mexico desde el 2015 y autor del libro Post tenebras, lux: Recobrando la doctrina reformada. Puedes seguir su contenido en https://www.facebook.com/SoliDeoGloria8/

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