Reflexiones sobre la Teología, el Ministerio y la Vida de Calvino, y su Importancia para la Iglesia de Hoy.
Juan Calvino ha sido, sin lugar a dudas, junto con Martín Lutero, el reformador más famoso de la historia y, por lo tanto, un ícono del Movimiento de Reforma. La iglesia reformada es consciente de que, desde las primeras etapas de su vida, Calvino surgió como un destacado teólogo y, más tarde, como un pastor piadoso. Sin embargo, debido a este carácter icónico, a menudo nos olvidamos de hablar de él como algo más. Después de su conversión, alrededor del año 1533, Calvino también puede ser reconocido como nuestro hermano en Cristo. Y estos tres elementos siguen siendo conversaciones abiertas entre personas tanto del mundo académico como en la iglesia local. Por lo tanto, estoy convencido de que Juan Calvino sigue siendo hoy crucial para el discurso teológico y la iglesia local por lo menos en cada una de estas áreas.
Maestro: la Teología de Calvino Bajo la Lupa
Como celebramos este año el aniversario cuatrocientos del Sínodo de Dort, parece acertado recordar que la Iglesia reformada recientemente moldeada no tardó ni un siglo para ver todo el sistema calvinista de teología atacado por quienes siguieron a Jacobo Arminio y sus enseñanzas. Este viejo debate continúa cobrando una cuota sobre el protestantismo hasta el día de hoy. Ahora, cuatrocientos años más tarde, lejos de haber resuelto todos y cada uno de los problemas teológicos, más voces han intentado sumarse a la conversación.
El surgimiento del llamado ‘Nuevo Ateísmo’, la Teología de la Liberación en América Latina, las tesis filosóficas del Molinismo, entre muchos otros puntos de vista, están realizando esfuerzos para presentar sistemas teológicos que a menudo están en oposición con el calvinismo. Así pues, los calvinistas deben continuar desarrollando argumentos convincentes a favor del calvinismo como el verdadero sistema bíblico para la teología, especialmente en temas como la salvación, la soberanía de Dios y el libre albedrío humano; y en contra otros sistemas, como los anteriormente mencionados, revelando claramente sus inconsistencias, falacias y defectos.
Junto con estos debates que tienen lugar en el ámbito académico y teológico, no debemos olvidar que estamos viviendo una época marcada por la facilidad con que se obtiene información. Cada día, más y más personas se encuentran cara a cara con una enorme cantidad de cosmovisiones diferentes que llevan consigo diferentes teologías.
Debido a todo esto, estoy convencido de que los calvinistas deben participar en este tipo de conversaciones, no solo desde las aulas de los seminarios y en los trabajos de tesis de doctorados, sino también desde el púlpito, en estudios bíblicos e incluso en blogs dentro de la web. No estoy diciendo con esto que la supervivencia de la sana doctrina dependa en última instancia de que los calvinistas hagan algo para rescatar a la iglesia de las “garras de la herejía”. Descanso completamente en la verdad de que es Cristo quien construye su iglesia, y que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (Mateo 16:18). Sin embargo, también es Cristo quien nos dio su Espíritu Santo a través del cual recibimos poder (Hechos 1: 8) para manifestar dones para la edificación de su iglesia (1 Corintios 12: 1-11). Y estamos llamados a ser fieles administradores de estos dones.
Esto significa que, mientras el error o la herejía todavía existan y traigan problemas a la iglesia, Dios levantará y capacitará a hombres fieles para dar una respuesta sólida a estas cuestiones, para Su gloria.
Pastor: el Ministerio de Calvino en Ginebra como Modelo para la Iglesia Reformada Hoy
Junto con sus enseñanzas, conocidas por nosotros sobretodo a través de sus Institutos, Calvino también era un hombre de iglesia y pastor. Y, mientras que su teología todavía es algo con lo que los teólogos deben ocuparse, debemos recordar que esta teología naturalmente deriva y se manifiesta (al menos para Calvino) en un ministerio bíblico y sólido. Esto incluye prácticas eclesiásticas de todo tipo, desde la liturgia durante el servicio de adoración hasta la aplicación de disciplina amorosa, y desde una predicación expositiva fiel hasta el desarrollo de nuevos ministros como Calvino acostumbraba a hacerlo en la Academia de Ginebra. La realidad es que Calvino todavía tiene mucho que enseñar a la cristiandad en América Latina, donde una soteriología calvinista puede a veces ser ‘suficiente’ para llamar a una iglesia “reformada”, aun cuando se pase por alto muchas otras marcas de una iglesia reformada como lo son la disciplina, la membresía, etcétera.
Aunado a esto, el tono pastoral de los escritos de Calvino, tanto en sus Institutos como en sus Comentarios, muestra el corazón de un hombre que ama a su Salvador tan profundamente, que no puede hacer otra cosa con el pueblo que pertenece a ese Salvador. Esto es algo que los ministros, tanto dentro como fuera de los círculos reformados, harían bien en recordar, y algo en lo que sería maravilloso que las futuras generaciones de pastores sean entrenadas.
Con las bendiciones de la tecnología, que pusieron a disposición de los laicos la posibilidad de escuchar directamente a teólogos como Richard Pratt Jr., R.C. Sproul, John MacArthur o John Piper, entre otros; también vino la maldición de una generación de jóvenes que tienen una aspiración más grande y están más preocupados por darse a conocer ellos mismos que por dar a conocer el nombre de Cristo a otros.
Así pues, algunos hombres jóvenes están llenando seminarios, aprendiendo teoría, y regresando a sus iglesias sin ningún deseo de servir, sobretodo cuando este servicio requiere el negarse a sí mismo o renunciar a sus aspiraciones. Nosotros, jóvenes que desean ser teólogos, a menudo olvidamos que Calvino amaba tanto a la iglesia local, que renunció a su deseo de toda la vida y su sueño de ser un erudito establecido en Basilea para dedicarse con todo amor y bondad a la gente de Ginebra.
Como Martin Bucer tomó al joven Calvino, y le enseñó a ser un pastor amoroso, así también haríamos bien en dejar que Calvino tomara de la mano a esta joven generación y le enseñara a amar y servir a su iglesia local.
Hoy en día, hay personas e instituciones haciendo este tipo de esfuerzos, manifestando con ello que Calvino sigue siendo vital en el desarrollo y la capacitación de pastores jóvenes.
Hermano: el Carácter de Calvino y la Historia de la Iglesia
Finalmente, queremos recordar a Calvino como nuestro hermano en Cristo. Esto implica que, al igual que nosotros, él tuvo sus propias luchas y con frecuencia cometió errores.
Por ejemplo, ¿qué debemos pensar acerca de la prontitud con que Calvino solía emitir duras cartas contra otras personas en sus primeros años de ministerio? ¿Qué podemos decir para defender a nuestro héroe de los tonos arrogantes en que se refirió a las personas que habían hablado de él tan amablemente como Peter Kuntz? Ni siquiera el mismo Calvino declararía inocencia sobre estas acusaciones, y tampoco deberíamos hacerlo nosotros. Leer sobre Calvino teniendo estas actitudes inmaduras, o sobre su publicación de su Epistola duae en contra del consejo de su colega Capito, quizá nos habla de él como el primer calvinista de jaula, y esto puede llevarnos en diferentes direcciones.
Primero, podemos concluir lo siguiente: Calvino no es perfecto. Nunca lo fue; y esto es bueno para la iglesia. Calvino también estaba en proceso de santificación. Él requería y anhelaba el evangelio como cualquier otro creyente. Necesitaba arrepentirse y disculparse de vez en cuando. Al igual que nosotros, Juan Calvino era una criatura dependiente de su Creador. Estas verdades nos ayudarán a desapegarnos de él y nos impedirán hacer de nuestro hermano un dios.
Además, todas estas cosas nos recuerdan sobre la importancia de estudiar la historia de la iglesia y a sus personajes. Cuanto menos estudiemos lo que verdaderamente sucedió, más tentados estaremos de convertir a nuestros héroes en ídolos. Al mismo tiempo, analizar biografías como la de Calvino nos puede ayudar a alegrarnos pues es el mismo Dios que cambió al arrogante joven francés en un héroe piadoso de nuestra fe, quien está trabajando hoy en nuestras vidas y nos va transformando día con día a la imagen, no de Calvino, sino de Cristo.
Por todo esto, estoy convencido y sostengo, que mientras haya preguntas profundas por ser contestadas, pastores piadosos por ser entrenados y hermanos en Cristo que estén luchando con el pecado y el sufrimiento, y que estén experimentando este proceso de santificación en sus vidas, la teología, el ministerio y la vida de Calvino continuarán siendo relevantes tanto en los seminarios como en la iglesia local.
Por último, debemos recordar que las enseñanzas, la vida y el ministerio de Calvino siempre han tenido un fin mucho más grande: nos presentan a Cristo, Dios hecho hombre, soberanamente entregado a los elegidos como propiciación por el pecado de parte del Padre, y con quien la iglesia está eternamente unida a través del Espíritu. Y este tema central, el tema del evangelio, siempre será relevante.